In memoriam Pedro Morales Cuenca.


En la localidad conquense de Torrejoncillo del Rey, fue descubierta en el año 1955, por D. Pedro Morales, una cavidad revelada en sueños, como un lugar donde encontraría un singular tesoro escondido en un palacio de cristal.

Tres meses de intensos trabajos dieron como resultado el hallazgo de una cavidad subterránea que resultó ser una mina romana de lapis specularis, de la que no quedaba ni el recuerdo.

En la actualidad, gracias a la intervención de la asociación arqueológica: Cien mil pasos alrededor de Segóbriga y la diputación provincial de Cuenca, se ha convertido en lugar de obligada visita tanto por su interés histórico como cultural.

Si deseas saber más sobre esta historia, accede mediante este link

https://moraencantada.blogspot.com/2011/04/historia-de-un-sueno.html


domingo, 30 de enero de 2022

EL DIOS DE ENERO

Jano, el dios romano de los inicios y los umbrales


Aunque muchas divinidades romanas se sincretizaron con dioses extranjeros, algunas deidades primigenias de la Roma original permanecieron inalteradas. Entre estas destacaba Jano, un dios omnipresente que presidía los cambios y los espacios de transición; y que dio nombre al primer mes del año, enero.


Estatua de Jano



Júpiter, Marte, Venus, Mercurio… la mayoría de las deidades más conocidas de Roma pasaron por un proceso más o menos marcado de sincretismo con otros panteones, especialmente el griego. Pero en los tiempos de la fundación de la ciudad los romanos veneraban a un número de divinidades ligadas sobre todo al paso del tiempo y a las estaciones, como es propio de un pueblo que, antes de convertirse en un gran imperio, era una comunidad de agricultores y ganaderos como otras tantas en la península itálica.

Entre estas deidades, una de las más antiguas e importantes era Jano (en latín, Ianus). Este dios presidía todo aquello relacionado con el cambio y es fácilmente reconocible por su atributo más característico: las dos caras que miran en direcciones opuestas, por lo que su epíteto más común es “bifronte”, el de los dos rostros. Entre otras cosas, a él se debe el nombre del primer mes del año, Ianuarius o enero.

EN MEDIO DEL UMBRAL

Como otros dioses primitivos de Roma, los orígenes de Jano son oscuros y la literatura romana da explicaciones dispares. Podría haber sido un dios originario del Lacio o bien importado en tiempos anteriores a la fundación de la ciudad, pero el mito sitúa el inicio de su culto en tiempos de Numa Pompilio, el segundo de los siete reyes legendarios de la monarquía romana. En el saqueo de la ciudad a manos de los galos, a principios del siglo IV a.C., resultaron destruidos todos los documentos anteriores a esa época, por lo que la tradición es la única fuente restante.


En sus orígenes parece haber sido un dios asociado a una gran variedad de aspectos: el paso del tiempo y de las estaciones, las puertas y los caminos, los principios y los finales; y en general, a toda acción para la que existiera un momento de inicio y de final, como la siembra, la navegación o la guerra. A medida que otras divinidades encarnaban algunos de estos aspectos concretos, Jano quedó definido por su aspecto básico: un dios de transición, que con una cara mira al pasado o inicio y con la otra mira al futuro o al final, representadas respectivamente con los rostros de un joven y de un anciano. Es, fundamentalmente, la deidad que está “en medio” de todas las cosas.

Como tal, Jano está relacionado estrechamente con las puertas, los umbrales y en general los elementos arquitectónicos que suponen la transición de un espacio a otro. Dos de sus epítetos son “el que abre las puertas” y “el que cierra las puertas”. En este tipo de lugares que marcan el límite entre lo que está “dentro” y lo que está “fuera”, se colocaban estatuas del dios para que abriera y cerrara el paso; no físicamente sino en el aspecto sagrado.


