In memoriam Pedro Morales Cuenca.


En la localidad conquense de Torrejoncillo del Rey, fue descubierta en el año 1955, por D. Pedro Morales, una cavidad revelada en sueños, como un lugar donde encontraría un singular tesoro escondido en un palacio de cristal.

Tres meses de intensos trabajos dieron como resultado el hallazgo de una cavidad subterránea que resultó ser una mina romana de lapis specularis, de la que no quedaba ni el recuerdo.

En la actualidad, gracias a la intervención de la asociación arqueológica: Cien mil pasos alrededor de Segóbriga y la diputación provincial de Cuenca, se ha convertido en lugar de obligada visita tanto por su interés histórico como cultural.

Si deseas saber más sobre esta historia, accede mediante este link

https://moraencantada.blogspot.com/2011/04/historia-de-un-sueno.html


jueves, 30 de septiembre de 2021

UN TESORO OLVIDADO

 

El tesoro romano que se conserva en un pueblecito de Cuenca pero al que nadie hace caso


Las minas de sal de la localidad conquense de Salinas del Manzano entran en la Lista Roja del Patrimonio por su estado de abandono.






Hay constancia de que hace 2.200 años el político y militar romano Quinto Fulvio Flaco ya habló de la importancia de las fuentes salinas de las estribaciones orientales de la Serranía de Cuenca. Allí, en la zona este de a provincia, se encuentra el pequeño municipio de Salinas del Manzano, que actualmente no llega a los cien habitantes. 

Las minas de sal del pueblo, explotadas desde tiempos romanos y cuya mención histórica concreta data del año 1187, siguieron activas hasta el pasado siglo XX pero desde entonces nadie se ha ocupado de ellas. Están abandonadas pese a que no se ha perdido la estructura del conjunto ni las divisiones de las balsas. Por ese motivo acaban de ser incluidas en la Lista Roja del Patrimonio, una iniciativa puesta en marcha por la Asociación Hispania Nostra en 2007 para dar a conocer y proteger las joyas patrimoniales de España cuya conservación se encuentra en peligro.




Según Hispania Nostra, el complejo salinero de Salinas del Manzano se ubica en un pequeño valle donde se aprecia tanto el pozo de captación como el estanque de decantación, además de 86 balsas de evaporación divididas en dos conjuntos. En total, ocupan una superficie de unos 5.000 metros cuadrados justo al lado de la población.

Posible uso turístico

"El conjunto no ha sido invadido por otros elementos posteriores que desvirtúen su contemplación, apreciándose una bonita vista desde la misma Iglesia de Salinas del Manzano", señalan, aunque "el deterioro de los murillos de contención del agua es notable" en muchas de las balsas de evaporación.

Hispania Nostra justifica la inclusión de las minas de sal en la Lista Roja puesto, a su juicio, "es un patrimonio histórico e industrial que con una inversión mínima sería plenamente adaptable para su uso como recurso turístico y etnográfico, muy necesario para una zona enormemente despoblada y con pocos recursos".

Actualmente, el conjunto salinero de Salinas del Manzano no goza de ninguna protección legal por parte de las Administraciones.




Fuente:  https://www.elespanol.com/

martes, 28 de septiembre de 2021

LOS VOLCANES CONTRA ROMA

 Terror en Roma: cuando los volcanes destruyeron a los emperadores y a las legiones

Las erupciones del año 536 d.C. provocaron la destrucción de las cosechas y una bajada drástica de las temperaturas, factores clave en la caída de Bizancio


Procopio de Cesarea fue, ante todo, un historiador dedicado a dejar testimonio de los conflictos que acometió Justiniano I, entonces al frente del Imperio romano de Oriente. Los títulos de sus obras más famosas así lo demuestran: ‘Guerra persa’, ‘Guerra vándala’… Sin embargo, a comienzos del siglo VI sucedió algo que le hizo cambiar el tono bélico de sus obras: una nube de ceniza cubrió la cúpula celeste, el sol perdió potencia cual bombilla desgastada por el paso del tiempo y, de improviso, las temperaturas descendieron hasta acabar con las cosechas y provocar severas hambrunas. «Durante este año tuvo lugar el signo más terrible. El sol dio luz sin brillo, como la Luna, y se parecía completamente a un eclipse. Sus rayos no eran claros, tal y como estamos acostumbrados», dejó escrito.

