In memoriam Pedro Morales Cuenca.


En la localidad conquense de Torrejoncillo del Rey, fue descubierta en el año 1955, por D. Pedro Morales, una cavidad revelada en sueños, como un lugar donde encontraría un singular tesoro escondido en un palacio de cristal.

Tres meses de intensos trabajos dieron como resultado el hallazgo de una cavidad subterránea que resultó ser una mina romana de lapis specularis, de la que no quedaba ni el recuerdo.

En la actualidad, gracias a la intervención de la asociación arqueológica: Cien mil pasos alrededor de Segóbriga y la diputación provincial de Cuenca, se ha convertido en lugar de obligada visita tanto por su interés histórico como cultural.

Si deseas saber más sobre esta historia, accede mediante este link

https://moraencantada.blogspot.com/2011/04/historia-de-un-sueno.html


miércoles, 17 de noviembre de 2021

BAJO LA ANTIGUA CÁRCEL DE CARABANCHEL

 En busca de la ciudad romana sepultada bajo la cárcel de Carabanchel

 Comienza el desbrozado del terreno previos a las catas arqueológicas que se van a realizar sobre la zona. Vecinos y entidades profesionales piden que se declare Bien de Interés Cultural




Carabanchel tiene un tesoro bajo tierra. Sus vecinos lo saben, y también numerosas asociaciones y entidades, interesadas en la conservación del patrimonio arquitectónico de una zona habitada ininterrumpidamente desde la Edad de Hierro hasta nuestros días. Llevan años pidiendo investigar en un subsuelo que ya ha dado muestras de contener tesoros de la época prerromana, romana, visigoda y medieval. A partir del lunes, se iniciarán trabajos de desbroce sobre los terrenos de la antigua cárcel, previos a una actuación arqueológica en la zona que ha vuelto a despertar las esperanzas de quienes están empecinados en sacar a la luz lo que podría ser un enorme yacimiento en el sur de Madrid.



Actuaciones arqueológicas

en la cárcel de Carabanchel


Zona señalada en marrón donde se está realizando la excavación.

Zona granate donde se realizan las prospecciones.

Zona verde sin intervenir.



























En las algo más de 40 hectáreas comprendidas entre la estación de Metro de María Eugenia de Montijo, el cementerio parroquial de Carabanchel Bajo, la ermita de Santa María la Antigua, el parque Eugenia de Montijo y la avenida de los Poblados han ido saliendo a la luz hallazgos durante los últimos 200 años:los primeros, en 1819; los últimos en 2005, en las obras en Vía Carpetana.

Mosaico de las estaciones

Allí se han encontrado piezas como el impresionante mosaico romano de la finca de los Montijo, una alegoría de las estaciones que ahora se puede ver en el Museo de los Orígenes. O la cabeza de un asno coronado por hiedra junto al cementerio de Carabanchel;de las dos se tiene noticia desde hace más de 150 años. Entre ambas, más de 300 metros de distancia, en los que han aparecido restos de cimentaciones, ladrillos, tejas, ánforas y vasijas.

El interés de entidades científicas como el Colegio Profesional de Arqueólogos, de asociaciones de protección del patrimonio, y de vecinos de la zona ha mantenido viva la llama para que el ámbito sea protegido y se trabaje a fondo por descubrir lo que aún se esconde en su subsuelo.

A partir del lunes, se iniciarán trabajos de desbrozado en la parcela que ocupaba la cárcel, previos a iniciar una actuación arqueológica en la zona. La impulsora de estas tareas es la Sociedad de Infraestructuras y Equipamientos Penitenciarios y de la Seguridad del Estado (SIEPSE), adscrita a la Dirección General de Patrimonio del Ministerio de Hacienda. Se trata de la actuación arqueológica previa y preceptiva para incorporarse al proyecto de urbanización del ámbito del Plan Parcial ‘Cárcel de Carabanchel’. Cuenta con un presupuesto de licitación de 508.089 euros y tiene una duración prevista de 50 semanas.

Trabajos a la vista

Ante el lógico interés de entidades vecinales y culturales, está previsto que en breve reciban explicación detallada del proyecto que se va a llevar a cabo en esta zona. «Habrá de comenzar por limpiar de maleza el terreno de la antigua cárcel, para poder acometer después las catas arqueológicas», relata a ABC la histórica activista de la zona Sonia Dorado.

También se instalarán vallas delimitando la zona de trabajo, para garantizar la seguridad. No serán, en todo caso, cerradas, sino que permitirán seguir lo que se hace en el interior. La Dirección General de Patrimonio Cultural de la Comunidad de Madrid señalaba a ABC que el proyecto para estos trabajos en el ámbito les fue presentado el jueves. «Ahora tendremos que estudiar y, en su caso, autorizar la intervención», señalan.

