In memoriam Pedro Morales Cuenca.


En la localidad conquense de Torrejoncillo del Rey, fue descubierta en el año 1955, por D. Pedro Morales, una cavidad revelada en sueños, como un lugar donde encontraría un singular tesoro escondido en un palacio de cristal.

Tres meses de intensos trabajos dieron como resultado el hallazgo de una cavidad subterránea que resultó ser una mina romana de lapis specularis, de la que no quedaba ni el recuerdo.

En la actualidad, gracias a la intervención de la asociación arqueológica: Cien mil pasos alrededor de Segóbriga y la diputación provincial de Cuenca, se ha convertido en lugar de obligada visita tanto por su interés histórico como cultural.

Si deseas saber más sobre esta historia, accede mediante este link

https://moraencantada.blogspot.com/2011/04/historia-de-un-sueno.html


lunes, 15 de agosto de 2022

UN CAMPAMENTO QUE SURGE DE LAS AGUAS

 

Sale a la luz en Galicia un campamento romano completo debido a la sequía

El complejo arqueológico Aquis Querquennis situado en Ourense se puede ver en plenitud a causa de la escasez de agua y lluvias






Si de algo anda sobrada España es de restos romanos. Hispania fue una de joyas del Imperio y Roma levantó en nuestro suelo todo tipo de infraestructuras de las que han llegado a nuestros días multitud de evidencias, desde teatros a circos, pasando por anfiteatros, templos, calzadas, acueductos, termas, mansiones…. He visitado la mayoría de ellas, pero pocas me han impactado tanto como este campamento romano de la Vía Nova, al sur de la provincia de Ourense, porque pese a estar declarado bien de interés cultural, que sea visible o no depende del nivel de las aguas de un pantano.


Retrocedamos un poco en la historia: la construcción y mantenimiento de las calzadas romanas movilizaba un ingente número de ingenieros y tropas. Y las obras de la Vía XVIII o Vía Nova, entre las ciudades de Bracara Augusta (actual Braga, en Portugal) y Asturica Augusta (actual Astorga) no eran una excepción. Para albergar a la cohorte de legionarios encargados de esas labores se levantó hacía el año 79 un gran campamento a orillas del río Limia, en lo que hoy es la parroquia de Baños de Bande, al sur de la provincia de Ourense.

Era una fortificación notable, con una extensión de 25.000 metros cuadrados y rodeada por una sólida muralla de cinco metros de alto por tres de ancho hecha con piedra de granito sin cementar, dotada de cuatro puertas y otras tantas torres defensivas más un foso exterior de otros cinco metros de ancho. Un recinto bastante inexpugnable, vamos. Y suficiente para albergar a 600 legionarios de infantería y caballería de la Legio VII Gemina, desplazados a tal efecto desde su cuartel general en León.

El paso de la Vía Nova por Ourense era conocido desde antaño porque la provincia está regada de miliarios: es la calzada romana en la que se han encontrado más cantidad de estos postes kilométricos en toda Europa. Pero del campamento no se supo hasta los años 20 del siglo pasado, cuando los vecinos al remover tierras encontraron restos de muros y cerámicas. La primera visita y excavación de cierto rigor científico la llevó a cabo en 1921 el historiador y antropólogo Florentino López Alonso-Cuevillas junto a otros miembros de la intelectualidad galleguista de la Xeración Nos. Pensaron que podría tratarse de una ciudad, pero ni los medios que tenían ni la época en la que vivían les permitieron avanzar más allá. El lugar pasó a ser conocido entre los lugareños como a cidá, la ciudad.




Hasta que llegó la guerra Civil y tras ella la dictadura. Los pantanos del franquismo no atendían a razones: se hacían, sí o sí, cayera quién cayera. Y la construcción de la presa de Las Conchas, inaugurada por Franco en 1949, anegó buena parte del valle del río Limia, sus pueblos y cultivos pero también las evidencias del pasado romano.


