¿Qué ocurrió con la mitad perdida del Coliseo? Las ruinas que sobreviven a casi todo
Más de seis millones de turistas lo visitan cada año, lo fotografían, lo recorren y lo admiran. En sus muros la vida se ha retenido guardando todo lo acontecido desde que se alzaron hasta el presente, mientras las ruinas aguanten
El Coliseo de Roma es uno de los edificios romanos más importantes y uno de los legados históricos que han sobrevivido al paso del tiempo hasta entablar un diálogo histórico de siglos con la sociedad actual. Casi 2.000 años después de su construcción, su presencia, su magnitud y sus formas siguen dejándonos con la boca abierta.
Más de seis millones de turistas lo visitan cada año, lo fotografían, lo recorren y lo admiran. En sus muros la vida se ha retenido guardando todo lo acontecido desde que se alzaron hasta el presente, mientras las ruinas aguanten
Cualquiera que lo haya visitado habrá visto que la altura varía a lo largo del edificio. Siempre la misma pregunta: ¿Por qué faltan las paredes más altas de la parte sur del anfiteatro? Pues bien, la culpa de ello la tienen Nerón y una serie de terremotos sucedidos en el año 1349.
Abandonado en la Edad Media
No, a los romanos no se les olvidó poner algunas piedras más ni tampoco es que se quedaran con escasez de material. El Coliseo se inauguró completo, con un trazado igualado hacia arriba y hacia todas partes. Con un aforo de 50.000 personas, para sus 189 x 156 x 57 metros de construcción se tuvo que ocupar toda una cantera para hacerlo posible. Su espacio estuvo en uso desde el año 80 hasta el año 523. Después, fue abandonado y utilizado de múltiples maneras que poco o nada beneficiaban su mantenimiento y su cuidado.
Precisamente en el mismo terreno, el emperador Nerón mandó a construir su Domus Aurea, un inmenso palacio rodeado de un lago artificial. Ríete tú de cualquier disparate del urbanismo moderno. Tras su asesinato y la consiguiente caída de su imperio, los romanos decidieron construir allí mismo, en aquel terreno que nunca debió ser propiedad privada, un grandioso anfiteatro.
Llenaron la laguna de tierra devolviendo el nivel al suelo. Con este ya recto, en el año 72 d.C. comenzaron las obras del que por entonces se denominó el Anfiteatro Flavio. Decidieron dejar el Coloso de Nerón en el exterior de la nueva edificación, de aquí el nombre de Coliseo.
Una serie de terremotos
En plena Edad Media aquel lugar ya no importaba demasiado, la vida y el ocio habían tomado otros rumbos, así que los muros del Coliseo comenzaron a agrietarse. Para colmo, en el año 1349, se produjeron una serie de terremotos con epicentro en los montes Apeninos que, llegando a niveles de grado VIII y IX de la escala de Mercalli, afectaron duramente a toda la ciudad de Roma, un hecho recogido por el testimonio de Petrarca un año después.
Tras los fuertes terremotos, el gran anfiteatro venido a menos entró en un período de decadencia aún mayor: comenzó a ser utilizado como vertedero y como cantera. De aquel lugar se extrajeron materiales para construir otros edificios de la época. "Se convierte en un sitio marginal de la ciudad, un espacio para la basura. Tiene una vida marginal, ligada a una visión más bien tenebrosa", apunta el curador de la muestra.
Algunas pinturas de la época ya lo demostraron, como por ejemplo el cuadro que Giovanni Paolo Panini realizó en 1747. Para entonces, puede observarse, la parte más alta de la fachada ya se había derruido parcialmente. No obstante, esto también demuestra la conciencia de la conservación del patrimonio es cada vez más activa.
Fuente: https://www.elconfidencial.com/
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