In memoriam Pedro Morales Cuenca.


En la localidad conquense de Torrejoncillo del Rey, fue descubierta en el año 1955, por D. Pedro Morales, una cavidad revelada en sueños, como un lugar donde encontraría un singular tesoro escondido en un palacio de cristal.

Tres meses de intensos trabajos dieron como resultado el hallazgo de una cavidad subterránea que resultó ser una mina romana de lapis specularis, de la que no quedaba ni el recuerdo.

En la actualidad, gracias a la intervención de la asociación arqueológica: Cien mil pasos alrededor de Segóbriga y la diputación provincial de Cuenca, se ha convertido en lugar de obligada visita tanto por su interés histórico como cultural.

Si deseas saber más sobre esta historia, accede mediante este link

https://moraencantada.blogspot.com/2011/04/historia-de-un-sueno.html


jueves, 26 de noviembre de 2020

SOMOS ROMANOS (LIBRO)



Somos romanos

Sería fácil decir que desde pequeño me atraía Roma y que leía todo lo que sobre Roma caía en mis manos, desde ese primer Astérix (creo que era Astérix y el caldero) hasta la biografía de Michael Grant sobre Julio César, pero la verdad es que la civilización romana era sólo una más de entre las fascinantes historias del pasado que se abrían en los libros. En las estanterías de la librería del pasillo, al alcance de un niño con más curiosidad de la conveniente, en un mundo lleno de aventuras y descubrimientos podías encontrar todas las civilizaciones del pasado.

Pompeya y los calcos de los cadáveres sí me atrajeron desde que vi sus fotos, en Dioses, tumbas y sabios, de C.W. Ceram, que quizás fue el primer libro “gordo” que leí.  La huella en la lava que más me conmovió de Pompeya fue sin duda la del cadáver del perro retorcido alrededor del palo al que estaba atado. Sé que deberían haberme marcado o dado más pena las huellas de seres humanos como nosotros, pero a mí me daba una enorme tristeza la historia de ese pobre perro, atado eternamente a ese palo, olvidado por sus dueños o tal vez último superviviente de la familia que lo había adoptado…

De pequeño también tuve la suerte de estar en unas pequeñas excavaciones en una villa romana cerca de San Pedro de Alcántara, junto a Marbella. No se me ocurre mejor aventura para un chaval de siete u ocho años. Mis padres se hicieron amigos del arqueólogo, y el sitio, junto con una basílica paleo-cristiana, con enterramientos y todo, estaba prácticamente virgen. Cada día de ese verano, hoy difuminado por la memoria, aparecía un trozo de mosaico, el pozo bautismal, un esqueleto que había que desenterrar a pinceladas… En esa época Astérix y Tintín convivían ya en mis lecturas, junto con libros de arte y de aventuras. Soñaba con el Templo del Sol, con las momias de Rascar Capac y con el secreto de los cigarros del Faraón, y también con ir algún día a Egipto. Tal vez estudiar Historia y ser arqueólogo, descubrir la clave, o ser un reportero como Tintín, aunque yo siempre fui más Haddock.

Los años y el trabajo borraron algunos sueños, pero también trajeron nuevas lecturas. Con la edad me fui dando cuenta de que no siempre hay que excavar para encontrar claves y detalles que pasan desapercibidos para la mayoría de la gente. Se trata más de saber mirar, con los ojos “enseñados” por los libros, para desentrañar los rincones a los que se tiene la oportunidad de viajar. Mérida nos ofrece una pequeña Roma si sabemos mirarla. Segovia nos enseña los caminos del agua, Carranque, Italica, Segóbriga… yacimientos romanos en nuestra geografía los hay muchos y muy interesantes, pero lo curioso, cada vez más, era para mí buscar las diferencias y las similitudes entre el apogeo de la civilización romana y nuestra época sin tener que visitar un yacimiento, sino andando por la ciudad, por cualquier ciudad. Esa Roma que encontraba en cualquier parte, era menos académica y más entretenida, más popular. No era la Roma de los césares, sino más la de Marcial, el escritor satírico, un romano de Calatayud, con el que me encantaría irme de cañas.

Trabajé toda mi vida como publicista, muy lejos de esos sueños de aventura y arqueología, pero por lo menos tuve oportunidad de escribir, aunque fuera anuncios, y de vivir de lo que escribía. Con el tiempo, fui trabajando en ámbitos más cercanos a la cultura y produciendo exposiciones y otros proyectos muy alejados de Roma. Pero aunque yo no estuviera en Roma, Roma muchas veces estaba en mí.