No fue hasta 1975 cuando se renovaría las excavaciones y lo que se creía una ciudad se reveló como un gran campamento romano, el mejor estudiado hasta la actualidad de Hispania y uno de los más importantes conocidos hasta el momento. Una visita imprescindible en esta comarca de la Baixa Limia. Pese a la inconveniencia de poder excavar solo cuando las aguas del pantano de Las Conchas bajan de nivel (buena parte del año el yacimiento queda cubierto por las aguas) los trabajos prosperaron y dejaron al descubierto un gigantesco complejo militar con cinco stigrias (barracones) para la tropa en torno a un patio central, almacenes, hórreos, una cisterna de agua, un hospital o valetudinarium además del principia o cuartel general.

Lo primero que impresiona de la visita es la simetría de las construcciones. Como lanzados con tiralíneas, los muros y estancias forman una cuadrícula perfecta sobre una llanura de hierba y guijarros que habla de la habilidad constructiva de Roma. Bien es cierto que esa visión solo es plena desde el aire. Lo segundo es la belleza del lugar: incluso con la presencia invasiva de las aguas del pantano, lo que rodea al yacimiento es una naturaleza apabullante y solitaria, con densos bosques de robles, abedules, acer y otras especies que en otoño se visten con un manto de color. Esta comarca de la Baja Limia es una de las zonas más despobladas de Galicia y esa ausencia humana se siente y hace aún más singular la visita.




Junto al campamento apareció también una mansio, las casas de postas que daban servicio a las calzadas romanas cada 25 milia passum. Se trata de la tercera de las diez mansiones de la Vía Nova contando desde Braga (según el Itinerario de Antonino) y deja ver aún las habitaciones donde pernoctaban los viajeros imperiales, el horno donde se cocía el pan, el pozo de agua y las caballerizas. Un poco más allá hay unas pozas de aguas termales al aire libre conocidas por los vecinos desde tiempos inmemoriales y usadas ahora por los viajeros en las que debían estar las termas romanas y que fueron, sin duda, una de las razones por las que el campamento se instaló aquí.

A la entrada del yacimiento está el Centro de Interpretación y sede de la Fundación Aqua Querquennae. Alberga una interesante exposición permanente sobre el pueblo galaico-romano de los Quarquernos -que habitaban estas tierras-, la llegada de Roma y la construcción del campamento; también sobre el paso de la Vía Nova por esta comarca.

Aquis Querquennis es una visita de lo más recomendable si estás por esta comarca del sur orensano o te interesa la historia de Roma en la península. Puede que cuando llegues al agua anegue parte del yacimiento, pero eso es parte de su peculiaridad y encanto.



  • Es uno uno de los asentamientos militares romanos mejor conservados.
  • Fue construido sobre el 69-79 dc, siendo Vespasiano emperador, y abandonado el 120 dc.

Aquis Querquennis, uno de los asentamientos militares romanos mejor conservados, se estableció en este lugar para la construcción de la Via XVIII o Via Nova. Esta calzada comunicaba Bracara Augusta (Braga) y Asturica Augusta (Astorga), y estuvo ocupada en los siglos II y III.

En su día, este campamento albergó a las legiones romanas que llegaban hasta aquí para construir la Vía Nova, pero también para colonizar estas tierras, en aquel momento salvajes e inhóspitas. Aquis Querquennis fue construido sobre los años 69-79 dc, siendo Vespasiano emperador, y abandonado sobre el 120 dc.

Eran casi 25.000 metros cuadrados, perfecta y regularmente divididos en calles para más de 500 legionarios, entre soldados de infantería y de caballería. Se cree que la unidad militar que ocupaba este campamento fue la cohorte III, que dependía de la Legio VII Gémina, cuya base estaba en León. Esta cohorte fue trasladada a la Dacia (hoy Rumanía) dejando Aquis Querquennis vacía.