Los avances en el conocimiento de lo que hay bajo la superficie de esta zona de Carabanchel se han ido haciendo a saltos, en intervenciones independientes, motivadas muchas veces por obras de tipo urbanístico o para acometer infraestructuras de transporte. El interés por lo descubierto y, sobre todo, por lo que se intuye que aún se puede encontrar ha movido a un amplio grupo de arqueólogos, arquitectos, historiadores y también activistas por el patrimonio cultural de la zona a unir sus fuerzas formando un grupo de trabajo que hace unos meses, el 14 de abril de 2021, presentó una petición oficial para que el ámbito sea declarado Bién de Interés Cultural, y se le proteja así de futuras acciones que puedan acabar destrozando las riquezas ocultas o dejándolas para siempre en las sombras.

Hasta la fecha, se han documentado intervenciones en el recinto de la ermita de Santa María la Antigua y el cementerio –donde se han localizado restos de estructuras romanas y un horno de producción cerámica–, en la conjunción entre la Vía Carpetana y la calle Pingüino –con vestigios de la época carpetana y de la posterior presencia romana–, y en las proximidades de la estación de Metro de Eugenia de Montijo –de nuevo Roma afloró–.

Toda la historia

Pero no es sólo eso: también se han localizado monedas y otros hallazgos relacionados con el Medievo; y no se descarta dar con restos posteriores, incluso del periodo de Guerra Civil, ya que aquello fue zona de frente. «Toda la historia de Carabanchel pasa por aquí», explica a ABC Rafael de Andrés Galván, de la asociación Carabanchel Historia y Patrimonio. Esta entidad acude cada sábado a las inmediaciones de la ermita de la Antigua para informar a los vecinos sobre la importancia del patrimonio cultural de este área.

La historia de este barrio se pierde en el tiempo: se han hallado sílex tallados, probablemente musterienses;restos de la Edad de Hierro; cerámicas de la época carpetana; vestigios del periodo de ocupación romano... Ha sido cementerio, cárcel y hasta línea de frente. Y aunque una parte está inventariada dentro de la Carta Arqueológica de la Comunidad de Madrid, los promotores de su declaración BIC resaltan que «no cuenta con ninguna protección ni en el Plan General de Ordenación Urbana de Madrid ni dentro de la normativa de protección en materia de patrimonio histórico de la Comunidad de Madrid».





Fuente: https://www.abc.es/espana/madrid


miércoles, 10 de noviembre de 2021

VICUS CAPRARIUS ( LA CIUDAD DEL AGUA)

Vicus Caprarius, el sitio arqueológico oculto bajo el área de la Fontana di Trevi


A poca distancia de la Fontana di Trevi, el sitio arqueológico Vicus Caprarius pone en valor la trama urbana de la Roma antigua. ¡Y puede visitarse!




 Apenas se divisa el aeropuerto de Roma por la ventanilla del avión, afloran las ansías de perderse en una ciudad que ofrece vestigios extraordinarios de la historia de la humanidad. Pero a veces, entre maravillas como el Coliseo, el Panteón de Agripa, el castillo de Sant' Angelo o el monumento del Ara Pacis de Augusto, otros sitios quedan relegados a un segundo plano, como es el caso de Vicus Caprarius, el sitio arqueológico oculto en el área de la Fontana di Trevi.

El camino subterráneo que se extiende por debajo del Rione de Trevi encierra múltiples secretos de las estructuras de una domus de la época imperial, el Acueducto Virgo que proveía a la antigua ciudad de Roma y hallazgos como el célebre busto de Alessandro Helios. 


Fontana di Trevi. 


“Las estructuras se descubrieron durante la renovación del antiguo cine Trevi, uno de los primeros cines de la ciudad, cerrado y abandonado en la década de 1980.

Nada más comenzar las obras, se encontraron partes de los antiguos muros, lo que convenció al propietario, el Grupo Cremonini, de cambiar el proyecto, y financiar íntegramente la excavación”, cuenta Lorenzo Dell'Aquila, director del área arqueológica de Vicus Caprarius, en una entrevista vía email con Condé Nast Traveler.

Comúnmente conocida como “La Ciudad del Agua” (por ser el elemento omnipresente del sitio), la estratificación arqueológica que yace a más de nueve metros de profundidad respecto al nivel de la calle actual, y a poca distancia de la Fontana di Trevi, fue descubierta entre 1999 y 2001 durante las obras para la renovación del Cine Trevi, primando la recuperación completa y la revalorización del yacimiento arqueológico, en lugar del complejo de entretenimiento. 