Después de aquello llegó la debacle. «A partir del momento en que eso sucedió, los hombres no estuvieron libres ni de la guerra ni de la peste ni de ninguna cosa que no llevara a la muerte», añadió. El bueno de Procopio desconocía que una de las causas de aquel desastre –el mismo que, según algunos historiadores, puso los mimbres de la futura caída del Imperio romano de Oriente– eran una serie de erupciones volcánicas que sumieron de polvo y ceniza el cielo. Desde entonces, expertos como el medievalista Michael McCormick han afirmado que el siglo VI fue el peor momento para estar vivo; en sus palabras, incluso por delante del año de la pandemia de Coronavirus. Aunque habría que volver a preguntarle su opinión después de la erupción del volcán de La Palma…

Pesadilla volcánica

Además de otros tantos factores, autores como Kyle Harper –profesor, vicepresidente y rector del departamento ‘Classics and Letters’ de la Universidad de Oklahoma– son partidarios de que la actividad volcánica fue uno de los elementos olvidados que ayudó a tumbar a Bizancio. El historiador ofrece esta versión en ‘El fatal destino de Roma’. Un libro en el que no carga contra las tesis más extendidas sobre la caída del Imperio romano de Oriente –aquellas que hablan de que la fatiga militar, las corruptelas políticas y la extensión excesiva de las fronteras provocaron su colapso–, pero sí pone el foco sobre el que es el gran factor que la historia ha pasado por alto: el poder de la «astuta y caprichosa» naturaleza.

En palabras de Harper, el primer aviso llegó un siglo después de la destrucción del Imperio romano de Occidente: «Fue el aterrador espasmo inicial de lo que ahora sabemos que fueron una serie de explosiones volcánicas sin parangón en los últimos tres mil años». A principio del 536 d.C. hubo una enorme erupción en el hemisferio norte que lanzó megatones de aerosoles de sulfato a la estratosfera. «No conocemos la identidad exacta del volcán, pero los efectos eran visibles en Constantinopla a finales de marzo», desvela el autor. Una segunda emisión sacudió de nuevo a la ‘urbs’ entre tres y cuatro años después. Aquellos dos golpes provocaron, según el autor, un retraso del que la región no se volvería a recuperar jamás.

En la práctica, la presencia en la atmósfera de ceniza volcánica hizo que en Bizancio se viviera un «año sin verano». A saber: el enfriamiento de las temperaturas por culpa de la capa de partículas que generaron las erupciones. Como resultado, las dos siguientes décadas fueron las más gélidas de finales del Holoceno. O, al menos, eso sostiene Harper en ‘El fatal destino de Roma’: «Las temperaturas estivales medias en Europa cayeron hasta en 2,5º, una reducción asombrosa. Después de la segunda erupción, las temperaturas se desplomaron una vez más hasta los 2,7º. Había llegado la ‘Pequeña Edad de Hielo de la Antigüedad Tardía’».