Representación del busto de Jano, el dios de dos caras



Los romanos creían que, más allá de los elementos físicos de separación como murallas y puertas, existía un límite invisible y sagrado que otorgaba una naturaleza distinta a los espacios situados en su interior. Esta idea del límite sagrado está estrechamente relacionada con otra divinidad, Terminus, que en cierto modo es su opuesto: Terminus es el dios que vela por los confines, mientras que Jano es el que permite el paso por ellos. Una de las puertas de Roma llevaba su nombre y según la tradición impidió la entrada de los sabinos cuando los romanos secuestraron a sus esposas. También dio nombre al Janículo, una colina situada actualmente en el barrio del Trastevere pero que en época romana se encontraba fuera de las murallas de la ciudad.


EL DIOS OMNIPRESENTE

A pesar de su naturaleza dual, el papel de Jano en las creencias de los romanos era presidir los inicios más que los finales. Por ello, el primer mes del año fue nombrado Ianuarius —para nosotros, enero— en su honor, el primer día del mismo se invocaba su nombre para que trajera buena fortuna y los romanos se intercambiaban pequeños obsequios. Esta costumbre puede entenderse como el origen más remoto de la tradición de hacer regalos por Navidad, ya que los romanos concedían gran importancia al 25 de diciembre al creer —con un error de pocos días— que esa era la fecha del solsticio de invierno.


Representación en moneda


El culto a Jano, más que asociado a un aspecto en concreto, debe entenderse como un modo de auspiciar un buen porvenir al comenzar todas las actividades, puesto que con el rostro que miraba hacia el futuro podía ver todo el recorrido de aquello que estaba por iniciar. Era la primera deidad a la que el pater familias, que se ocupaba del culto doméstico, dedicaba sus oraciones por la mañana antes de empezar ninguna actividad. También se pedía su favor en el inicio de un trabajo, al abrir un negocio o antes de proceder un rito social como el matrimonio o la mayoría de edad de los varones.


Incluso cuando se rendía culto a otra deidad, se empezaba por invocar el nombre de Jano puesto que este “abría” el camino para que los mortales pudieran comunicarse con los dioses. Por ese motivo se le considera en algunas fuentes romanas como el primer dios en haber existido. Especialmente marcada era su asociación con Marte: cuando Roma declaraba la guerra se abrían las puertas del templo de este dios y no se cerraban hasta el final del conflicto, pero también permanecían abiertas las Puertas de Jano, una estructura en el Foro Romano que habitualmente se ha considerado un templo dedicado al dios, aunque no está claro si allí se celebraban cultos o solo marcaba una entrada simbólica, de forma similar al pomerium, el límite sagrado de la ciudad.

A pesar de no ser uno de los dioses “clásicos” del panteón romano, el culto a Jano es uno de los más longevos y constantes de la historia romana, tanto como para que su recuerdo perdurara incluso cuando el cristianismo se convirtió en religión oficial: Procopio, historiador romano del siglo VI, narra que cuando Roma se encontraba asediada por los ostrogodos en el año 537, alguien abrió por la noche las Puertas de Jano que habían permanecido cerradas desde el 390, cuando el emperador Teodosio había prohibido los cultos paganos. Los godos no consiguieron entrar en la ciudad, defendida por el general Belisario: a la imaginación de cada cual quedaba decidir si el antiguo dios quiso realizar un último servicio a la ciudad que lo había honrado durante más de mil años.


Arco de Jano en Roma




Fuente:
https://historia.nationalgeographic.com.es/

miércoles, 26 de enero de 2022

LA DIOSA QUE DIO NOMBRE A LA MONEDA

 

Moneta, la diosa romana de confuso nombre que originó la palabra «moneda»





Es probable que, durante una visita a Roma, algún lector haya subido a lo alto del Capitolio, una de las siete colinas donde nació la ciudad. Allí está la famosa plaza del Campidoglio, presidida por el Ayuntamiento con el famoso pavimento creado por Miguel Ángel, la estatua de bronce de Marco Aurelio a caballo y los Museos Capitolinos, donde se conserva la icónica Loba Capitolina. Pero además, no se sabe si en el área que hoy ocupa la iglesia de Santa Maria in Aracoeli o en la escalera que sube hasta la parte posterior de dicho edificio, se ubicaba el Templo de Juno Moneta, junto a la cual estaba la ceca romana. Es fácil deducir que de ahí viene la palabra actual «moneda«.