Cualquiera que se haya enfrentado cara a cara con los retratos de “El Fayum” sabe que las diferencias entre esos romanos de Egipto y nosotros son nimias. Un día, en una exposición de retratos de esos parientes lejanos, casi me asusté. Nos parecemos demasiado. También cualquiera que haya pisado Pompeya siente que ha estado allí antes. Esa sensación de estar caminando por tu pueblo, el día después del fin del mundo, es demasiado común. Nos pasa a todos los que deambulamos alguna vez por las aceras de sus calles adoquinadas.

No todo era tan serio. Acumulando anécdotas e historias sobre conceptos romanos que están vigentes hoy, como el reciclaje del vidrio o el origen del rito de pasar a la novia en brazos a su casa, o los pasos de cebra, fui juntando en mi bagaje demasiadas curiosidades en las que la conclusión era que “lo romano” estaba mucho más presente en nuestro día a día de lo que había pensado. Los días de la semana: lunes por la luna, martes por Marte, miércoles por Mercurio, jueves por Jovis, Júpiter, viernes por Veneris, Venus, sábado por Saturno, como en el inglés Saturday, y domingo, el día del sol, dies solis, Sonntag o como lo llamamos actualmente, dies dominicus, el día del Señor. Estos nombres tan romanos, que seguimos utilizando en todo el mundo para llamar a nuestros días, son sólo un ejemplo nimio de lo romano que nos envuelve cada día, sin que nos demos cuenta.

Hace años tuve la suerte de comisariar sendas exposiciones sobre Pompeya, en Barcelona y en Madrid, y así investigar más sobre aspectos de la vida cotidiana en Roma. Cuanto más investigaba más similitudes hallaba, más me parecía que no nos dábamos cuenta de la cantidad de aspectos de nuestra vida que son muy romanos, demasiado romanos.

En 2014 tenía apuntadas ya demasiadas anécdotas romanas actuales y comencé a escribir lo que desde el principio se llamó Somos romanos, un libro donde analizar en quince capítulos quince aspectos de nuestra sociedad que demostraran que seguimos siendo romanos; desde el sexo hasta la religión, desde el ocio hasta el derecho o la cultura popular romana y actual, como llamar cyathos o chato a una medida de vino, una palabra griega y romana que evolucionó en nuestro idioma también como un verbo, chatear, que antes era irse de vinos y charla con los amigos y ahora es pasar tiempo en las redes sociales (y sin vino).

Una bibliografía creciente sobre la vida cotidiana en la antigua Roma, estudiar en la UNED (donde todavía sigo) y buscar en internet cada coma, fueron —en los ratos que podía dedicarle— las piezas con las que componía, poco a poco, letra a letra, Somos romanos. Pronto me di cuenta de que para hallar tesoros no hay que excavar en la tierra, sino muchas veces en los libros y en lo vivido. Así fui encontrando pequeñas joyas que completaban el retrato de lo poco que hemos cambiado, como cuando en un poema de Boecio, poeta romano del siglo V, encuentras la misma frase que en una canción de U2, cuando ambos ayer y hoy, dicen eso de que “el amor es la máxima ley” (canción “One”, de 1992). O cuando ves que Amiano Marcelino, autor del siglo IV, se queja de que “las calles están llenas de jóvenes (…), cantan hasta la madrugada y molestan a los vecinos”. Cuando San Jerónimo, el traductor de la Biblia al latín, la Vulgata, dice que «a caballo regalado no le mires el dentado», es un viejo refrán. Ya en su época.

Hemos cambiado muy poco en dos mil años. Seguimos siendo romanos y en este libro están casi todas las claves para encontrar a Roma hoy, en cualquier paseo por cualquier ciudad, no sólo de España, sino también en la bien llamada Latinoamérica, donde los hispanos llevamos, entre otras cosas, el derecho romano, en el que todos somos iguales ante la ley, y el nombre de muchas ciudades romanas, como Toledo, Mérida, Medellín, León, Córdoba… Ciudades de un continente “latino” donde Roma llegó gracias a Hispania. 

RESUMEN DEL LIBRO

Somos romanos es un libro escrito en tono de comedia que nos muestra las muchísimas y sorprendentes similitudes existentes entre el mundo romano y el actual.