La plaga de justiniano


Hubo consecuencias a corto y largo plazo. El efecto inmediato fue que «la abrupta anomalía climática hizo que la bacteria de la peste se dispersara en los años posteriores al espasmo de la actividad volcánica». Las fechas cuadran, ya que, poco después, Bizancio tuvo que hacer frente a una de las peores epidemias de la historia: la Plaga de Justiniano. Aquella que arribó a Constantinopla en mayo del 542 y se cobró la vida de unas 300.000 personas en apenas cuatro meses. En la práctica, eso supuso la muerte de entre un 10 y un 25% de la población del Imperio. La debacle queda descrita por Procopio de Cesarea, contemporáneo de los hechos:

«La plaga comenzó en la ciudad egipcia de Pelusium y posteriormente se propagó hacia Alejandría y el resto de Egipto y, por otro lado, hasta la región palestina, desde donde se esparció por toda la tierra Ni isla, ni cueva, ni montaña habitada se liberaron del mal. Si se daba la casualidad que pasaba de largo de algún lugar, sin atacar los que vivían, o afectándoles superficialmente, volvía más adelante a manifestarse, sin hacer ningún daño a los que vivían en los alrededores, a los que había afligido antes con más agresividad, y no desaparecía de aquel lugar sin haber hecho el número justo y exacto de víctimas que coincidía del todo con la cifra de muertos que antes había habido por los alrededores».

A largo plazo, los autores sostienen que el cambio brusco de temperaturas provocó una severa hambruna generada por la destrucción de los cultivos. Harper es partidario de que, aunque el golpe fue menor gracias a que la cosecha del año anterior había sido rica y abundante, el debilitamiento de la población permitió la llegada de la mencionada Plaga de Justiniano y –por lógica– lastró la llegada de nuevos soldados a las legiones romanas.

Más factores

Con todo, Harper también mantiene que las bajas temperaturas no fueron provocadas solo por la intensa actividad volcánica, sino por una reducción más larga y profunda de producción solar. «La inconstante dinamo del sol se desplomó a niveles muy bajos de producción energética. Se impuso un marcado declive que alcanzó el punto más bajo a finales del siglo VII», explica. De hecho, el autor es partidario de que este factor fue más reseñable que las erupciones. «Un indicador adecuado de la frialdad del período es el avance de los glaciares alpinos, que descendían por los valles de las montañas. A comienzos del siglo VII alcanzaron su primer máximo en todo el milenio.

Las erupciones, por tanto, no fueron el único factor se alzó contra Roma. Ya en el 165 el Imperio –todavía unido– tuvo que hacer frente a una devastadora pandemia que costó la vida a cinco millones de personas. Cierto es que la urbe resistió, aunque solo para ver como «una concatenación de sequías y pestilencias» volvían a condenarla. Después de la división, la parte oriental resurgió de sus cenizas. Sin embargo, en el siglo VI este «renacer se vio frenado» también por la peste bubónica, que se extendió con toda la velocidad que permitían las rutas creadas para vertebrar el vasto territorio. Y es que, según mantiene el experto, «los gérmenes fueron más mortíferos que los germanos» y el resto de pueblos bárbaros que acosaban las fronteras.


Fuente:https://www.abc.es/historia

domingo, 26 de septiembre de 2021

TERMAS DE NOHEDA

 

Así se verán las termas de la villa romana de Noheda







Las obras de restauración, protección y musealización del balneum incluyen una recreación volumétrica parcial, a semejanza de la ejecutada en el yacimiento de la basílica de Siponto, en Italia

Los trabajos de ejecución del proyecto de restauración, musealización y protección de las termas del yacimiento de la Villa Romana de Noheda van a dar comienzo finalmente el próximo lunes, día 27 de septiembre, tras concluir toda la tramitación del expediente con su aprobación, licitación y contratación de las obras y el encuentro mantenido este miércoles in situ por todos los técnicos implicados en el proyecto. Buena noticia que el Ayuntamiento de Villar de Domingo García ha querido celebrar en sus redes sociales, al tiempo que han hecho público un vídeo con la simulación 3D de este proyecto.

Vídeo en el que se puede apreciar cuál será el aspecto final del balneum, una vez ejecutadas las obras, que cuentan con siete meses de plazo de ejecución y un presupuesto de un millón de euros, financiado por la Diputación Provincial de Cuenca.

