In memoriam Pedro Morales Cuenca.


En la localidad conquense de Torrejoncillo del Rey, fue descubierta en el año 1955, por D. Pedro Morales, una cavidad revelada en sueños, como un lugar donde encontraría un singular tesoro escondido en un palacio de cristal.

Tres meses de intensos trabajos dieron como resultado el hallazgo de una cavidad subterránea que resultó ser una mina romana de lapis specularis, de la que no quedaba ni el recuerdo.

En la actualidad, gracias a la intervención de la asociación arqueológica: Cien mil pasos alrededor de Segóbriga y la diputación provincial de Cuenca, se ha convertido en lugar de obligada visita tanto por su interés histórico como cultural.

Si deseas saber más sobre esta historia, accede mediante este link

https://moraencantada.blogspot.com/2011/04/historia-de-un-sueno.html


miércoles, 28 de abril de 2021

12 TESOROS DEL LEGADO ROMANO EN HISPANIA

 

LOS TESOROS MÁS BELLOS DEL LEGADO ROMANO EN ESPAÑA

El Imperio Romano dejó una huella tan profunda que aún hoy se puede disfrutar de sus joyas arquitectónicas a lo largo y ancho del país.


Dicen que todos los caminos conducen a Roma. A veces, incluso, se llega a Roma sin tener que viajar demasiado. Al menos, sucede así en España, donde a lo largo y ancho de la que fue la antigua Hispania aparecen restos del portentoso pasado del Imperio Romano. Los vestigios actuales son el testimonio de la presencia romana que se extendió prácticamente durante siete siglos. Las villas, termas, templos, murallas, anfiteatros o acueductos que salpican todo el territorio español son parte de un patrimonio inmortal que ha sobrevivido al paso de los siglos y que hoy sigue maravillando.

1-CONJUNTO ARQUEOLÓGICO BAELO CLAUDIA (CÁDIZ)


Uno de esos yacimientos que dejan patente el buen gusto que tenían los romanos para escoger ubicaciones. La antigua Baelo Claudia está a pocos kilómetros de Tarifa, la capital del sur del windsurf. Bañada por el Atlántico,  la ciudad romana de Baelo Claudia, fundada en el II a.C, era un importante enclave por su conexión marítima y por su factoría de salazón y garum, una salsa fabricada a partir de tripas de pescado y sal que potenció la pesca del atún en la zona. Las ruinas del antiguo teatro –con capacidad para 2.000 personas–, varios templos, tiendas, termas y murallas forman parte del conjunto arqueológico. Después de recorrer el yacimiento, el plan del día sigue con un baño en el mar y con una visita a la duna de Bolonia.





2-TEATRO ROMANO DE CARTAGENA (MURCIA)


Por muchos que los cartagineses la llamaran Qart Hadasht (Ciudad Nueva) en el 227 a. C., lo cierto es que los primeros asentamientos se remontan a íberos y tartessos primero. Pero quienes construyeron el brillante teatro que se puede visitar en la actualidad -gracias, en parte, a un afortunado hallazgo en 1988- fueron los romanos. Hoy el teatro parece contemplar con curiosidad a la ciudad moderna. Con capacidad para 7.000 espectadores, confirma que el enclave fue de vital importancia para el Imperio Romano. Para  hacerse con todos sus secretos lo mejor es pasar primero por el  Museo del Teatro Romano de Cartagena.




3-ACUEDUCTO DE SEGOVIA


Una de las construcciones romanas más emblemáticas de toda la Península Ibérica es el acueducto de Segovia. Todo un prodigio de la ingeniería civil que consiguió traer agua del río Frío, al pie de la Sierra de Guadarrama, a las casas segovianas. Para ello, salvaba la distancia de 16 kilómetros antes de llegar a la ciudad. Hoy es un auténtico símbolo de la ciudad, declarada Patrimonio de la Humanidad. Sobre todo, la parte de la arquería que cruza la plaza del Azoguejo. Reformado durante sucesivos siglos posteriores, el Acueducto de Segovia siguió cumpliendo su función hasta 1973. Tras visitarlo, no hay que dejar atrás el famosos cochinillo segoviano que se puede degustar en clásicos de la restauración patria como el Mesón de Cándido.