Desde el descanso dominical hasta el matrimonio pasando por el sexo, la política, el derecho y curiosidades como los SMS, el escribir en un muro como en Facebook, la siesta y los pasos de cebra, son algunos de los muchos temas que nos harán comprender que las cosas no han cambiado tanto durante los últimos 2.000 años. Y no hay que excavar en ruinas o viajar lejos. Desde cualquiera de nuestras ciudades, dando un paseo, podemos compararnos con la antigua Roma y ver lo poco que hemos cambiado.

Un libro capaz de atraer a todos, divertir a todos y entretener a todos, porque todos somos romanos. Juan Eslava Galán ha dicho: «El libro de Paco, Somos romanos, es un análisis lúcido sobre la romanidad en la que vivimos». 


TEST PARA SABER SI ERES ROMANO

¿Llamas a los días de la semana lunes, martes miércoles, jueves, viernes, sábado y domingo?

¿Preferentemente te vas de vacaciones en julio o agosto?

¿Cruzas las calles por pasos de cebra?

¿Chateas habitualmente?

¿Te echas la siesta alguna vez?

¿Procuras reciclar vidrio?

¿Te gusta tomar el aperitivo en los bares?

¿Disfrutas del descanso dominical siempre que puedes?

¿Estás de acuerdo con que haya restricciones de tráfico en el centro de las ciudades?

¿Consideras que la educación debe ser mixta e igual para niños y niñas?

Si has contestado que sí a todas estas preguntas, es porque eres romano, más romano que el acueducto de Segovia. Las respuestas están todas en este libro, que no te puedes perder.



PACO ÁLVAREz

sábado, 14 de noviembre de 2020

MUNDUS PATET EL HALLOWEEN DE LA ANTIGUA ROMA

 LA FIESTA DE LOS MUERTOS ROMANA



Es bastante conocido que Halloween deriva de una antigua festividad celta, el Samhain, pero ese no es su único origen. La popular celebración toma elementos de diversas culturas europeas y tiene muchos paralelismos con una antigua tradición romana, el mundus patet, que al igual que el Samhain estaba ligado a la estación de la cosecha.

La expresión mundus patet significa “mundo abierto” y se refiere al Mundus Cereris, un edificio de piedra situado en el foro. Es una de las construcciones más antiguas de Roma y marcaba el centro exacto de la ciudad. Se creía que ese era el punto de conexión entre el mundo de los vivos y el de los muertos, por lo que la mayoría del tiempo su entrada permanecía sellada por una gran losa que solo se retiraba en tres ocasiones al año: el 24 de agosto, el 5 de octubre y el 8 de noviembre.

Las fechas no eran casuales, ya que coincidían con días dedicados a divinidades del inframundo. Aunque por regla general esa entrada debía estar cerrada, los romanos creían que en ciertas fechas señaladas se debía permitir a los manes (las almas de los ancestros) volver a la tierra para ganarse su favor, ya que estos protegían a la familia y garantizaban su prosperidad. Sin embargo, en dichas ocasiones los vivos debían ser muy cautelosos, ya que dicha puerta al inframundo estaba abierta y podían ser arrastrados a él.

Según Catón el Viejo, los días en los que el mundus estaba abierto (en latín, mundus patet), quedaban suspendidos todos los actos oficiales y cualquier actividad militar; las puertas de los templos debían permanecer cerradas; estaban prohibidos los matrimonios y mantener relaciones sexuales -aunque esto último era difícil de controlar, al menos los lupanares se cerraban-, ya que las almas de los muertos podían sentir envidia y arrastrar las mujeres a la muerte; y se debía evitar cualquier actividad que no fuera estrictamente necesaria.

LAS DIVINIDADES DEL INFRAMUNDO

El Mundus Cereris tenía una gran importancia simbólica para los romanos, ya que se consideraba el lugar exacto donde había nacido Roma. Según la leyenda Rómulo, el mítico fundador de la ciudad, lo había erigido para apaciguar el alma de su hermano Remo, al que había dado muerte; y lo había consagrado a Ceres, que era la diosa de la tierra y la agricultura pero también guardaba una estrecha relación con el inframundo.

Los romanos creían que, así como las plantas toman nutrientes de la tierra para crecer, también el mundo de los vivos necesitaba de una conexión con el inframundo para sobrevivir. Por una parte, había que honrar a los manes para que protegieran a sus descendientes; por otra, se debía venerar a las divinidades de la tierra (como Ceres, diosa de la agricultura, o Vulcano, dios de los volcanes) para que esta siguiera dando sus bendiciones y no ocurrieran desastres naturales.