Esta intervención del Ayuntamiento de Villar de Domingo García en el balneum –nombre por el que se conocían los baños privados de las villas y de las viviendas urbanas de las clases privilegiadas– contempla en un primer momento la conclusión de las excavaciones de 2011 del mosaico y de los restos murarios, ahora cubiertos con arlita, así como su restauración.





Incluye, igualmente, la cubrición de las termas con un diseño que servirá como módulo de repetición en otros espacios a cubrir del yacimiento arqueológico y que se organizará de forma racional y sencilla en base a una estructura de pórticos metálicos, cuya cimentación no afectará a los vestigios existentes (vídeo). Se trata de un edificio abierto para que los restos arqueológicos tengan ventilación continua al tiempo que queden protegidos de las inclemencias meteorológicas, a lo que se suma la instalación de pasarelas, que atraviesan y rodean el complejo termal, generando un único recorrido para su visita.

Para la musealización del espacio, se contempla una recreación de algunas zonas de las termas con una estructura de acero inoxidable (vídeo), que representará la volumetría original del edificio, a semejanza de la actuación en el yacimiento de Siponto, en Italia. Una estructura novedosa en nuestro país y totalmente reversible, que facilitará al visitante el hacerse una idea de cómo eran estas termas, sirviéndose, además, de tecnología 3D mediante códigos QR.

Reconstrucción que afectará al ábside del frigidarium, la entrada a las termas y a uno de los laterales entre ambos elementos, que dejará poco a la imaginación del visitante.

Recordar, por último, que el balneum de Noheda ocupa una superficie de casi 1.000 metros cuadrados, distribuidos en distintas estancias, como el narthex, apodyterium, frigidarium, natatio, tepidarium, caldarium o praefurnia.






jueves, 23 de septiembre de 2021

EN BUSCA DE LA FELICIDAD

 

Qué puede enseñarnos sobre la felicidad un panadero de la antigua Pompeya







A pesar de una pandemia que cambió radicalmente las vidas de miles de millones de personas, el "Informe mundial de la felicidad" indica que eso, la felicidad, se mantiene estable en el mundo, un testimonio de la resiliencia de la raza humana. 

Como estudiosa del mundo clásico, no me parecen nada nuevas las discusiones sobre la felicidad que suelen darse en medio de crisis personales o sociales como la que vivimos. 

Hic habitat felicitas o "Aquí mora la felicidad", proclama una inscripción hallada en una panadería de Pompeya, unos 2.000 años después de que su dueño viviera y probablemente muriera en la erupción del volcán Vesubio que destruyó la antigua ciudad romana en el año 79 d. C. 

¿Qué significaba la felicidad para ese panadero pompeyano? 

¿Y cómo puede ayudar la antigua idea romana de felicidad en nuestra búsqueda de lo mismo hoy?

Felicidad para mí, pero no para ti

Los romanos consideraban a Felicitas y a Fortuna, una palabra relacionada, diosas. 

Ambas tenían templos en Roma en las que quienes buscaban sus favores depositaban ofrendas y hacían promesas.

Felicitas fue también retratada en monedas romanas desde el siglo I a. C. hasta el IV d. C., lo que indica su posible conexión con la prosperidad de las arcas del Estado. 

Los emperadores romanos intentaron asimismo asociar su figura a la de estas diosas, como muestran algunas de las monedas que acuñaron. 

Grabado de una estatua de Felicitas incluida en la Enciclopedia Iconográfica de Ciencia, Literatura y Arte, publicada en 1851.



"Felicitas Augusti" se leía, por ejemplo, en una moneda de oro del emperador Valeriano, iconografía que parece mostrar que era el hombre más feliz del Imperio y favorecido por las diosas. 

Al invocar a Felicitas en su propia morada y negocio, el panadero pompeyano quizá estaba intentando atraerla, con la esperanza de que la bendición de la felicidad recaería sobre su vida y venta.