Los conjuntos estructurales que hasta ahora han exhumado los arqueólogos, total o parcialmente, son los siguientes:

  • 'Principia' o cuartel general.
  • Dos grandes hórreos para el almacenaje de alimentos no perecederos.
  • 'Valetudinarium' (hospital).
  • Cinco barracones de la tropa.
  • Vías y canales de drenaje.
  • Sistema defensivo (muralla con sus torres, 'porta pincipalis sinistra', puerta principal izquierda, 'porta decumana', puerta sur, pequeño sector del foso e 'intervallum', o vía perimetral, también llamada 'sagularis').

Las reconstrucciones virtuales realizadas por los expertos del proyecto Aquis Querquennis 3D nos dan una idea de cómo fue.

La mansión viaria está compuesta de varias estancias, que se emplearían para hospedar a los viajeros que recorrían la vía romana y como cuadras para las caballerías. También se ha encontrado un horno para cocer el pan y un pozo circular.

El yacimiento de este campamento romano es Bien de Interés Cultural desde 2018. De todo ello da cuenta el Centro de Interpretación Aquae Querquennae-Vía Nova (en la foto de abajo), que alberga un museo y varias salas explicativas del complejo arqueológico.

Muy cerca de la mansión viaria se encuentra una zona de aguas termales, conocida como O Baño. En ella hay varias piscinas y bañeras de piedra, que son vestigios de un balneario que funcionó hasta la construcción del citado embalse de As Conchas.

El "río del olvido" que temían los legionarios

En el lugar estarían las termas romanas, pero todavía no han sido excavadas. Tienen algo misterioso porque cuando llueve mucho, el embalse abre sus compuertas y entonces el agua las cubre y las termas desaparecen... y ya volverán a emerger.

La serie El desorden que dejas (con Inma Cuesta, Bárbara Lennie y Tamar Novas de protagonistas), que Netflix estrenó en 2020, se rodó en parte aquí. Fue en estas termas romanas, junto al embalse.

Termas que se alimentan del río Lima, aquel que los romanos llamaban el "río del olvido". Una leyenda cuenta que el comandante Décimo Junio Bruto tuvo que ser paciente y pedagógico para demostrar a los legionarios que no iban a perder la memoria por cruzar el río. De modo que se situó en medio de la corriente y desde allí, uno a uno, los fue llamando para demostrar que nada había que temer.



Todos los caminos llevan a Roma aunque a veces llegues a ella por otros derroteros. En las lindes del río Limia en el embalse de As Conchas se ha podido avistar por completo el campamento romano de Aquis Querquennis. Normalmente el complejo no puede ser visitado durante la mayor parte del año pero la sequía ha hecho que el embalse esté por debajo de la mitad de su capacidad.

Las investigaciones realizadas durante los últimos años han descubierto que es uno de los campamentos militares más grandes de España. Sus raíces se remontan a las guerras cántabras, cuándo los romanos invadieron tierras galaicas y eligieron el Valle del Limia como epicentro romanizador de esas tierras. Más adelante pasaría por allí la Vía Nova, una calzada romana que unía Astorga con Braga. Existía una posada, la Mansión Viaria por donde los viajeros de esa vía podían tomar descanso.

Un pueblo desaparecido en 1992


Este fenómeno ya ha ocurrido en la misma Galicia y en otros lugares este año. En la frontera con Portugal, en el embalse de Lindoso apareció un pueblo desaparecido en 1992. En el Rin por ejemplo han salido a la luz muelles romanos. Aunque todos los veranos se puede ver la aparición de ruinas, parece que este año se ha dado con más frecuencia.