De hecho el mundus patet formaba parte de un conjunto más amplio de celebraciones relacionadas con el inframundo. Los diversos autores romanos discrepan en muchos aspectos acerca de estos ritos, ya que se remontan a los primeros tiempos de la ciudad, posiblemente incluso antes de su fundación. Sus características apuntan a un probable origen etrusco y al ancestral culto mediterráneo a la Diosa Madre, de la cual deriva Ceres.

La concepción romana del mundo de los muertos y de las criaturas malignas que lo habitaban guarda muchas similitudes con Halloween. Así como los lares eran espíritus benévolos, existían también espíritus malvados, llamados larvae maniae: las fuentes romanas describen a los primeros como “espectros que se alimentan de la vida de los mortales”, mientras que los segundos tenían el aspecto de “horribles esqueletos que encienden la locura en los vivos”.

Estaban también los temidos lemuresalmas que no conseguían encontrar reposo a causa de su muerte violenta y seguían vagando por la tierra atormentando a los vivos. Su aspecto y comportamiento corresponde a lo que hoy llamaríamos fantasmas, pero también guardan similitudes con los vampiros ya que, al contrario que otros seres del inframundo, los lemures eran específicamente nocturnos y su propio nombre significa “espíritus de la noche”. Existía una fiesta dedicada específicamente a apaciguarlos, las Lemuralia, que tenía lugar los días 9, 11 y 13 de mayo.

Un caso especial ocurre con las brujas, que en la tradición cristiana han sido asociadas siempre al mal, mientras que en el mundo romano tenían una posición más ambivalente. Eran sacerdotisas iniciadas en los misterios de la magia, que podían usar igualmente para el bien o para el mal. La literatura da fe de que los romanos las temían por sus supuestos poderes y en particular por su conocimiento de la nigromancia, la magia de la muerte, con la que se creía que podían robar la vida de los recién nacidos (de ahí el tópico literario de que las brujas odian a los niños). Pero en ese miedo había también un cierto respeto por sus supuestos poderes de adivinación y mediación con los muertos y se creía que los regalos preparados por ellas, especialmente los dulces, ayudaban a apaciguar a los espíritus malvados para que dejaran en paz a los vivos: el famoso “truco o trato”.

Aunque la historiografia tiende a presentar a romanos y celtas como enemigos -y ciertamente lo fueron-, ambas culturas también influyeron una en la otra. Muchas de las tradiciones romanas más antiguas estaban vinculadas a la cosecha y al paso de las estaciones, puesto que mucho antes de convertirse en un imperio Roma fue un pueblo de agricultores y ganaderos igual que los celtas. Ambos compartían la convicción de que había que agradecer las bendiciones que les daba la tierra y compartirlas con los antepasados, permitiéndoles de vez en cuando regresar al mundo de los vivos y si era necesario, sobornarlos con algún dulce.


Fuente: https://historia.nationalgeographic.com.es/

domingo, 8 de noviembre de 2020

GOOGLE MAPS DEL IMPERIO ROMANO

 Todos los elementos romanos de la zona de Cataluña incluidos en el mapa.

Todos los elementos romanos de la zona de Cataluña incluidos en el mapa. Proyecto TIR-FOR

HISTORIA INVESTIGACIÓN INTERNACIONAL

El Google Maps del Imperio romano: así es el mapa interactivo con todos los vestigios hallados

Un proyecto coordinado por el Instituto de Estudios Catalanes y en el que participan expertos de diversos países confecciona el primer mapa digital al detalle de la Antigua Roma.



Los romanos conquistaron Europa, el norte de África y parte de Oriente sin contar con la ayuda de mapas —sus únicos instrumentos cartográficos fueron los itinerarios como el de Antonino y la Tabula de Peutinger—, adentrándose siempre en lo desconocido, en territorios virgen para sus legiones. Establecieron limes (fronteras) a lo largo de todo su Imperio, pero no sabían dónde se acababa el mundo. ¿Hasta qué punto hubieran intentado portar sus águilas imperiales de conocer la verdadera dimensión del planeta? Una incógnita que nunca se resolverá.La gran clasicista Mary Beard arranca su magnífica obra SPQR (Crítica) con una reflexión muy aguda: "La historia de Roma se reescribe constantemente, y siempre ha sido así; en cierto modo, sabemos hoy más sobre la Antigua Roma que los propios romanos". Una curiosa paradoja que se inserta entre el avance de los siglos —con el consecuente alejamiento del legado de la civilización clásica y sus costumbres— y la continua mejora de las herramientas tecnológicas que permiten estudiar sus vestigios que han sobrevivido.