4-MURALLA DE LUGO


La antigua ciudad romana de Lucus Augusti estaba rodeada por una muralla que debía tirar para atrás a cualquier invasor solo con verla. Sin embargo, hoy sirve de recorrido de altura por la ciudad y brinda algunas de las perspectivas más bellas del casco histórico de Lugo. Con una longitud de 2266 metros, 5 puertas originales (entre 1853 y 1921 se abrieron otras cinco)y coronada por 85 torres, fue declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en el año 2000 al tratarse de una de las únicas muestras de muralla romana de grandes dimensiones que se conserva fuera de Roma.




5-PUENTE ROMANO DE ALCÁNTARA


Que un puente construido entre los años 103 y 104 d. C. sea uno de los más fotografiados de España a la fuerza debe tener una justificación: su belleza, sostenida a pesar de las sucesivas destrucciones y reconstrucciones que ha ido sufriendo con el paso de los siglos. Una belleza que se debe en parte al propio enclave escogido para su construcción, cruzando un Tajo en el que sus sólidos arcos se reflejan como en un espejo. Y belleza también por el equilibrio entre estética y funcionalidad que confluyen en él y que lo convierten en uno de los máximos exponentes de la ingeniería que los romanos desarrollaron en Hispania. Que siga en pie es toda una garantía si se hace caso a la inscripción que luce en latín: “Pontem perpetui masvrvm in secula mundi” (Este puente durará mientras dura el mundo).




6-PARQUE ARQUEOLÓGICO DE SEGÓBRIGA (CUENCA)


Se trata de una de las ciudades romanas mejor conservadas de toda la península. Recorrer el yacimiento arqueológico, con paradas en el anfiteatro, el teatro, la muralla, el foro, la basílica, los diversos templos, las termas, las necrópolis o por algunas de sus viviendas, se convierte en todo un viaje al pasado de esta gloriosa ciudad impulsada por el emperador Augusto en torno a la minería del  Lapis Specularis. Yeso cristalizado muy afamado por su transparencia y versatilidad como material constructivo.




7-TARRACO (TARRAGONA)


Tarragona es un verdadero museo al aire libre. No se mueve piedra de su centro histórico sin que surja aquí y allí un nuevo vestigio de la antigua Tarraco, la ciudad que Augusto elevó casi a la categoría de auténtico mito urbano. Capital de la provincia Tarraconensis, fue dotada de templos, un gigantesco foro, un acueducto y un circo como mandaban los cánones. Sin embargo, su principal símbolo sigue siendo el anfiteatro junto al mar. Lo mejor es pasar por el Museo Nacional Arqueológico de Tarragona para comprender cómo este pequeño castro militar levantado durante las Guerras Púnicas acabó convirtiéndose en la importante urbe que fue. 




8-ARCO DE TRIUNFO MEDINACELI SORIA


No es un secreto que hubo zonas de la península que se lo pusieron bien difícil a los romanos. Por ejemplo, el territorio que hoy ocupa Soria, donde campaban diversos pueblos celtíberos que plantaron cara al  todopoderoso Imperio. Tal vez por ello, cuando finalmente los ejércitos romanos se hicieron con el control del territorio allá por el siglo I d. C. quisieron dejarlo bien claro levantando un arco de triunfo. Y no cualquiera: el de Medinaceli es el único existente con tres vanos en España.




9-ITÁLICA (SEVILLA)


Aunque cueste, hay que desviar un poco la mirada de la ciudad de Sevilla y ponerla a pocos kilómetros, en Santiponce, o, mejor dicho, en Itálica, la que ostenta con orgullo ser la primera ciudad romana fundada en Hispania y la primera creada fuera de territorio italiano. Fundada en el año 206 a.C., fue el hogar de los emperadores Trajano y Adriano. Entre sus joyas destaca el anfiteatro, uno de los tres mayores de todo el Imperio, con capacidad para 25.000 personas, el acueducto, las termas, y, por supuesto, sus mosaicos, para muchos, uno de los legados artísticos más bellos que el Imperio Romano dejó fuera de Italia. Muchos siglos después su anfiteatro volvió a vivir momentos épicos gracias a que se convirtió en escenario de la serie Juego de Tronos.