El yacimiento, uno de los más importantes de Galicia, fue declarado Bien de Interés Cultural (BIC) en 2018
El Centro de Interpretación Aquae Querquennae-Vía Nova se encarga de las visitas y alberga un museo donde se explica la historia del lugar, desde la prehistoria hasta la edad media. El complejo se puede visitar de lunes a viernes de 10.00 h a 14.00 h por las mañanas y de 16.00 h a 20.00 h por las tardes, los findes de semana están de 11.00 h a 14.00 h y de 16.00 a 20.00 h. Se puede acceder al centro por 2 euros y las visitadas guiadas están por 3 euros.


jueves, 11 de agosto de 2022

AUGUSTO AGOSTO

 

Augusto, el hombre del mes de agosto: el gran propagandista de la Antigua Roma





De caudillo sanguinario a modelo virtuoso, el 'princeps' tuvo la necesidad de reinventarse a sí mismo a lo largo de toda su vida


Hombre supersticioso, habilidoso propagandista, político ambicioso, sanguinario caudillo, admirado estadista… Contradictoria resulta la figura de Augusto, el princeps que enarboló el modelo de virtud a imitar entre los emperadores romanos y a quien debemos el nombre del mes de agosto.

Una personalidad múltiple que ya desde tiempos antiguos diversos autores y sucesores en el cargo quisieron reflejar, aunque fuese entre líneas. Justiniano, a mediados del siglo IV d.C., escribió una sátira en la que imaginaba un banquete con el que los dioses daban la bienvenida a los deificados emperadores. Augusto aparecía descrito como una figura extraña e innatural, que cambia constantemente de color para confundirse con lo que le rodea, como un camaleón. Solo en última instancia, cuando es instruido por la filosofía, se convierte en un gobernante bueno y sabio.

La metáfora resulta acertada para resumir la biografía del longevo princeps —vivió hasta los 75 años—, que evolucionó del aspirante manipulador, ambicioso e implacable a figura venerable, respetada y querida por todos en la Antigua Roma. Pero descifrar al verdadero Augusto ha resultado una empresa quimérica para los historiadores; no precisamente por la escasez o el partidismo de las fuentes, sino porque fue un maestro del relato: tuvo la necesidad de reinventarse a sí mismo a lo largo de toda su vida.

Para empezar, fue un hombre con tres nombres. Nació en Roma en septiembre del año 63 a.C. como Cayo Octavio, se convirtió en Cayo Julio César al ser nombrado heredero del dictador y se le concedió en 27 a.C. el de Augusto gracias al voto del Senado y del pueblo romano. La historiografía moderna solo ha utilizado este último y el de Octaviano, que él siempre despreció porque así era como lo llamaban sus enemigos.



Sangre y purgas

Un dato reseñable de su historial reside en su permanente precocidad. Augusto se lanzó a la extremadamente violenta política de Roma con tan solo diecinueve años. De hecho, logró ser nombrado cónsul a esa edad —el cargo estaba vetado a los menores de cuarenta y dos— tras lanzar un órdago al Senado: como al principio su candidatura fue rechazada, marchó sobre la ciudad con un amplio despliegue de legiones, que no encontraron ningún tipo de resistencia.

Augusto se había formado bajo la toga de Julio César. El despiadado general hizo que el joven le acompañara en su campaña bélica en Hispania durante la guerra civil contra Pompeyo, aunque una enfermedad le impidió llegar a tiempo al teatro de operaciones y se perdió buena parte de la acción. Su asesinato le sorprendió en Grecia, estudiando retórica, oratoria y otras disciplinas imprenscindibles para un aristócrata de su proyección.

Como heredero señalado de César, Octaviano se granjeó poco a poco la legitimidad de su nombre y su posición. Incluso se endeudó para entregar a cada ciudadano la cantidad de trescientos sestercios que el dictador les había legado en su testamento. Y tras firmar la alianza con Marco Antonio y Lépido del triunvirato, se lanzó a la caza de los asesinos de su padre adoptivo.

Ese es uno de los capítulos más oscuros de su biografía: las proscripciones. En el Foro se expusieron dos listas de nombres, y quienes aparecieran en ellas podían ser ejecutados sin temor a represalias. Así le ocurrió a Cicerón, degollado cuando estaba a punto de subirse a un barco. Los triunviros incluyeron a varios ciudadanos ricos para pagar las deudas contraídas con los soldados y sufragar la campaña para castigar a los BrutoCasio y compañía.