Sin embargo, sí parece más probable aventurar que los emperadores y generales romanos habrían desvalijado buena parte de los fondos áureos de la Ciudad Eterna por tener acceso al proyecto TIR-FOR. Patrocinado por la Unión Académica Internacional (UAI) y gracias a la colaboración de expertos de diversos países, esta investigación pretende desarrollar el primer mapa digital al detalle sobre la Antigua Roma, un auténtico Google Maps del Imperio romano que hubiera facilitado enormemente las conquistas y reinados de Augusto, Tiberio y compañía.

Sitios de época romana de las islas de Mallorca y Menorca introducidos en la TIR. El mapa permite intuir la diferenciación en la estructura del poblamiento en las dos islas.

Sitios de época romana de las islas de Mallorca y Menorca introducidos en la TIR. El mapa permite intuir la diferenciación en la estructura del poblamiento en las dos islas. Proyecto TIR-FOR

"Hasta ahora había mapas digitales del mundo romano, pero muy esquemáticos, hechos por iniciativa de algún departamento de alguna universidad, no por una unión de países.  Por primera vez se está haciendo un producto de alta calidad y fiabilidad", explica Marta Prevosti, coordinadora científica del proyecto, que se ha comenzado a difundir esta semana gracias a un simposio organizado por el Instituto de Estudios Catalanes-Instituto Catalán de Arqueología Clásica (IEC-ICAC), centro que preside y coordina los trabajos científicos.

El mapa, del cual ya se puede consultar un prototipo, es mucho más que una simple cartografía viaria y política de la antigüedad romana. Se trata de una herramienta interactiva con numerosas posibilidades de búsqueda y que arroja información de todos los elementos recogidos: ciudades, villas, puertos, instalaciones industriales, campos de batalla y campamentos militares, asentamientos indígenas, necrópolis, ruinas y hallazgos significativos, monumentos importantes aislados o, por supuesto, las calzadas. Este colosal esfuerzo de recopilación de las carreteras lo está llevando a cabo el investigador español Pau de Sotocomo ya contó este periódico.

"Las fichas tienen desde la información geográfica básica —coordenadas, municipio y los datos administrativos de época romana, como la provincia y el conventus al que pertenecía— hasta información cronológica, tipológica y de elementos", señala la experta del IEC-ICAC. Por ejemplo, de una ciudad se indica qué categoría alcanzó y qué construcciones contenía —teatros, circos, muralla, casas, basílica cristiana, etcétera—. Cada entrada cuenta también con una descripción del sitio y una bibliografía. El sistema informático permite combinar búsquedas temáticas para generar mapas concretos, como el de todos los anfiteatros erigidos entre los siglos I y II o las ciudades que tuvieron murallas. "Esto no existe, va a ser interesantísimo para los investigadores y el gran público", añade Prevosti.

Alguna ciudades romanas del centro de Italia.Alguna ciudades romanas del centro de Italia. Proyecto TIR-FOR

Aunque el mapa todavía está en una fase inicial, ya se puede navegar por las zonas de Cataluña y Baleares, el norte de Italia y Rumanía y consultar los yacimientos y otros vestigiosJosep Guitart, coordinador del proyecto TIR-FOR, apunta que griegos, polacos y tunecinos ya están haciendo pruebas y que gracias al simposio se han unido arqueólogos de Francia y Alemania. En la actualidad, hay trece países involucrados en el desarrollo de este Google Maps del mundo romano y esperan que ese número vaya aumentando paulatinamente. "En 2 o 3 años es posible que tengamos desarrolladas todas las potencialidades del prototipo y esto ayudará a que otros países se vayan sumando", vaticina el catedrático de la Universidad Autónoma de Barcelona.

"El mapa sirve para los arqueólogos, para la investigación —es una herramienta fantástica porque puedes ver lo que pasa en cualquier sitio y compararlo con tus datos—; pero a nivel del gran publico también está preparado para un uso más didáctico, incluso turístico, para que la gente prepare un viaje descubriendo los museos y complejos arqueológicos que se pueden visitar", analiza Marta Prevosti. Y una ventaja fundamental, resalta Guitart: "Se puede ir poniendo al día. Como cada país tiene su propio equipo, cuando sale un yacimiento importante es posible introducirlo en la base de datos al mismo tiempo que se descubre".