Pero esta idea del dinero y el poder como fuente de la felicidad encerraba una cruel ironía. 

Felicitas y Felix fueron nombres habituales para esclavos de ambos sexos. Por ejemplo, Antonius Felix, gobernador de Judea en el siglo I d. C., era un antiguo esclavo. 


La antigua ciudad romana de Pompeya.



No hay duda de que su suerte cambió. Mientras que Felicitas era el nombre de la esclava que fue martirizada junto a Perpetua en el año 203 d. C., hoy ambas adoradas como santas por el cristianismo. 

Los romanos veían a los esclavos como prueba del estatus superior de sus dueños y como la encarnación de su felicidad. 

Vista de esta manera, la felicidad parece un juego de suma cero, entrelazado con el poder y la dominación. La felicidad en el mundo romano tenía un precio y los esclavizados lo pagaban para entregar el don de la felicidad a sus dueños

Baste decir que para los esclavizados, sea donde sea que habitara la felicidad, no era en el Imperio romano. 

¿Dónde reside realmente la felicidad?

¿Es posible imaginar en la sociedad actual que la felicidad solo exista a costa de otro? 

¿Dónde reside la felicidad, si los casos de depresión y otras enfermedades mentales aumentan y las jornadas de trabajo duran cada día más? 

Durante las últimas dos décadas, los trabajadores de Estados Unidos han trabajado más y más horas. 

Una encuesta de Gallup reveló el año pasado que el 44% de los empleados a jornada completa trabajaban más de 45 horas a la semana, mientras que un 17% llegaba o superaba las 60.  

El resultado de esta cultura del exceso de trabajo es que la felicidad y el éxito realmente parece ser también una ecuación de suma cero. 

Hay un coste, habitualmente humano, cuando el trabajo y la familia libran un tira y afloja por el tiempo y la atención en el que la felicidad es siempre la víctima. 

Esto ya era así mucho antes de la pandemia de covid-19.  

Los estudios sobre la felicidad se vuelven más populares en tiempos de alto estrés social. 

Quizá no sea casualidad que el más longevo de ellos, el de la Universidad de Harvard, surgiera durante la Gran Depresión de la década de 1930. 

En 1938, un grupo de investigadores midió la salud física y mental de 268 estudiantes y les siguieron el rastro a ellos y a sus descendientes durante 80 años.  

¿Cuál fue su principal descubrimiento? "Las relaciones estrechas, más que el dinero o la fama, mantienen a la gente feliz a lo largo de sus vidas". 

Esto incluye un matrimonio y una familia feliz, y una comunidad cercana de amigos. 

Significativamente, las relaciones destacadas en el estudio son las basadas en el amor, el cuidado, y la igualdad, más que en el abuso y la explotación. 

Igual que la Gran Depresión motivó el estudio de Harvard, la actual pandemia empujó al científico social Arthur Brooks a lanzar en abril de 2020 una columna semanal sobre la felicidad titulada "Cómo construir una vida". 

En el primero de sus artículos, Brooks bucea en los estudios que la fe y trabajar con un sentido, además de las relaciones estrechas, pueden mejorar nuestra felicidad. 

Encontrar la felicidad en el caos

Los consejos de Brooks se relacionan con los descubrimientos del "Informe mundial de la felicidad" de 2021, que detectan "alrededor de un 10% de aumento en el número de personas que dijeron haber estado preocupadas o tristes el día anterior".  

La fe, encontrarle un sentido al trabajo y las relaciones contribuyen a desarrollar sentimientos de seguridad y estabilidad, ambas han sufrido con la pandemia. 

El panadero pompeyano que escogió colocar esa placa en su lugar de trabajo probablemente hubiera estado de acuerdo en que hay una relación significativa entre la felicidad, el trabajo y la fe. 