10-CIUDAD ROMANA DE AMPURIAS (GIRONA)


Los romanos no pudieron escoger más bello puerto de entrada para expandirse por la Península Ibérica que este pequeño rincón de la actual Costa Brava, fundado por los griegos como enclave comercial. Como explican los manuales de Historia, la cosa sucedió concretamente durante la Segunda Guerra Púnica, cuando el ejército romano de Marco Porcio Catón desembarcó en estas costas allá por el año 218 a.C. Entre los restos del yacimiento romano, abundan algunas domus dotadas de bellos mosaicos, la basílica, el forum y las tabernae. Las vistas al Mediterráneo y al Golfo de Rosas durante la visita están más que garantizadas. 




11-TEATRO ROMANO DE MÉRIDA


Antiguamente conocida como Augusta Emerita, Mérida fue una de las urbes más importantes de la provincia romana de Lusitania. Basta ver algunos de los tesoros que aguardan en la capital extremeña y que fueron declarados como Patrimonio de la Humanidad en 1993 por la Unesco. Entre sus joyas destaca el emblemático teatro, “príncipe entre los monumentos emeritenses”, para el arquitecto José Menéndez-Pidal. Que los romanos controlaban la asignatura de arquitectura es evidente en la prodigiosa acústica del escenario por el que pasan los artistas que participan en el Festival Internacional de Teatro Clásico de Mérida.




12-MONUMENTO NATURAL LAS MÉDULAS (LEÓN)


La mayor mina aurífera del Imperio Romano se ubicó en la localidad de El Bierzo, en León. La vista desde el mirador de Orellán permite hacerse una idea de la titánica tarea que emprendieron los romanos en la zona: una red de canales de más de 100 kilómetros donde destacan los farallones de areniscas rojizas que fueron quedando de la explotación minera. Esta mina a cielo abierto es el testimonio cruel de lo que puede llegar afectar el ser humano a la naturaleza. Por su importancia como testimonio histórico fue reconocido como lugar Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1997.





Fuente:  https://viajes.nationalgeographic.com.es/

domingo, 25 de abril de 2021

CEMENTO ROMANO CLAVE DE LA CONSTRUCCIÓN

 La fórmula perdida y no superada del ultrarresistente cemento romano


Acueducto romano de Segovia


La persistencia de los monumentos de la antigua Roma tras 2.000 años se explica por el hormigón, cuya receta exacta investigan los estudiosos

Los antiguos romanos construyeron diques marinos que han resistido el embate de las olas durante veintiún siglos. También edificaron puentes, acueductos y anfiteatros que todavía se mantienen en pie, a diferencia de construcciones más modernas que en doscientos años se han venido abajo. Ello ha llevado a varios equipos internacionales de geólogos e ingenieros a buscar pistas sobre la composición exacta del cemento utilizado durante el Imperio romano. Sin embargo, su fórmula magistral continúa siendo un misterio comparable al de la Coca-Cola.

Basta observar el puente Fabricio, el más antiguo de Roma, para comprobar la extraordinaria durabilidad y resistencia de las construcciones romanas. Pese a levantarse en el año 62 a.C., sigue permitiendo a los viandantes cruzar desde la orilla este del río Tíber hasta la isla Tiberina. Pero los ejemplos son incontables: el puerto hexagonal de Trajano que el emperador romano hizo construir entre Ostia y Fiumicino para alojar a los grandes navíos venidos desde todos los mares para aprovisionar de mercancías a la capital del Imperio, sigue ahí, intacto, como hace dos mil años.

Y lo mismo cabe decir de muchos puentes esparcidos por Europa, algunos todavía en uso, de los cimientos de edificios históricos existentes en Roma o Florencia, de la cúpula del Panteón de Roma (construida aproximadamente en el año 113 d.C., casi 2000 años después, sigue siendo la mayor cúpula de hormigón no armado del mundo), del puente de Alcántara (Cáceres) y de tantas infraestructuras longevas esparcidas por el viejo continente, el oeste de Asia y el norte de África.

La llamada “revolución del hormigón” comenzó con la República romana en el 509 a.C. y floreció con la llegada del Imperio romano en el 27 a.C. Los romanos basaron su expansión territorial en la ingeniería, por lo que se vieron obligados a acometer grandes obras para administrar sus posesiones.

Para tal fin crearon vías (según la Universidad de Stanford, en el año 200 de nuestra era, cuando el poder de Roma se encontraba en su máximo apogeo, las vías que recorrían el Imperio en esta época abarcaban 85.000 kilómetros, para cubrir y comunicar cerca de seis millones de kilómetros cuadrados) puentes, almacenes, puertos, acueductos, anfiteatros, termas etc. Es en esta época cuando los antiguos romanos generalizan el uso de arcos, cúpulas y bóvedas.