Las excavaciones realizadas por la Superintendencia Arqueológica de Roma –bajo la dirección científica de Claudio Moccheggiani Carpano– y financiadas por el Grupo Cremonini, son lideradas, tanto en lo que se refiere a gestión como puesta en valor desde aquel momento hasta el día de hoy, por Lorenzo Dell'Aquila, quien vela por un complejo de edificios de la época imperial que denota con vigor la trama urbana de la Roma antigua

“Es uno de los mejores ejemplos donde se puede ver con los propios ojos la estratificación milenaria de Roma. En esta única manzana, los edificios públicos (el depósito de distribución del Acueducto Virgo) y los privados (una casa) se han desarrollado juntos de forma continuada desde el siglo I hasta la actualidad”, añade.

Entre la Via San Vincenzo y Viccolo del Puttarello, una superficie de unos 350 metros cuadrados aguarda a ser descubierta. “Para los visitantes creo que es una experiencia inolvidable, ver el agua que aún fluye en la parte antigua del Acueducto Virgo, y darse cuenta de que este sistema ha estado funcionando continuamente desde el siglo I a.C. hasta ahora, puesto que se utiliza para alimentar las fuentes más importantes de la ciudad, como la Fontana di Trevi”.




Aun así, no solo las estructuras del Acueducto Virgo y de los ambientes residenciales convierten la experiencia en una de los imprescindibles de Roma, también existen tres secciones del lugar que enseñan artefactos encontrados durante las excavaciones, como por ejemplo los revestimientos de mármoles policromos, las refinadas decoraciones (entre las cuales se encuentra el busto de Alessandro Helios), y los objetos spatheia, una ánfora africana para el transporte del aceite.





Fuente:  https://www.traveler.es/articulos

domingo, 7 de noviembre de 2021

UNA HABITACIÓN SIN VISTAS


Hallan en Pompeya la habitación de unos esclavos bien conservada



Plano cenital de la habitación 



El ministerio italiano de Cultura asegura que este descubrimiento “enriquecerá aún más el conocimiento de la vida cotidiana de los antiguos pompeyanos”


Pompeya, la ciudad sepultada y, por tanto, la de las sorpresas. La ciudad se descubrió rodeada de misterio y aún hoy continúa siendo sede de estudiosos y curiosos de la arqueología. Quedó destruida en el año 79 d.C., tras la erupción del volcán Vesubio, y aún hoy continúa desvelando rincones que ofrecen una imagen de la situación en aquella época. Ahora, un nuevo descubrimiento: un equipo de arqueólogos que trabaja desde 2017 en Pompeya han dado con una estancia pequeña, donde se presume que vivían esclavos, posiblemente una familia con un hijo, y que se encargaban del mantenimiento de la villa de sus dueños.

Según informa el ministerio italiano de Cultura, el hallazgo se ha producido en la zona de la villa de Civita Giuliana, situada en la zona norte de Pompeya y que ya ha sacado a la luz en los últimos meses otros descubrimientos, como una carroza ceremonial casi intacta o un establo con los restos de tres caballos. Un reducido alojamiento de unos 16 metros cuadrados que, ahora, hallada “en un estado de conservación excepcional”, enriquecerá “aún más el conocimiento de la vida cotidiana de los antiguos pompeyanos” y concretamente de una parte de la sociedad, de cuyo estilo de vida se sabe bastante poco, dijo el ministro de Cultura, Dario Franceschini, a través de un comunicado.

Gracias al refinamiento de la técnica de moldes inventada por Giuseppe Fiorelli en el siglo XIX, se han encontrado tres camas y otros objetos pertenecientes a estas personas, que probablemente eran los empleados que se ocupaban del trabajo diario de una villa romana, incluidas las labores de mantenimiento y preparación del carro de caballos. Asimismo, se han encontrado tres catres de madera y un cofre, también de madera, con objetos de metal y telas que los arqueólogos creen que podrían formar parte de los arneses de los caballos.

Las camas eran unas tablas de madera toscamente trabajadas, que podían ensamblarse según la altura de quienes las utilizaran. Dos camas miden unos 1,70 metros de largo, mientras que la otra es de solo 1,40 metros, por lo que los expertos deducen que podría ser de un niño. Debajo, se guardaban objetos personales, como ánforas para conservar objetos, jarras de cerámica y el orinal. La habitación tenía una pequeña ventana en la parte superior y carecía de decoración en las paredes.