Y, aunque no vivió una pandemia, o al menos no han encontrado constancia de ello, no era ajeno al estrés social

Es posible que su elección decorativa reflejara una corriente oculta de ansiedad, algo comprensible si se tiene en cuenta la convulsión política en Pompeya y en el Imperio en los últimos 20 años de vida de la ciudad.

Sabemos que, cuando tuvo lugar la erupción del 79 d. C., algunos pompeyanos estaban todavía reconstruyendo sus casas o reparando los daños ocasionados por el terremoto del 62 d. C. 

La vida del panadero estuvo seguramente llena de elementos que le recordaban la inestabilidad y la posibilidad de un desastre inminente. Quizá la placa que colocó fue una manera de combatir de esos miedos. 

Después de todo, ¿sentiría la gente realmente feliz la necesidad de colocar una placa proclamando la presencia de la felicidad en su hogar?

O quizá estoy analizando demasiado ese objeto, y era simplemente un adorno fabricado masivamente, una versión del siglo I del "Hogar, dulce hogar" de nuestra época, que el panadero o su mujer compraron como capricho. 

En cualquier caso, la placa contiene una verdad importante: la gente del mundo antiguo tuvo sueños y la aspiración de ser feliz, como la gente de hoy. 

El Vesubio pudo poner punto final a los sueños de nuestro panadero, pero la pandemia no tiene por qué tener ese efecto en nosotros. 

Y aunque el estrés de este último año y medio hayan podido resultar abrumadores, no ha habido un momento mejor para reevaluar nuestras prioridades y recordarnos que debemos poner a las personas y nuestras relaciones primero




lunes, 20 de septiembre de 2021

NOHEDA, UNA VILLA DE LUJO

 

En busca de saber cómo vivían en la villa romana de Noheda entre los siglos IV y VI



Un proyecto de la UCLM en este yacimiento, además de las excavaciones, arqueológicas, pretende recomponer el ecosistema de esos 300 años




El yacimiento de la Villa Romana de Noheda es mucho más que sus magníficos mosaicos. Y así lo entiende la Universidad de Castilla-La Mancha, que este año, con la financiación del Gobierno regional, está desarrollando un proyecto de investigación que va más allá de las excavaciones y que pretende recomponer el ecosistema de la villa monumental, estudiando en profundidad no solo sus restos arqueológicos, sino también la vegetación y la fauna.

Todo ello para conocer cómo era la vida de los habitantes de la villa romana, cuál era su dieta, etcétera; en definitiva, el modus vivendi no solo del dominum de Noheda, sino ante todo de las entre 150 y 200 personas que residían y trabajaban allí entre los siglos IV y VI. Algo que “no se suele hacer en los yacimientos de otras villas romanas, porque se excavaron en los años 50 y en aquel momento buscaban únicamente los mosaicos”, tal y como explica el director científico de las excavaciones, el arqueólogo Miguel Ángel Valero.

Con esta metodología del siglo XXI, tras las labores de excavación, llega el momento del análisis en profundidad de los restos encontrados, pero no solo de los mármoles o las teselas, sino también de las piedras, morteros, restos de fauna e, incluso, del polén de las distintas épocas objeto de estudio. Para ello la UCLM cuenta en este proyecto de investigación con la colaboración de organismos como el Consejo Superior de Estudios Científicos (CSIC), que se encarga de analizar los morteros, piedras y polen; la Universidad de Valencia, que se centra en la fauna; y el Instituto Catalán de Arqueología Clásica (ICAC), que hace lo propio con las teselas de los mosaicos, al igual que la Universidad de Alicante, con los mármoles. 