Panteón de Agripa


Pero, para construirlos, necesitaban un material increíblemente resistente: el hormigón romano. Los documentos históricos sobre este material escasean, pero se sabe que fue profusamente utilizado a partir del año 150 a.C., aunque algunos estudiosos afirman que bien pudo desarrollarse un siglo antes.

Sin embargo, con la caída del Imperio romano, la receta exacta se perdió por completo. En De Architectura, el mayor tratado arquitectónico que se conserva de la Antigüedad clásica, Marco Vitruvio Polión, el que fuera arquitecto de Julio César durante su juventud, dejó algunas pistas.

Para el cemento utilizado en los edificios, Vitruvio describió una proporción de una parte de cal por tres de puzolana, una arena volcánica procedente de los lechos de Pozzuoli (“pocitos”, en latín, nombre adoptado en honor de los antiguos pozos de agua volcánica existentes en esta parte de la región de Campania, en la zona volcánica próxima al Vesuvio, cuyas aguas, pensaban los romanos, curaban la esterilidad). Para los trabajos subacuáticos, en cambio, Vitrubio especificó una parte de cal por dos de puzolana.

El erudito romano Plinio el Viejo describió en Historia natural, un compendio del saber existente en el siglo I de la era cristiana, cómo las estructuras creadas con esta argamasa se convertían en “una sola masa de piedra, inexpugnable para las olas y cada día más fuerte”.

Los ingenieros y arquitectos modernos se han maravillado durante mucho tiempo con la solidez y firmeza del hormigón romano. Ello ha impulsado a equipos de investigadores a visitar espigones, muelles y diques para estudiar sus propiedades. El Laboratorio Nacional Lawrence Berkeley de EE.UU., por ejemplo, quiso averiguar cómo algunos muros de hormigón habían resistido impasibles el paso del tiempo e incluso sobrevivido al terremoto de 1349.


Puente de Alcántara


Utilizando tecnologías muy avanzadas, como la espectroscopia Raman, los geólogos han analizado muestras de mortero romano de 0,3 milímetros de grosor con haces de rayos X para aprender más sobre la estructura de sus cristales. ¿La conclusión? Los romanos eran increíblemente ingeniosos, por lo que es posible, señala Marie Jackson, científica del Departamento de Ingeniería Civil y Medioambiental de la Universidad de California, que observaran cómo la ceniza de las erupciones volcánicas cristalizaba en una roca duradera.

La investigación liderada por Jackson comenzó durante el año sabático que esta geóloga pasó en Roma para demostrar que Plinio el Viejo no exageraba y que el agua del mar que se filtraba en los diques marinos, a través del hormigón, favorecía su resistencia. Según ha declarado Jackson posteriormente, los romanos utilizaron rocas procedentes de los volcanes del Golfo de Nápoles para fabricar el hormigón que utilizaron en Italia, pero, en cambio, en el caso de los acueductos españoles emplearon agua dulce.

Otro descubrimiento sorprendente es que los romanos manejaron un mineral muy raro, llamado tobermorita aluminosa. Al parecer, la tobermorita aluminosa se formaba cuando el agua de mar se filtraba a través del hormigón de los rompeolas y muelles, disolviendo la ceniza volcánica y permitiendo la formación de nuevos minerales que, al reaccionar químicamente con el agua del mar, reforzaban la matriz. Este tipo de cristalización solo se ha observado en lugares como el volcán Surtsey, en Islandia, informa la revista Nature, tras apuntar que, en lugar de corroerse con el tiempo, el hormigón romano tenía propiedades autocurativas y parecía fortalecerse con su exposición a los elementos, particularmente al agua marina.

El hormigón romano es de gran interés científico no solo por su inigualable resistencia y durabilidad, sino también por las ventajas medioambientales que ofrece. En la actualidad, la mayoría de los hormigones modernos se aglutinan con cemento de Portland. Para fabricarlo, es necesario calentar una mezcla de piedra caliza y arcilla a 1.450 grados Celsius, un proceso que libera hasta el 7% de la cantidad total de dióxido carbono que se emite a la atmósfera cada año. El mortero romano, en cambio, se calcina a una temperatura más baja (900 grados), lo que implica una importante reducción de las emisiones contaminantes.