Moneta es un término que, con sus respectivas variantes, han adoptado no pocos idiomas, desde el español hasta el ruso, pasando por el inglés, gracias a la difusión posterior en lenguas romances y otras vías como la corrupción morfológica: los romanos solían abreviar el término en ment, que llegó a países de habla de origen no latino a través de los clásicos al escribirlo así en sus obras autores como Ovidio, Cicerón, Marcial o Juvenal, originando las palabras money (dinero), mint (ceca), monetary (monetario), etc. En esa misma línea, la palabra «dinero» tiene su origen etimológico en el nombre de la moneda romana de plata denarius (denario).

El caso es que el Templum Iunonis Monetæ tenía su importancia, puesto que en él, aparte de acuñarse las monedas romanas (hasta que en tiempos de Domiciano se hizo un traslado de la mayor parte de los talleres al entorno del Coliseo), se guardaban también los archivos de las magistraturas; los Libri Lintei o registros funcionariales, que debían su nombre (significan «libros de lino») probablemente a la tela que vestían sus custodios. La mencionada iglesia que hoy se alza en el lugar se construyó recordando el ara coeli, el «altar del cielo»que, según la leyenda, mando levantar allí Augusto después de la sibila le predijera la llegada del cristianismo.

¿Y quién era exactamente Juno Moneta, se preguntará más de uno? Para entenderlo, hay que explicar antes que Juno, hija de Saturno y Ops, hermana y esposa de Júpiter, y madre de Marte, Vulcano y Lucina, fue una de las mayores divinidades del panteón romano, integrando la Tríada Capitolina con el citado Júpiter y la hija que éste tuvo naciéndole de la cabeza tras haber devorado a Metis, Minerva. Es importante señalar que la mitología romana se nutrió tanto de la griega como de la etrusca y, de hecho, esta tríada derivaba de aquella de Etruria formada por Tinia, Uni y Menrva, dejando por en medio una tríada arcaica integrada por Júpiter, Marte y Jano (al que luego sustituyó Quirino).

Como se ve el tema es mucho más complejo de lo que se suele creer y en el caso de Juno se agrava al subdividirse su figura en varios aspectos, como diosa que era del cielo y la luz, además de protectora de la fertilidad conyugal y sus fases (noviazgo, matrimonio, embarazo y parto), entre otras cosas. Para cada una disfrutaba de un nombre o epíteto propios: Mater, Curitis, Lucina, Regina, Caelestis, Caprotina, Fluvia, Tutula, Februalis, Ossipagina, Pronuba, Pomona, Cinxia, Interduca, Dominuca… No está claro si realmente se le aplicaban todos en el culto o algunos sólo fueron obra de los poetas de la época. En cualquier caso, el de Moneta sí era real.


Y es que Juno Moneta, como patrona del estado, se encargaba de proteger las riquezas de Roma, que ya vimos que en su versión fiduciaria se acuñaban junto a su templo; por eso las cecas nacionales suelen denominarse Casa de la Moneda y por eso también las monedas solían llevar la inscripción SM, siglas de Sacra Moneta, antes de la reforma de Diocleciano en el siglo III d.C. La diosa solía representarse acompañada de una balanza y el cuerno de la fortuna, así como con herramientas de acuñar (martillo, tenazas, yunque…), una iconografía que la acercaba a Vulcano, de ahí que no pocas veces aparezcan asociadas ambas deidades.