Como consecuencia, se puede decir que en Noheda hubo un primer asentamiento íbero en el siglo IV a.C.; posteriormente, en el siglo I se erigió una villa de negocio, con la explotación de cereales y olivo, que desaparecería en favor de la construcción en el mismo lugar, e incluso utilizando sus propias piedras, de la actual villa monumental, de ocio y negocio, en el siglo IV, agregando a la actividad económica el cultivo de la uva (probablemente bobal) y una explotación ganadera de entidad. Ocupación que se prolongaría dos siglos más, pero, eso sí, dejando a un lado la opulencia y apogeo inicial de la villa por una etapa de declive y subsistencia, que obligó a sus moradores a tener una resiliencia supina. De hecho, según detalla Valero, en esa época, cuando el dominum ya había abandonado la villa, los habitantes se dedicaron a adecuar cada estancia para otros usos, como por ejemplo, el gran comedor (triclinium), donde se encuentra el impresionante mosaico de la villa, como zona de extracción de mármoles para su venta, o las termas (balneum) como espacio de producción, ubicando en ellas desde silos para el grano hasta una herrería.

Del estudio de la basura, se ha podido saber que en el siglo IV los moradores de Noheda comían animales jóvenes asados, en especial jabalí y ciervo, mucho pescado y ostras de río. Dieta que nada tenía que ver con la predominante en los siglos V y VI, con el declive de la villa, cuando se comían animales viejos, no asados sino guisados.

Y con el análisis de los materiales encontrados (más de una treintena de mármoles procedentes de todo el Arco Mediterráneo, teselas, piedras y morteros) se pretende conocer el coste de la villa monumental y hasta la duración de su construcción.

 

EXCAVACIONES

Como es lógico todas estas investigaciones no se han podido acometer sin unas excavaciones arqueológicas previas. Trabajos que este año daban comienzo, en un primer momento, a mediados del mes de junio con alumnos del taller de empleo del proyecto de Recualificación y Reciclaje Profesional (RECUAL), si bien no sería hasta el pasado 30 de agosto cuando comenzarían de lleno, no solo con las ocho personas del RECUAL, sino también con alumnos de la Facultad de Humanidades del Campus de Cuenca y de la Universidad de Mayores ‘José Saramago’, que se prolongarán hasta mediados de este mes.


Yoan Rostislavov y Manuel Aparicio son dos de los participantes en las excavaciones de este año. El primero, estudiante de segundo curso del grado de Humanidad: Historia Cultural, y el segundo, alumno de la Universidad de Mayores ‘José Saramago’. Ambos se muestran encantados con la oportunidad de poder trabajar en un yacimiento de las características de Noheda, a pesar de lo cansado del trabajo. Y es que no dudan en asegurar que “la experiencia merece la pena”.

Las excavaciones de este año han permitido localizar un edificio de más de 800 metros cuadrados, con muros de hasta 1,2 metros de anchura y una altura conservada de 2 metros, que, en la actualidad se encuentran bajo tierra. A tenor de la anchura de sus muros, Valero apunta que este edificio podría tener una altura conservada de unos 6 metros. “Queda mucho por hacer”, tal y como recalca, pero son muchas las expectativas puestas en este edificio del siglo IV, entre otros motivos, por todo lo que puede llegar a ofrecer una vez se excaven los dos metros de profundidad de su interior.

En todo caso, se trata de un edificio de dimensiones extraordinarias, de cuyas características no hay nada igual en otros yacimientos similares, según recalca el director científico de las excavaciones, por lo que manifiesta que aún es pronto para saber cuál era su funcionalidad.

 Si bien barajan dos hipótesis, por un lado, que se trate de un elemento de la parte urbana de la villa, por lo que podría tratarse de un salón de recepciones, o, por otro, que forme parte del complejo productivo y en ese caso cabría la posibilidad de tratarse de un edificio de almacenaje o una almazara (torcularium). Pero, tal y como remarca, “no dejan de ser dos teorías que, por el momento, no podemos corroborar”.



Fuente: https://www.lasnoticiasdecuenca.es/



encuentran un nuevo edificio en la opulenta villa romana de noheda

En este yacimiento de la provincia de Cuenca se ha empezado a excavar una extensa estructura durante la campaña anual realizada bajo la dirección del arqueólogo Miguel Ángel Valero Tévar.