“Además de servir como dormitorio para un grupo de esclavos, tal vez una familia pequeña como sugeriría la cuna del tamaño de un niño, el entorno sirvió como un cuarto de almacenamiento, como lo demuestran ocho ánforas apiñadas en las esquinas dejadas libres para este propósito”, explicó el ministerio italiano. La villa de Civita Giuliana, que desde 2017 cuenta con arqueólogos en la zona, fue durante años objeto de saqueos sistemáticos y parte del patrimonio arqueológico se ha perdido debido a los túneles cavados por los ladrones de tumbas que han generado un daño total estimado en casi 2 millones de euros en toda la villa, según los cálculos del ministerio italiano.


La habitación era también utilizada como almacén




Fuente:  https://www.larazon.es/cultura

jueves, 4 de noviembre de 2021

EVACUACIÓN TRAS LA DERROTA

  Cómo los romanos evacuaron de África a los supervivientes de sus legiones en 255 a.C., tras ser derrotados por los cartagineses



Jantipo, el general espartano al servicio de Cartago  rechazó el intento de invasión romana con una brillante táctica en la batalla de Bagradas frente a las legiones de Marco Atilio Régulo. El desastre sufrido por éste fue de tal calibre que perdió la mayor parte de sus quince mil hombres y únicamente sobrevivieron dos millares. Su evacuación la llevó a cabo una flota dirigida por Servio Fulvio Petino Nobilior y Marco Emilio Paulo, de forma tan brillante que por el camino incluso aplastaron a la escuadra cartaginesa que les salió al paso. Sin embargo, un inexorable y fatídico destino amargaría aquella primigenia versión de la Operación Dinamo de Dunkerque.

A mediados del siglo III a.C., Roma estaba en plena expansión como potencia emergente; tras derrotar al rey Pirro en Sicilia y adueñarse de casi toda la península itálica, se volvió contra la otra gran dominadora del Mediterráneo occidental, Cartago, que hasta entonces era aliada pero con la que el choque por la primacía resultaba tan previsible como inevitable. El punto de fricción fue precisamente Sicilia, donde los púnicos controlaban buena parte del territorio y vieron con recelo cómo los romanos empezaban a ocupar las colonias griegas insulares, perfilándose como siguientes objetivos otros lugares bajo dominio cartaginés como Córcega, Cerdeña y la costa levantina de la Península Ibérica.

Dominios romanos y cartagineses al comienzo de la Primera Guerra Púnica

Así empezó , en el año 264 a.C., la Primera Guerra Púnica, en la que poco a poco las legiones fueron derrotando y arrinconando en el oeste de la isla siciliana al ejército mercenario contratado por el Senado de Cartago. El último bastión de resistencia fue la ciudad de Lilibea, que resultaba tan inconquistable por tierra como difícil de bloquear por mar por la superioridad de la flota enemiga, de ahí que los romanos decidieran llevar las hostilidades a territorio enemigo y abrir un segundo frente que, con suerte, hasta podría permitir la conquista de la propia capital cartaginesa.

Para ello se construyó una gran escuadra compuesta por un centenar de quinquerremes a los que se sumó una veintena de trirremes; como las naves romanas eran más lentas y menos maniobrables, les incorporaron una especie de pasarela móvil que se podía abatir sobre la cubierta del adversario, facilitando la lucha de los legionarios como si estuvieran en tierra, medio en el que resultaban superiores, compensando la mayor veteranía naval del adversario. Y, efectivamente, el corvus, como se denominó a ese invento por el pico que se clavaba en el maderamen, jugaría un papel fundamental en las primeras batallas en que se utilizó (Milas y Sulci), poniendo en alerta a los púnicos.


Sus comandantes, Hannón el Grande y Amílcar (no el Barca), reunieron trescientos cincuenta barcos -la mayoría quinquerremes- con los que pensaban reforzar la defensa de Lilibea. Mientras, los cónsules Marco Atilio Régulo y Lucio Manilio Vulsón Longo, embarcaron un poderoso ejército con el objetivo de desembarcar en lo que hoy es Túnez. Las dos flotas se encontraron a la altura del Cabo Ecnomo, en la que se considera una de las batallas navales más grandes de la Historia. Ya le dedicamos también un artículo, por lo que baste decir que los cartagineses sufrieron una severa derrota, con enormes bajas humanas y materiales.

Eso dejó expedita la ruta a África para los cónsules. Régulo desembarcó a sus tropas sin oposición y tomó la ciudad de Aspis (hoy Kélibia), emprendiendo la marcha hacia Cartago con quince mil infantes y quinientos jinetes. Cuando llegó, al ser rechazada su exhortación a rendirse, le puso sitio. Pero, como explicábamos al principio, la caballería y los elefantes de Jantipo vencieron al ejército consular en los llanos de Bagradas, acabando con el ochenta por ciento de los romanos y haciendo prisionero al mismo Régulo junto a cinco centenares de los suyos. Su compañero, Vulsón, estaba ausente, en Roma, celebrando el correspondiente triunfo por su victoria naval.