Ahora bien ¿de dónde procede el epíteto Moneta? Hay dos teorías. Según la primera, su etimología remite al término en latín monēre, que tiene varios significados: recordar, advertir, instruir, enseñar… Juno Moneta habría avisado a los romanos, varias veces a lo largo de su historia, de agresiones enemigas contra ellos. Por ejemplo, cuenta Cicerón que la diosa, tras advertir de un terremoto, exigió el sacrificio expiatorio de una jabalina (la hembra del jabalí, se entiende), en lo que se considera una vinculación con la leyenda de los gansos sagrados que desde el templo de Juno advirtieron con sus graznidos de un intento galo de invasión en el año 390 a.C.

Sin embargo, hoy no se acepta ese planteamiento porque se sabe que ya existía un culto extrarromano a una divinidad llamada Moneta que, cuando se importó a Roma (ciudad que no tenía problema en acoger otras religiones), fue asimilada a Juno. ¿Procedía del mundo helénico dicho culto? En la Suda bizantina (una enciclopedia sobre historia, literatura y origen de las palabras escrita en el siglo X) aparece la entrada Μονήτα (Moneta) como nombre de la mencionada diosa y dice que se la llamó así porque los romanos rezaban a Hera (la Juno griega) cuando necesitaban fondos durante su guerra contra Pirro y ella les respondía que no les faltarían si resistían con justicia; concluida la contienda, la honraron llamándola Hera Moneta, es decir, Consejera, del verbo latino moneo («aconsejar» o «advertir»), y establecieron la ceca en su templo.

Decíamos que había dos teorías y la segunda también remite al griego, a moneres, que es traducible como único o solo. Pero es que todavía hubo una aportación extra a ese sincretismo grecorromano y tiene nombre propio: Livio Andrónico, un escritor natural de Tarento (colonia griega, situada en el «tacón» de la península italiana, antes de su conquista por Roma en las reseñadas Guerras Pírricas), que nació en el 284 a.C. y debió ser esclavizado por la contienda aproximadamente una década después; pero fue manumitido y adoptó el nombre de su patrón, convirtiéndose en maestro y escritor en la capital de la república.



De Andrónico se ha perdido la mayor parte de su obra, salvo un centenar de versos sueltos, y únicamente sabemos de ella por otros autores. La que nos interesa aquí es Odusia, la traducción que hizo al latín de la Odisea; fue la primera que usó verso saturnio (el más antiguo de la métrica latina, puede que con influencia griega) y también pionera en incursionar en la épica en ese idioma, antes incluso que Cneo Nevio y su Bellum Poenicum. Para ello, no dudó en recurrir a expresiones arcaizantes para dar mayor solemnidad y usar los nombres romanos de los dioses, aunque procurando mantener fidelidad al original de Homero. Ahora bien, no todos los versos son saturnios y entre los que adoptan otras formas figura uno en el que menciona a Moneta.

«Nam diva Monetas filia docuit…», es decir, «Porque la hija de la diosa Moneta ha dicho…», le sirve a Andrónico para equiparar a esa divinidad con la titánide Mnemosina, hija de Urano y Gea, madre de las nueve Musas, a las que tuvo yaciendo otras tantas noches consecutivas con Zeus. Era la diosa de la memoria, de ahí que en los ritos órficos los iniciados bebieran del río del Hades que llevaba su nombre, aunque también formaba parte del culto a Asclepio. Otro autor que la nombra, en su obra Teogonía, es el poeta Cayo Julio Higino (otro liberto, en este caso hispano, maestro de filosofía y director de la Biblioteca Palatina), quien la hace descender de Júpiter y Clímene, si bien es el único.

Mnemosina fue asimilada en la mitología romana con Moneta y Andrónico las separó literariamente al referirse a la primera con el nombre de la segunda, en su traducción romanizada de Homero. Pero lo interesante es que el epíteto Moneta quedó vinculado a Juno ¿Por qué? Porque, si bien en su templo del Capitolio se guardaban aquellos registros históricos que contenían los Libri Lintei -o sea, la memoria de Roma-, también allí se ubicó la ceca, como explicamos, y el concepto perduraría al menos hasta la Edad Media.