Los científicos destacan que las construcciones modernas de hormigón comienzan a dar señales de desgaste a partir de los 50 años, un lapso de tiempo ridículo en comparación con algunas de las obras de ingeniería romana. El problema es que las cenizas volcánicas no abundan en el planeta.

Anteriormente a los romanos, los griegos usaban una argamasa calcárea que, al secar, hacía de aglomerante. Sin embargo, los romanos descubrieron que los materiales volcánicos que usaban reaccionaban con el agua, como lo hace desde el año 1824 el cemento de Portland, el nombre elegido por James Parker y Joseph Aspdin al patentarlo por su color oscuro, similar a la piedra de la isla de Portland del canal de la Mancha.

Aunque el hormigón romano era mejor que muchos hormigones de baja calidad que se siguen fabricando en la actualidad, muy probablemente no era superior a los buenos hormigones contemporáneos. No obstante, el romano, afirman los científicos, podría seguir siendo muy útil en determinados contextos. Marie Jackson sugirió que podría usarse para construir el malecón de la laguna de Swansea (Reino Unido), frente a la costa sur de Gales, para aprovechar la energía de las mareas. La razón que esgrimió es que la laguna tendría que estar operativa, como mínimo, durante 120 años para amortizar los costes de construcción del proyecto, en tanto el acero que reforzaría un dique de hormigón convencional, dijo Jackson, se corroe en 60 años.

Asimismo, se ha encontrado algo similar a cemento romano en los gruesos muros de hormigón de un reactor nuclear japonés. Según dijeron científicos de la Universidad de Nagoya en un comunicado, la formación accidental de torbemorita aluminosa aumentó la resistencia de las paredes más de tres veces, según un estudio publicado en Materials and Design.


Coliseo romano


"Descubrimos que los hidratos de cemento y los minerales que forman las rocas reaccionaban de forma similar a lo que ocurre en el hormigón romano, aumentando significativamente la resistencia de los muros de la central nuclear", declaró Ippei Maruyama, ingeniero medioambiental de la Universidad de Nagoya.

Maruyama y sus colegas descubrieron que se formaba tobermorita aluminosa en las paredes de hormigón de un reactor nuclear cuando se mantenían temperaturas de 40-55°C durante 16,5 años. Las muestras se tomaron en la central nuclear de Hamaoka (Japón), que funcionó de 1976 a 2009.

Los análisis en profundidad mostraron que las gruesas paredes del reactor eran capaces de retener la humedad. Los minerales utilizados para fabricar el hormigón reaccionaron en presencia de esta agua, aumentando la disponibilidad de iones de silicio y aluminio y el contenido alcalino de la pared. Esto condujo finalmente a la formación de tobermorita aluminosa.

“Entonces, ¿por qué no volver al hormigón romano?”, se pregunta el diario Corriere della Sera. “La receta está ahí, pero falta el conocimiento de las 'dosis' exactas”, añade el artículo, para finalizar concluyendo que no se puede descartar que en un futuro próximo volvamos a construir con cemento romano.




Fuente: https://www.lavanguardia.com/

jueves, 22 de abril de 2021

JULIO CESAR EN EL ESPINAR

 Julio César ensayó en Segovia sus tácticas para la Guerra de las Galias


Estatua de Julio Cesar


Descubren restos arqueológicos de campamentos romanos en El Espinar como los de la batalla de Alesia


Una década antes de medirse con Vercingétorix en la batalla de Alesia, Julio César pudo haber ensayado en Hispania la estrategia que le dio la victoria en este célebre enfrentamiento de la Guerra de las Galias. En las proximidades de la localidad segoviana de El Espinar se han localizado al menos dos campamentos romanos del siglo I a.C. con estructuras semejantes a las de Alesia, junto a los restos de un gran asentamiento indígena que también sufrió el asedio de Roma y acabó sucumbiendo ante su poder.

«Los fosos y parapetos paralelos de los campamentos tienen una entrada de cuarto de semicircunferencia, también llamada de clavícula, que rompe la línea del muro y se desarrolla hacia el interior. Es el tipo de entrada que hasta ahora se había documentado por primera vez en Alesia, donde sabemos que estuvo Julio César, y se identifica con sus tácticas o con las de aquellos que estaban con él», explica el arqueólogo Iván Aguilera, director del proyecto de este yacimiento segoviano denominado Canto-Los Hierros.