Del papel al online

Lo cierto es que el proyecto de cartografiar los territorios de la Antigua Roma va a cumplir casi un siglo. En 1928, el arqueólogo y geógrafo inglés O. G. S. Crawford formuló la necesidad de emprender un estudio, denominado Tabula Imperii Romani (TIR), que consistía en elaborar un "mapa de todo el Imperio romano" a escala 1:1.000.000 y subdividido en cincuenta y seis hojas. Al mismo tiempo, se iniciaron otras investigaciones de síntesis territorial, más concretas, a través de cartas arqueológicas regionales: la Forma Orbis Romani (FOR), a escala 1:25.000.

Todos esos estudios cartográficos se fueron publicando a lo largo del siglo XX, pero se enfrentaron a un problema fundamental: debido a los nuevos hallazgos arqueológicos quedaban enseguida desfasados. En ocasiones hubo que esperar dos décadas para disponer de una reedición revisada. Concebidos ambos proyectos desde 2004 como dos grandes obras de colaboración entre países con finalidades científicas, la Comisión Internacional para la TIR-FOR decidió en 2014 que era hora de modernizarse, de informatizar todos esos datos recabados durante décadas bajo unos criterios académicos unificados.

Villa romana de Els Munts, en Altafulla, Tarragona.Villa romana de Els Munts, en Altafulla, Tarragona. MNAT

"Tabula Imperii Romani es un mapa donde se incluyen todas las ciudades y villas romanas más representativas y los topónimos que aparecen en las fuentes antiguas", aclara Marta Prevosti, la coordinadora científica. "Forma Orbis Romani es un zoom in sobre un territorio, un mapa más exhaustivo que entra en detalle". Ambas opciones se podrán alternar cuando la página esté más desarrollada, y se irán actualizando a medida que avancen las investigaciones.

Un problema al que se enfrentan los encargados del mapa es la posición exacta de ciertos yacimientos conflictivos, que las excavaciones arqueológicas no han podido ubicar con total seguridad. En estos casos se ha optado por señalar la duda con un símbolo de interrogación y recoger las distintas teorías. "Para la mayoría de topónimos que aparecen en las fuentes antiguas hay hipótesis", asegura Josep Guitart. "Esto obliga a escoger una, la que tenga más posibilidades. También hemos añadido una lista de topónimos que son imposibles de localizar". Quizá en un futuro se vayan desvelando algunos de estos misterios.

Campamentos militares y ciudades de la Dacia y el Bajo Danubio sobre el mapa actual de Rumania. Permite intuir la lógica de la conquista romana y la romanización  a partir de la época del emperador Trajano en el siglo II d.C.Campamentos militares y ciudades de la Dacia y el Bajo Danubio sobre el mapa actual de Rumania. Permite intuir la lógica de la conquista romana y la romanización a partir de la época del emperador Trajano en el siglo II d.C. Proyecto TIR-FOR

No obstante, el mapa ya está ofreciendo interesantes resultados a los investigadores para comprender mejor la expansión del Imperio romano. "Los arqueólogos rumanos nos dijeron que empezaron a ver de forma más clara cómo funcionó la conquista simplemente poniendo todos los yacimientos sobre el mapa, les ha cambiado su idea", asegura Prevosti. "Haciendo la búsqueda de los campamentos militares se explica este proceso, cómo se protegió toda la frontera y cómo los romanos colonizaron el territorio. Sin conocer la historia, el mapa te da una impresión de cómo fue la ocupación", añade Guitart.

"Un mapa es una aproximación a una realidad, y eso es algo que no tenemos del mundo romano —o contamos con cosas no demasiado fiables—", reflexiona la coordinadora científica. Por eso abren las puertas del proyecto, que cada país ha de financiar por su cuenta, a otros grupos de investigación españoles centrados en el mundo romano y a instituciones como el Centro Superior de Investigaciones Científicas, que en su momento lideró el Comité Español de la TIR que publicó en papel cinco magnificos volúmenes que cubrían toda la Península. Una colaboración académica internacional para reunir décadas de estudios y excavaciones, hacer llegar estos trabajos de una forma muy visual y atractiva al gran público y seguir indagando en los secretos de una civilización fascinante. Como dice Mary Beard, la historia de Roma se sigue reescribiendo.

FUENTE: 

https://www.elespanol.com/

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