In memoriam Pedro Morales Cuenca.


En la localidad conquense de Torrejoncillo del Rey, fue descubierta en el año 1955, por D. Pedro Morales, una cavidad revelada en sueños, como un lugar donde encontraría un singular tesoro escondido en un palacio de cristal.

Tres meses de intensos trabajos dieron como resultado el hallazgo de una cavidad subterránea que resultó ser una mina romana de lapis specularis, de la que no quedaba ni el recuerdo.

En la actualidad, gracias a la intervención de la asociación arqueológica: Cien mil pasos alrededor de Segóbriga y la diputación provincial de Cuenca, se ha convertido en lugar de obligada visita tanto por su interés histórico como cultural.

Si deseas saber más sobre esta historia, accede mediante este link

https://moraencantada.blogspot.com/2011/04/historia-de-un-sueno.html


martes, 11 de enero de 2022

EL TERROR DE NERÓN

El terror de Nerón: la legión romana de Hispania que derrocó a un emperador y saqueó Italia

La VII Gemina, famosa por haber recibido el encargo de proteger las minas de oro peninsulares, partió hacia el corazón del imperio de manos de Galba para dar un golpe de estado


Cuentan que, cuando Nerón hundió el gélido filo de una daga en su garganta el 68 d.C., se despidió del mundo con las siguientes palabras: «¡Qué gran artista muere conmigo!». Sea o no cierta la historia, lo que se suele obviar es que con su suicidio comenzó la leyenda de la VII Gemina, una legión fundada en el corazón Hispania por el sexagenario Servio Sulpicio Galba apenas dos años antes. Su objetivo: marchar hacia el corazón de Italia y dar un golpe de estado contra el que, a la postre, ha sido conocido como uno de los emperadores más desquiciados del Imperio.

Anciano en Hispania

La historia de la VII Gemina se entrelaza con la de Galba. Hijo de un general veterano que había sido pretor de la Hispania Ulterior, una de las dos provincias en las que los romanos dividieron el territorio conquistado en la Península Ibérica, este personaje fue definido por el historiador del siglo II Plutarco como «el más rico de todos los que pasó por la casa de los Césares».

En principio fue también uno de los tantos protegidos de Nerón por su destreza a la hora de dirigir legiones y por su relación de parentesco con Livia, la mujer de Augusto. Se podría decir que los contactos le valieron igual que el arrojo.

Así lo explicó Plutarco en 'Vidas paralelas': «Condujo con acierto en el mando del ejército de Germania y, nombrado procónsul de África, fue uno de los pocos que merecieron elogios». La frase se queda corta para definir de forma exacta sus glorias entre los años 37 y 43. Quizá el que mejor las describe sea el también historiador Suetonio en su 'Vida de los doce Césares': «Calígula quedó tan satisfecho de su ejército y de él que, entre las numerosas tropas levantadas en todas las provincias, fueron las suyas las que recibieron más recompensas y mayores muestras de aprobación. Galba se distinguió notablemente dirigiendo, con un escudo en la mano, las evoluciones militares».




Tal y como explica el arqueólogo Juan Manuel Abascal Palazón en un artículo sobre este personaje elaborado para la Real Academia de la Historia, un cóctel de prudencia y agotamiento llevaron a Galba a abandonar la vida pública durante una década: «Se retiró a una residencia cercana a Tarracina, el solar paterno y lugar de nacimiento, seguramente para atender sus intereses privados, el patrimonio familiar y su enorme fortuna». No retornó con paso firme a la política hasta el año 60, en pleno gobierno de Nerón Claudio César Augusto Germánico. Por entonces el militar era un sesentón, aunque bien considerado en la Ciudad Eterna.

El mismo emperador al que los historiadores calificaron de loco y pendenciero fue quien le promocionó y le encomendó el que fue su tercer gobierno provincial. Esta vez, en la ya Hispania Tarraconensis. Así recuerda Plutarco aquellos días en sus escritos: «Fue por Nerón enviado de gobernador a Hispania, antes que este príncipe hubiese tomado la manía de tener a los ciudadanos colocados en las grandes dignidades; y a Galba, que por naturaleza era benigno, la vejez le añadía la opinión de ser próvido y precavido». La decisión fue controvertida por su avanzada edad, de eso no hay duda, pero el gerifalte que regía el destino de Roma también lo era.