El rector de la Universidad de Castilla la Mancha visita las excavaciones en compañía de Miguel Ángel Valero (en la zanja).




La campaña llevada a cabo durante el pasado mes de agosto en el sitio arqueológico de Noheda, en Villar de Domingo García (Cuenca), ha sacado a la luz una nueva estructura hallada junto al ya excavado triclinio. Presenta una planta cruciforme y cubre una superficie de 800 m2, con muros de metro y medio de grosor por dos de alto levantados con hiladas de bloques de piedra.

A la espera de empezar a excavar este ámbito en profundidad, Valero no aventura cuál podría ser su uso, aunque se ha sorprendido ante el excepcional estado de conservación de las paredes, algo sin precedentes en el yacimiento.

55 AÑOS DESPUÉS

Aunque el yacimiento ya se conocía desde el 1966 no fue hasta los ochenta que apareció en el radar de los arqueólogos, cuando el propietario dio con parte de un mosaico romano en el curso de unos trabajos agrícolas. Todo apuntaba a que se encontraban delante de una lujosa villa, pero los trabajos de recuperación no empezaron hasta el 2005, cuando salió a la luz un espectacular hallazgo que asombró a todos.


Tras el descubrimiento del pavimento los arqueólogos procedieron a su restauración, eliminando rápidamente las concreciones de cal y volviendo a pegar las teselas que se habían soltado.



Los mosaicos más espectaculares se han encontrado dentro del comedor de la villa. En sentido horario desde arriba: actuación de un grupo de mimos, procesión báquica (derecha), juicio de Paris y rapto de Helena (izquierda), otro grupo de actores y finalmente Pélope e Hipodamía. 



Los arqueólogos desenterraron un hermoso mosaico que cubría la superficie de una gran sala de 290 m2 interpretada como un triclinio o comedor. El pavimento se dividía en seis registros en los que se representaba el mito de Paris, el de Pélope e Hipodamía, dos grupos de actores y músicos, deportistas, un cortejo dionisíaco y un conjunto de animales y pescadores rodeando un estanque central.

Tras fechar los restos, se determinó que la villa había sido construida en el siglo IV de nuestra era, época en la que los potentados abandonaban las ciudades para establecerse con todo lujo en el campo durante la decadencia del Imperio Romano.


En esta teatral escena un grupo de músicos acompaña la interpretación de los actores (a la derecha).



Junto a las áreas residenciales se encontraron numerosas zonas relacionadas con la explotación agrícola como estos silos de grano.


Precursoras de los castillos feudales estas mansiones se convirtieron en lujosas residencias rodeadas de viviendas para los trabajadores y zonas de procesamiento y almacenamiento de productos agrícolas. Al mismo tiempo las villas se establecían siempre cerca del agua y entre campos de cultivo, para que fueran autosuficientes en unos tiempos convulsos marcados por la crisis y las invasiones bárbaras.

UN YACIMIENTO DE REFERENCIA

Tras el descubrimiento del impresionante mosaico, la villa se convirtió en el yacimiento romano más famoso de Cuenca, atrayendo la atención tanto de instituciones académicas como de la administración.

Así pues se acordó que la Consejería de Cultura correría con los gastos a cambio de que los estudiantes de arqueología de la Universidad de Castilla la Mancha pudieran hacer prácticas en el lugar. Las campañas arqueológicas se han sucedido año tras año, desenterrando gran parte de la villa y empezando a explorar los edificios del poblado que la rodeaba.


Además la campaña de este año cuenta con un nuevo cuadro de especialistas que están analizando los restos vegetales recuperados para conocer que tipo de plantas y cultivos había en la zona, y así poder comprender mejor las tareas realizadas por los habitantes de la villa.


Estudiantes manchegos trabajando en el muro durante la campaña de verano.



Fuente:  
https://historia.nationalgeographic.com.es/

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