Fuente:  https://www.labrujulaverde.com

viernes, 21 de enero de 2022

UNA VILLA EN TRAFALGAR

La singular villa romana hallada en el cabo de Trafalgar para criar peces y fabricar salazones





Los arqueólogos de la Universidad de Cádiz identifican dos nuevos edificios en el entorno de las excepcionales termas del sitio y 13 piletas de salazones.


En el siglo I a.C., un poderoso señor romano se construyó una lujosa y extensa villa, con termas y varios espacios habitacionales e industriales dedicados a la producción de la popular salsa garum y salazones de pescado, en el cabo de Trafalgar, con unas vistas inmejorables al Estrecho de Gibraltar. Parte de estos restos y de una necrópolis megalítica de la Edad del Bronce aledaña salieron a la luz en primavera del año pasado durante unas excavaciones realizadas por una decena de investigadores de la Universidad de Cádiz.

Pero la segunda campaña de intervención arqueológica en el yacimiento del Cabo Trafalgar – Caños de Meca, en Barbate, efectuada en los meses finales de 2021, ha revelado nuevos e interesantes vestigios que triplican la extensión de las estructuras pertenecientes a la villa y su entorno y modifican la historia de su ocupación, al menos hasta finales del siglo IV d.C. Se han documentado trece piletas de salazones romanos que presentan sus alzados completos (entre 1,5 y 2 metro de profundidad de media), con remates de coronación íntegros, totalmente revestidos de hormigón hidráulico (opus signinum), además de dos edificios hasta ahora desconocidos.


"Estos hallazgos convierten a la villa romana del Cabo Trafalgar en una de las más importantes de todo el litoral andaluz y la única conocida en toda la antigua provincia romana de la Baetica en la que conviven las actividades de acuicultura y de producción de garum y salazones de pescado", destaca Darío Bernal, catedrático de Arqueología de la Universidad de Cádiz y codirector de los trabajos junto al profesor ayudante doctor José Juan Díaz.

Las prospecciones se han centrado en la zona del balneum, en un estado de conservación excepcional, con muros de más de cuatro metros de altura, gracias a quedar oculto bajo la arena de las dunas. En las inmediaciones del complejo termal, con alrededor de media hectárea de superficie, se han hallado las nuevas estructuras. El primer edificio, de unos 150 m2, se relaciona con la industria pesquero-conservera —la mansión tenía una piscina para la cría de peces— y está dotado de tres ambientes: un pasillo en forma de L al aire libre; una zona con tres piletas de salazones y una habitación para la limpieza y despiece del pescado, donde se encuentra una gran mesa, de unos 8m de longitud, con forrado superior de sillería y única en su género en toda la Península Ibérica. El segundo todavía no ha sido excavado.

8 individuos prehistóricos

Los científicos han podido llevar a cabo, en paralelo, los primeros análisis arqueozoológicos de la fauna terrestre y marina, destacando la localización de un gran conchero de época julio-claudia, donde los mariscadores romanos desecharon los restos de sus capturas, especialmente burgaíllos. Además, se han recuperado restos de ostras y de mejillones, posiblemente algunas de las especies que fueron objeto de cría y engorde en los viveros romanos de la villa.

Darío Bernal avanza que "el estudio en curso de desarrollo verifica la continuidad ocupacional en el yacimiento romano entre época de Augusto y finales del siglo IV o inicios del siglo V d.C". Los nuevos hallazgos permiten cubrir "un vacío histórico de más de 300 años existente con antelación, ya que se planteaba que la villa romana se había abandonado en momentos avanzados del siglo I d.C., situación que es posible entender actualmente pues la ocupación humana se trasladó a la playa de los Caños de Meca, donde las posibles cetariae e instalaciones anexas, como el balneum documentado, estuvieron en funcionamiento hasta poco antes del paso de los vándalos con Genserico por el Estrecho de Gibraltar (año 429)".