Cuesta saber cómo fue su gobierno en la Tarraconensis. Los mismos autores no se ponen de acuerdo en si fue un gobernante ecuánime o si habría que dibujarle como una suerte de diablo togado. Suetonio da argumentos para sostener ambas tesis. A la par que incide en su «gran energía y vigilancia», recalca que se extralimitó a la hora de evitar los delitos y la delincuencia. «Ordenó, por ejemplo, cortar las manos a un infiel y clavarlas sobre su mostrador. Hizo crucificar a un tutor por haber envenenado a su pupilo, cuyos bienes había de heredar; invocó el culpable sus derechos y privilegios de ciudadano romano, y Galba, como para suavizar en algún modo el horror del suplicio, le hizo clavar en una cruz pintada de blanco y mucho más grande que las corrientes», explica.

Tomar Roma

Su veteranía, su solera y su capacidad de dirigir tropas hicieron que fuese uno de los generales a los que se llamó para arrebatar la poltrona de un Nerón sumido ya en la locura. Fue durante una etapa en la que Galba se había alejado de los focos por miedo a la ira del emperador. El romano se hallaba en Cartagena cuando se enteró de que las Galias se habían sublevado contra Roma de la mano de Cayo Julio Vindex. «Recibió cartas de este que le instaban a declararse libertador y jefe del universo. Su vacilación duró poco, e impulsado tanto por el temor como por la esperanza, accedió a lo que le pedían», explica Suetonio.




Y hete aquí que nació la VII Gemina, una legión con sabor peninsular que Galba creó en el año 68 en Hispania con el objetivo de marchar sobre Roma, como bien corrobora el popular divulgador Stephen Dando-Collins en su magna 'Legiones de Roma'. Lo cierto es que fue por necesidad, más que por vicio, pues solo se hallaba por estos lares la VI Victrix, de efectivos insuficientes. Ante la escasez manifiesta de tropas, el gobernador hispano se vio obligado a hacer una leva a toda velocidad. El anglosajón es partidario de que la recluta la llevó a cabo a lo largo del verano en la Hispania Tarraconensis.

El historiador Juan José Palao, experto en la Hispania romana, es más concreto. El profesor afirma en 'Legio VII Gemina' que el reclutamiento supuso un infierno para Galba y que se sucedió en Cartago Nova después de recibir las cartas de Vindex. Además, es partidario de que el alumbramiento de la legión debió sucederse en Clunia, donde el militar estableció su cuartel general. Suetonio añade que se construyeron defensas para proteger la ciudad, un dato sencillo, pero que suscribe la tesis del experto español. «Lo mismo sucede con la fecha de su fundación. En un grupo de tres inscripciones se celebra el natalicio del águila de la legión el 10 de junio», sentencia.

Lo que está claro es que la Gemina –formada por reclutas hispanos a partir de la VII Claudia– fue la columna vertebral del anémico contingente con el que Galba salió para Roma en mayo del 68. Fue en los últimos días del mes, para ser más concretos, cuando soplaron los vientos de guerra. Aunque no se puede decir que se enfrentaran a un rudo enemigo. Las fuentes clásicas confirman que los soldados leales a Nerón desertaron en masa a principios de junio. El emperador loco, que había llamado a una infinidad de soldados al ver acercarse al enemigo –incluso a combatientes de segunda que anhelaban hacerse con la ciudadanía– tuvo que ver cómo le abandonaban todos y cada uno de sus seguidores.

Idas y vueltas

Superado, abandonado y temeroso, Nerón huyó y terminó con su vida suicidándose. Galba arribó poco después junto a la VII Gemina, que dio buena cuenta de las riquezas de la Ciudad Eterna a base de saqueo. «A Galba se le saludó emperador, y declaró él no querer ser otra cosa que legado del Senado y pueblo romanos. Añadió luego que estaba interrumpido el curso de la justicia y reclutó entre el pueblo de su provincia legiones y tropas auxiliares para reforzar su ejército, que solamente constaba de una legión, dos alas de caballería y tres cohortes», desvela Suetonio en su obra. Tras aquellos dos años de marcha, la legión fue puesta a los mandos de Marco Antonio Primo en Panonia.