A esta característica propia del famoso político y militar romano se une el hallazgo en estos parajes al pie de la sierra de Malagón de tachuelas de las sandalias que usaban las tropas legionarias y de restos de armamento e impedimenta empleado a mediados del siglo I a.C. Por esa época, Aguilera recuerda que «no hay un evento militar significativo en esta zona salvo la presencia de César, que aparece en el año 61 a.C. en la Península».




En el reparto de las provincias, a Julio César le fue asignada la Hispania Ulterior, que ya conocía por haber sido ocho años antes 'cuestor', un magistrado que se encargaba de la administración del erario público y de la recaudación de impuestos. Aún regresaría por tercera vez en la década de los 40 a.C., durante las guerras civiles, pero es en su etapa intermedia como 'propretor' o gobernador cuando al mando de sus tropas batió este territorio, obligando a bajar al llano a las poblaciones indígenas para facilitar su tributación.

«Julio César buscaba la gloria y la fama a través de éxitos militares que, además, le proporcionaban un botín para pagar sus deudas e ir subiendo en la escala de su carrera política», relata el arqueólogo de El Espinar.

Las nuevas tecnologías empleadas en el yacimiento Canto-Los Hierros de El Espinar, con el uso de modelos digitales del terreno de óptima resolución a partir de datos LIDAR, revelan un gran espacio de 135 hectáreas delimitado con cuatro tramos de muralla en lo alto de un cerro, que se cree que fue habitado desde el siglo III a.C por los vetones, un pueblo de cultura celta de carácter guerrero y ganadero. Las primeras investigaciones llevadas a cabo en 2016, en el marco del programa Atajo, descubrieron los restos de casi un centenar de viviendas similares a otras poblaciones prerromanas del Sistema Central.

Un gran yacimiento





Iván Aguilera indica que sus dimensiones serían como las del actual pueblo de El Espinar, al menos su casco urbano. «Para este contexto de la Edad del Hierro, es uno de los yacimientos más grandes, si no el mayor que hay», asegura. La vecina protociudad del Castro de Ulaca, en Ávila, ocupa una superficie mucho menor, de 70 hectáreas.

Al enclave vetón se suma la veintena de hectáreas que ocuparon los campamentos romanos para su asedio, definiéndose así todo auténtico complejo arqueológico. Eran éstos acantonamientos temporales, simples recintos dotados de un foso y un parapeto perimetrales. Dentro, los legionarios pernoctarían en tiendas de campaña durante las semanas o meses que durase el asedio del 'oppidum' vetón.

Se calcula que debieron estar ocupados por un par de legiones, unos 10.000 soldados. «No sabemos si Julio César dirigió personalmente el cerco, pero sí podemos rastrear su huella en las maniobras de control de ese asentamiento indígena», explica el director del proyecto del programa Atajo, una iniciativa presente desde el 2009 en el entorno segoviano, de puesta en valor del legado cultural y silvestre del medio rural con la finalidad, mediante la actividad pedestre y el análisis histórico, de generar nuevos recursos económicos.

De corroborarse su hipótesis, la estrategia que desarrolló César en este territorio segoviano contra los vetones «sería un antecedente», que le habría servido como preparación para lo que viviría a posteriori en la guerra de las Galias y para acaparar después el máximo poder en Roma.




Aún queda mucho por investigar en el asentamiento indígena de los vetones y en estos campamentos romanos, los primeros que se documentan entre el Sistema Central y el valle del Duero. Solo con futuras excavaciones se podrá dar luz a este antiguo escenario de asedio. El hallazgo de nuevos materiales ayudaría a concretar las fechas y permitiría conocer mejor este episodio de la historia. Sin embargo, las investigaciones se encuentran «en una fase de incertidumbre», según Aguilera, ante la falta de compromiso de las administraciones locales y la negativa de propietarios de las fincas donde se ubica el yacimiento a dejar trabajar a los arqueólogos.

En el mismo lugar que ocupó uno de los campamentos romanos, los arqueólogos han encontrado envases de hojalata que fueron utilizados para el avituallamiento de las tropas sublevadas durante la Guerra Civil. A Aguilera no le extraña. «Fue un enclave estratégico militar usado a lo largo de la historia por su visibilidad, su posicionamiento en alto y por su situación geográfica», explica.