La batalla naval de Accio (31 a.C.) fue un momento clave en la vida de Octaviano. Logró al fin derrotar a su nuevo y principal rival, Marco Antonio, a quien se describía en la Urbs como un Hércules ebrio abandonado a los placeres orientales e hipnotizado por los encantos de Cleopatra. Perfeccionando su idiosincrasia manipuladora, decidió pagar a su ejército con las monedas incautadas a su enemigo: mediante una hábil relectura de las acuñaciones, las legiones de Antonio representadas a través de águilas y barcos de guerra abandonaban ahora a su general y llegaban para engrosar las filas del Estado romano.

El joven y mortífero caudillo de las guerras civiles tuvo la habilidad para transformarse en el "padre de la patria". No solo logró el poder personal y monárquico que asustaba a los romanos, sino que logró que sus propios conciudadanos se lo entregaran. Proclamó, además, el regreso de la moral religiosa tradicional que se había difuminado en los últimos compases de la República y reconstruyó ochenta y dos templos de la ciudad en ruinas. Augusto, el salvador de Roma, el elegido.



Débil salud

Se conservan más imágenes de Augusto que de ninguna otra persona del mundo antiguo, pero la gran mayoría responden a un canon idealizado. Así lo retrata Suetonio, que empleó fuentes hostiles al princeps: "Tenía los dientes separados, pequeños y desiguales; el cabello, ligeramente rizado y tirando a rubio; las cejas, juntas; las orejas, medianas: la nariz, prominente en la base y recogida en la punta; la tez, entre morena y blanca; y la estatura, pequeña". Esta última característica llegó a ser un verdadero problema, ya que tuvo que usar alzas en público para parecer más alto.

Gozó Augusto de una "débil salud de hierro": era terriblemente friolero y de naturaleza enfermiza. En varias ocasiones estuvo al borde de la muerte: durante las guerras cántabras, por ejemplo, un rayo fulminó al esclavo que le acompañaba. Se salvó, más por azar y fortuna que por planificación, de acabar asesinado por veteranos amotinados o ciudadanos descontentos. También se arrodilló a la superstición: no emprendía ningún viaje el día siguiente a la celebración del mercado semanal y evitaba tratar cualquier asunto los días cinco o siete de cada mes.

El espíritu camaleónico lo desplegó asimismo en su vida amorosa. A su esposa, Livia, la primera mujer en la historia de Roma que realmente tuvo poder, se la robó a un magistrado de la familia Claudia y luego la engañaría con numerosos adulterios. Era el hombre que al mismo tiempo reivindicaba para el pueblo romano las virtudes del matrimonio, el que exilió a su hija, su nieta y su nieto y le dijo a otros que debían criar familias tradicionales. En su monumental biografía sobre Augusto (La Esfera de los Libros), Adrian Goldsworthy resume que "si hay una tendencia, esta es que en general su conducta mejoró según se fue haciendo mayor".

Sobre el emperador han sobrevivido multitud de anécdotas, chistes contados o protagonizados por él mismo e incluso una obra, la Res gestae, en la que recopiló ya en sus últimos años de vida un listado de sus logros y honores. No emerge ahí el caudillo que ascendió al poder absoluto derramando sangre, sino la historia del verdadero artífice de la reconstrucción del esplendor y el poderío de Roma. Octavio Augusto, el gran propagandista que se disfrazó de modelo virtuoso e impoluto.

Origen del nombre del mes de agosto

 Al igual princeps recibió el honor de que un mes fuera bautizado con su nombre. Algunos querían que fuera septiembre para conmemorar su nacimiento, pero él prefirió elegir el anterior, cuando se convirtió en cónsul por primera vez y consiguió tantas victorias. Sextilis, el sexto mes del antiguo calendario romano, y el octavo en el juliano, que contaba con 365 días y seis horas —solo se cometió un error de diez minutos y cuarenta y ocho segundos que sería subsanado en el siglo XVI por el papa Gregorio XIII—, se convirtió en Augustus, el actual agosto.




Fuente: https://www.elespanol.com/

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