El divulgador histórico Fernando Martínez Laínez explica en 'El soldado español. Una visión de España a través de sus combatientes' que la VII Gemina fue la única guarnición de toda la península situada en la provincia Tarraconensis junto a sus unidades auxiliares. Allí regresó casi una década después. «Permaneció en Hispania hasta el fin de la presencia romana. Con Marco Aurelio combatió a los 'moros' de la Mauritania Tingitana en la Bética. Después de luchar en Panonia, esta legión regresó en el 74 al enclave de lo que sería la actual ciudad de León. Su labor fue sostener la administración imperial en la región», afirma el que fuera finalista del Premio Planeta en declaraciones a ABC.

El experto se refiere, en concreto, a la tarea de proteger las riquezas peninsulares para que siguieran llenando las arcas del estado romano. «Además de ocuparse de la defensa territorial en las fronteras de Asturias y Cantabria, tenía la misión de custodiar el oro procedente de las ricas minas de la zona de Astorga, desde donde se trasladaba a Roma», completa el experto. La VII Gemina seguía en la Península cuando Dión Casio elaboró, allá por el 230, un estudio pormenorizado de la ubicación de las unidades del águila. Poco más se sabe de ella, pues no existe evidencia de su existencia tras el siglo III


La locura de Nerón

«No hablaré de su comercio obsceno con hombres libres, ni de sus adulterios con mujeres casadas». Esta es solo una de las múltiples críticas que Suetonio lanzó contra el emperador Nerón en su libro 'Vida de los doce Césares'. Pero no fue la más inocente, pues también le tildó de obseso sexual, asesino y parricida. Y no fue el único. El historiador y político Cornelio Tácito, también del siglo II d. C., dejó escrito que fue el culpable del gran incendio que asoló Roma en el verano del año 64; «el más grave y atroz de cuantos se produjeron por la violencia del fuego». Según la leyenda, porque buscaba reducir parte de la capital a cenizas con el objetivo de ganar algo de espacio para edificar un gran palacio.

También merecen una mención extra las líneas que Suetonio dedica a un episodio igual de curioso que de turbulento. En la mencionada obra, el autor clásico afirma que, cuando ya era emperador, Nerón «hizo castrar a un joven llamado Sporo» (su amante) y hasta «intentó cambiarlo en mujer». Sea leyenda negra o sea realidad, lo cierto es que las líneas que hablan de este suceso se cuentan por decenas. El cronista, por ejemplo, afirma que el mandamás «adornó un día con velo nupcial» al chico tras arrancarle el pene y, «haciéndoselo llevar con toda la pompa del matrimonio y numeroso cortejo, le tomó como esposa».

«Lo adornó un día con velo nupcial, le señaló una dote, y; con esta ocasión se dijo él satíricamente que hubiese sido gran fortuna para el género humano que su padre Domicio se hubiese casado con una mujer como aquélla. Vistió a este Sporo con el traje de las emperatrices se hizo llevar con él en litera a las reuniones y mercados de Grecia y durante las fiestas sigilarias de Roma, besándole continuamente. […] Una vez satisfechos todos sus deseos, se entregaba a su liberto Doríforo, a quien servía de mujer, del mismo modo que Sporo le servía a su vez a él, imitando en estos casos la voz y los gemidos de una doncella que sufre violencia», desvela Suetonio.

El sufrimiento de Roma terminó cuando este presunto desquiciado falleció. «Murió a los treinta y dos años de edad, en el mismo día en que en otro tiempo había hecho perecer a Octavia. El regocijo público fue tal, que la mayoría de los hombres del pueblo corrían por toda Roma cubiertos con el gorro de los libertos», explicaba el mismo Suetonio.


Fuente: https://www.abc.es/historia/

No hay comentarios:

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...