Fuente:  https://www.abc.es/cultura


martes, 20 de abril de 2021

GALERIA UFFIZI ( RECORRIDO VIRTUAL)

 

Un recorrido virtual por el papel de las mujeres en el imperio romano





La Galería de los Uffizi de Florencia estrena su primera muestra completamente digitalizada debido al cierre de los museos en Italia



Los museos en Italia llevan desde noviembre prácticamente cerrados a causa de la pandemia. Sólo pudieron reabrir brevemente, entre semana, a partir de enero en los lugares menos afectados del país, para luego volver a tener que echar el cierre ante las duras restricciones adoptadas por el Gobierno de Mario Draghi hace más de un mes. Con este panorama, mantener el programa de exposiciones temporales es una verdadera odisea. Por eso la Galería de los Ufizzi de Florencia ha decidido dar un paso más y abrir la primera muestra completamente virtual que puede recorrer de forma gratuita desde la página web del museo.

Se trata de la exposición ‘Imperatrici, matrone, liberte’ (emperatrices, matronas, libertas), un recorrido a través de esculturas y otros objetos por la historia de la presencia de las mujeres en la antigua Roma, concretamente en los dos primeros siglos de la etapa imperial. Una exposición que en un principio se pensó y organizó en tres salas del museo para ser vista de forma presencial, pero como tuvo que bajar las persianas apenas un día después de la inauguración, en noviembre, ahora los famosos museos florentinos han optado por digitalizarla en alta definición y hacerla accesible a todo el mundo que tenga un ordenador o un teléfono móvil.

La muestra cuenta con una treintena de obras que provienen de la colección del museo, entre ellas una gran escultura de Agripina la Menor, la célebre madre del emperador Nerón. También con unas monedas de oro de época romana procedentes del Museo Arqueológico de Florencia, que permiten comprobar el papel de las mujeres en la propaganda de la casa imperial, y otros préstamos de la Biblioteca Nacional Central de Florencia.




“Dada la dificultad de movimiento y la situación particular en que nos encontramos nos hemos decidido por una experiencia de tour virtual. Es la primera vez que lo hacemos para una muestra, con lo que este periodo también puede ser una buena manera para aprender nuevos métodos”, explica al teléfono la comisaria de la exposición, Novella Lapini.

La narración permite aprender sobre el papel de las mujeres en los dos primeros siglos del imperio romano, tanto de las representantes de la casa imperial y sus posibles papeles públicos. Como el de Agripina, madre, esposa y hermana de emperadores, acusada de envenenar a su marido (y tío), el emperador Claudio. “Demuestra como cuando una mujer importante quería entrar en la vida política sufría las clásicas acusaciones de adulterio o envenenamiento”, comenta Lapini.

Pero no sólo cuentan las experiencias de mujeres que pasaron a la historia, sino vivencias fascinantes de la vida cotidiana de las matronas (ciudadanas casadas de clase media alta) y las libertas, para explicar la evolución de la condición femenina. Por ejemplo, muestran en la práctica como la propaganda oficial se reflejaba en la vida de las mujeres comunes cuando se debían representar a sí mismas, como en las tumbas, cuando copiaban las modas y los estilos de las emperatrices de la época.

Algunas historias desconocidas son verdaderamente interesantes, como la de Pompeia Trebulla, una poderosa matrona de la élite de Terracina que hizo restaurar el templo dedicado a Tiberio y a la madre Livia, poniendo así su nombre al lado de los Augustos en un gesto relevante de independencia femenina. “En algunas ciudades aparecen mujeres en las áreas públicas, una anomalía hasta entonces. Es la erupción del papel de la mujer en la Roma imperial”, subraya la comisaria sobre un asunto que normalmente está fuera de los focos, porque las fuentes y los historiadores de la época se concentraban casi exclusivamente en los hombres.

El director de los Uffizi, Eike Schmidt, valora que la muestra se enfoca a la “la historia social de diferentes clases de mujeres, desde emperatrices a esclavas, y esto es muy interesante”. “Forma parte de una serie de exposiciones dedicadas a las mujeres a lo largo de la historia que empezamos hace cuatro años”, añade. Ahora, de forma completamente virtual.




Fuente:https://www.lavanguardia.com/

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