Asimismo, los arqueólogos acaban de iniciar los trabajos alrededor de la necrópolis prehistórica para tratar de confirmar la existencia de otros enterramientos. En los últimos meses también se ha dado comienzo a los estudios en el laboratorio (análisis paleopatológicos o dataciones de radiocarbono) de los restos de los ocho individuos documentados hasta el momento y del ajuar con el que fueron inhumados, como pendientes de oro y cuentas de collares con piedras de talco y azabache.

Las intervenciones, desarrolladas bajo el proyecto de investigación ARQUEOSTRA  (Arqueología de la ostricultura romana. Técnicas interdisciplinares para la determinación de los orígenes de la acuicultura en Andalucía y Marruecos), están financiadas por la Delegación Territorial de la Consejería de Cultura y Patrimonio Histórico de la Junta de Andalucía con un presupuesto total de 27.000 euros. También cuentan con la colaboración de la Universidad de Estrasburgo, el Centre National de la Recherche Scientifique y la Universidad de Marburgo.



Fuente:  https://www.elespanol.com/






















martes, 18 de enero de 2022

MINERÍA ROMANA

Visita las 5 minas romanas de la Península Ibérica con realidad virtual


Roma poseía un elevado grado de ingeniería para la extracción de los metales y otros minerales y hacía un enorme uso de ellos. Gracias a su avanzada tecnología minera, su poder económico y sus eficaces medios de transporte, Roma puso en marcha la explotación de los recursos minerales en unas magnitudes y dimensiones colosales, hasta entonces nunca vistas.

Uno de los motivos por los que los romanos decidieron instalarse y conquistar la península Ibérica era el de apropiarse de sus abundantes recursos minerales. Descubrimos 5 de los enclaves más destacados con el historiador Isaac Moreno en el Documaster Ingeniería Romana: Minas. Este miércoles en la 2 a las 23.00h.

Las minas auríferas de Filiel, en León


La mayor mina del Imperio a cielo abierto se encuentra en la localidad leonesa de Filiel, donde los ingenieros romanos se emplearon a fondo para proveerse de miles de millones de metros cúbicos de agua, transportados por más de 600 kilómetros de canales que supusieron en sí mismos una de las mayores obras de ingeniería del Imperio.

Gracias a este suministro de agua pudieron lavar un enorme volumen de tierras auríferas, hasta disolver literalmente aquellas montañas, hoy declaradas Patrimonio de la Humanidad. La magnitud de los trabajos mineros realizados por los romanos en Las Médulas no fue superada hasta el siglo XIX, con la introducción de la máquina de vapor en la minería, algo que los romanos hicieron, simplemente, con agua.

Ingeniería Romana | Minas: Filiel en León

Tres Minas y Valongo, en Portugal


Pero no todo el oro se extrajo de sedimentos de sedimentos fluviales, sino que también fue necesario a veces moler la dura roca de cuarzo aurífero para extraer el dorado metal por lo que nos trasladaremos a las minas portuguesas de Tres Minas y Valongo para conocer y maravillarnos del ingenio desplegado en la minería aurífera subterránea y los procesos de molienda.

Isaac Moreno en su visita a una mina

Las minas de plata, hierro y cobre en Oiartzun


A medida que los trabajos subterráneos alcanzaban mayor profundidad, los romanos tenían que realizar galerías de drenaje para evacuar las aguas, como veremos en las minas de Oiartzun, explotadas hasta época reciente y actualmente musealizadas.

Ingeniería Romana | Yacimientos mineros del Imperio Romano

Minas de lapis specularis en Almería y Cuenca


Pero no toda la minería estaba dedicada a la extracción de valiosos y útiles metales. Las minas de lapis specularis fueron también aprovechadas las láminas de yeso transparente (var. selenita) para la confección de los ventanales de mansiones romanas. Estas láminas de origen natural dieron lugar a una espectacular y pujante industria minera en las actuales provincias de Cuenca y Almería, cuyos restos se encuentran hoy musealizados.

