In memoriam Pedro Morales Cuenca.


En la localidad conquense de Torrejoncillo del Rey, fue descubierta en el año 1955, por D. Pedro Morales, una cavidad revelada en sueños, como un lugar donde encontraría un singular tesoro escondido en un palacio de cristal.

Tres meses de intensos trabajos dieron como resultado el hallazgo de una cavidad subterránea que resultó ser una mina romana de lapis specularis, de la que no quedaba ni el recuerdo.

En la actualidad, gracias a la intervención de la asociación arqueológica: Cien mil pasos alrededor de Segóbriga y la diputación provincial de Cuenca, se ha convertido en lugar de obligada visita tanto por su interés histórico como cultural.

Si deseas saber más sobre esta historia, accede mediante este link

https://moraencantada.blogspot.com/2011/04/historia-de-un-sueno.html


sábado, 12 de febrero de 2022

UNA ESTELA VIAJERA

 Interés por una estela romana que lleva cerca de medio siglo por error en Segóbriga


El Museo Romano de Oiasso de Irún pide una réplica de la pieza y el PP guipuzcoano exige su devolución al País Vasco


Estela votiva


Un cúmulo de circunstancias, como si de un efecto dominó se tratase, hizo que una estela funeraria romana de la ermita de San Valerio de Meatzerreka, de Mondragón/Arrasate (Guipúzcoa), recalara hace ya medio siglo en los almacenes del Museo de Segóbriga como parte de su vasta y extensa colección de epígrafes, que supera las 700 piezas.

Un error en el etiquetado  sobre el origen de esta inscripción romana en el Museo Arqueológico Nacional parece estar detrás del curioso periplo de esta estela funeraria romana, que le llevó desde tierras vascas hasta Madrid para terminar en el yacimiento conquense de Segóbriga, tal y como se recoge en una investigación del catedrático de Historia Antigua de la Universidad de Alicante, Juan Manuel Abascal, publicada en 2010 en una revista científica del CSIC.

 Un epígrafe funerario que ha regresado a la actualidad ante el interés despertado en Guipúzcoa por su actual destino. Y es que hace una semanas desde el PP guipuzcoano se trasladaba a la Diputación Foral una solicitud para que exigiera la devolución de esta estela votiva romana. 

Petición, por cierto, que no se ha producido o, al menos,  no se tiene constancia de ella en el Museo de Cuenca, al que está adscrito el Museo de Segóbriga, según asegura a Las Noticias de Cuenca su responsable, Concha Rodríguez. Sí se ha producido, sin embargo, tal y como confirma, una solicitud de réplica de esta pieza, por parte del Museo Romano Oiasso, del municipio guipuzcoano de Irún, que se encuentra en tramitación.

En relación a la devolución o no de la inscripción, Rodríguez aclara que “no es el Museo de Cuenca el que tiene que tomar una decisión sobre el destino final de esta estela, ya que es propiedad del Ministerio de Cultura y, por lo tanto, le corresponde a él decidir qué hacer”.

PERIPLO DE LA ESTELA




La investigación del catedrático Juan Manuel Abascal sitúa esta inscripción votiva romana en el siglo XVI en la ermita de San Valerio, al norte del municipio de Mondragón/Arrasate, tal y como recogía el escritor Esteban de Garibay (1533-1599) en uno de sus trabajos. Piedra colocada en el altar cubierta por un lienzo, que era venerada por los vecinos de la zona, de tal manera que “se hacía reverencia al altar, luego se enderezaban hacia la bendita piedra e inclinaban sobre ella la dolorida y preocupada cabeza, continuando el íntimo contacto con los expresivos ósculos hasta que se enfriaba, si no la fe, el cráneo”, en palabras de Garibay.

Tales prácticas llevaron consigo que en 1787 Fray José de Ávila, vicario de las monjas Agustinas, denunciara a la Inquisición de Navarra que “en Mondragón se daba culto a una piedra dedicada por los gentiles al dios Decalgos”, lo que llevó al tribunal religioso  a inclinarse por retirarla del altar y enterrarla junto al templo.

 Diecisiete años después, en 1804, el académico José Vargas Ponce (Cádiz, 1760 - Madrid, 1821) la desenterraría y se la llevó entre su equipaje para entregarla a la Real Academia de la Historia, en Madrid, pasando a formar parte de la colección permanente de la Sala de Antigüedades. Un siglo después, en junio de 1907, la inscripción romana de Mondragón fue depositada en el Museo Arqueológico Nacional. 

Allí no se dio valor alguno a una nota de los índices del Museo Arqueológico nacional en la que se decía que la inscripción procedía de Mondragón, según recoge la investigación de Abascal, y, sin embargo, sí se tuvo en cuenta el hecho de que en una fotografía del archivo del museo alguien escribiera al dorso “Procedencia: Segóbriga”.

 De ahí que cuando se construyó el Museo de Segóbriga, Martín Almagro Basch incluyera esta estela votiva romana en el conjunto que se trasladaría a ese nuevo emplazamiento, de tal manera que en 1974 pasaría a formar parte de la colección del museo conquense


Fuente: https://www.lasnoticiasdecuenca.es/









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