Ingeniería Romana | Yacimientos mineros del Imperio Romano

Minas de Riotinto, en Huelva


Aunque pueblos anteriores comenzaron a explotar las minas de Riotinto, fueron los romanos los que más hondas cicatrices abrieron en las tierras onubenses. Los romanos dejaron unos 15 millones toneladas de escoria, y hasta una treintena de norias para el drenaje de las minas. Estos restos, son una muestra del éxito romano en la extracción del mineral. A estas novedosas tecnologías, hay que sumar la construcción o mejoramiento de las vías para su transporte. Una muy conocida es la que unía el puerto de Onuba (Huelva) con Urium (Minas de Riotinto).


Podeis ver el documental completo en el siguiente enlace:


https://www.rtve.es/television/20220105/ingenieria-romana-minas/2069384.shtml


domingo, 16 de enero de 2022

BOTICA VERSUS PROSTÍBULO

 

Un boticario en Pompeya tenía su trabajo al lado de un prostíbulo




Pompeya era una de las ciudades más prósperas del Imperio Romano.
Sin embargo, fue sepultada bajo las cenizas, por la erupción del volcán más peligroso de Europa: el Vesubio. La erupción más intensa del volcán tuvo lugar en octubre del año 79 d. C. Si bien aquella fue una tragedia para los hombres de entonces, significa hoy en día una fuente de información. La que nos permite tener a nuestro alcance de manera bastante clara y completa muchas cuestiones y aspectos de la vida de aquel tiempo y lugar. Allí se pueden observar desde las grandes construcciones y casas perfectamente conservadas, hasta detalles casi cómicos, como el que les vamos a relatar. Se trata de la cómica historia de un boticario de Pompeya que tenía su negocio junto a un prostíbulo. La prostitución estaba permitida tanto social como legalmente en Pompeya, y se consideraba una norma social que los hombres romanos realizaran visitas regulares a los burdeles Esta historia la cuenta Vicente Blasco Ibáñez en su interesante libro: En el país del arte”.

¿Cuál era la razón por la cual el boticario tenía su despacho de medicinas justo al lado de un prostíbulo?

 Este boticario de Pompeya tenía su despacho de medicinas junto a un prostíbulo o burdel con visión de futuro. Este hombre, antes del desastre, debía ser seguramente sumamente astuto y hábil para los negocios.

Con miras al futuro instaló su despacho de medicinas al lado de un burdel, uno de los lugares más famosos y concurridos de Pompeya. Si bien se trataba de un famoso burdel, pero no era el único del lugar. Tenía dos pisos y sus paredes estaban decoradas con pinturas eróticas. Este tipo de dibujos eran comunes verlos en los distintos edificios de la ciudad de Roma, por lo tanto, no eran exclusivos de este lugar.

El boticario instaló su negocio en ese lugar, pensando posiblemente que era el más adecuado, ya que la zona tenía un buen tráfico de gente, a pesar de no ser una calle principal.

Por otra parte, un prostíbulo siempre es una fuente de genera ciertos males y enfermedades venéreas, lo que le generaría trabajo y beneficios a un boticario. Por lo tanto, esta era la razón por la cual este boticario, que no le faltaba astucia, colocó su despacho de medicinas junto a un prostíbulo.

Todas las oportunidades le servían para hacer negocio, hasta una equivocación de puerta

 En distintas oportunidades el pobre boticario sufría las equivocaciones de los visitantes del burdel.  Esto sucedía de noche, y seguramente después de beber más de la cuenta, eran muchos los que se equivocaban de puerta, por lo que no podía descansar bien.

Tal fue el hartazgo de aquel hombre que terminó poniendo un cartel en su pared: Gente ociosa y trasnochadora, pasa de largo. Lo que buscas está en la otra puerta. Aquí se viene después por el remedio.




Fuente:  https://okdiario.com/

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...