La campaña en Túnez de Marco Atilio Régulo. En rojo, movimientos romanos; en verde, los cartagineses/

Corría el año 255 a.C. y los dos mil legionarios que no perecieron o cayeron cautivos se atrincheraron en Apsis. Por suerte para ellos, Jantipo se hartó de los desplantes de los generales púnicos y, tras cobrar sus emolumentos, decidió regresar a Grecia; durante el trayecto, aceptó la petición de los sufetas de auxiliar Lilibea y allí fue muerto o se hundió con su barco (según una versión, pues otra dice que el faraón Ptolomeo III le nombró gobernador de una provincia recién conquistada a los seleúcidas). En cualquier caso, Roma tenía que organizar la evacuación de los supervivientes de Régulo, que únicamente contaban con cuarenta barcos.

No era una misión sencilla porque implicaba cruzar el mar, embarcar a esa gente y retornar a terreno seguro con la flota enemiga patrullando; todo ello, sin contar las dificultades propias de reunir, planificar, coordinar y abastecer a la escuadra encargada. El esfuerzo se plasmó en una fuerza naval de trescientos cincuenta quinquerremes más otros tantos transportes diversos, que se puso al mando de los nuevos cónsules: Servio Fulvio Petino Nobilior y Marco Emilio Paulo. Durante el viaje, aprovecharon para apoderarse de Cossyra (actual Pantelaria), una pequeña isla de estratégica ubicación por quedar a medio camino entre Túnez y Sicilia (en época imperial se usaría para el destierro de personajes importantes).

Localización de Cartago (en rojo) y la batalla del Cabo Hermeo (en verde)/

Por supuesto, la preparación de aquella flota no pasó desapercibida a los cartagineses, que se dispusieron a interceptarla con dos centenares de quinquerremes. Se encontraron frente al Cabo Hermeo (hoy llamado Cabo Bon o Ras ed-Dar, en la península tunecina homónima) y la consiguiente batalla terminó de forma sorprendente: con una aplastante victoria romana, obtenida paradójicamente al volver en su provecho la táctica enemiga de combatir cerca de la costa. En efecto, los cónsules rodearon a los púnicos y empujaron sus naves hacia las playas, haciéndolas varar y facilitando el uso del corvus una vez más.

El desarrollo de la batalla es algo incierto. Se cree que los cartagineses llevaban pocos soldados a bordo y eso pudo pasarles factura; el caso es que perdieron casi tres cuartas partes de los barcos mientras que, según la posible aunque improbable tradición, los romanos no sufrieron ninguna pérdida. Acto seguido, los cónsules arribaron a Apsis, desembarcaron a sus legiones y pusieron en fuga a los sitiadores, Tras hacer acopio de agua y provisiones, reembarcaron con los supervivientes de Régulo y pusieron rumbo a Sicilia, cuya costa sudoeste alcanzaron sin contratiempos.

Pero no todo había terminado para los malparados legionarios de Bagradas y sus proverbiales rescatadores; todavía no había dicho su última palabra la mateorología. A pesar de que estaban en el ecuador del verano, al llegar al extremo sureste insular, a la altura de Camarina, se desató una fuerte tormenta que se abatió sobre la flota romana. Únicamente se salvaron ochenta de las cuatrocientas sesenta y cuatro naves que la componían (parte de ellas cartaginesas capturadas); el resto se fue a pique, arrastrando a cerca de cien mil hombres, entre marineros, soldados y prisioneros.

Buena parte de los fallecidos eran tropas aliadas latinas, pero es probable que hubiera también muchos de los rescatados de Apsis, que no pudieron librarse de su negro destino. Cabe la irónica posibilidad de que los mismos corvi que les permitieron ganar a los púnicos desestabilizasen los barcos y quizá por eso nunca más volvieron a utilizarse, al menos que se sepa. Y continuando la ironía, aquello no privó a los cónsules -que evidentemente sobrevivieron- de su derecho a celebrar un triunfo en Roma cuando finalmente la pisaron de nuevo y erigieron un rostrum (una columna adornada con espolones de barcos enemigos) en el Capitolio, igual que había hecho antes Vulsón.

Y todo pese a que el naufragio dejaba a la república en una delicada situación, sin flota de guerra ante la amenaza cartaginesa, sin que los púnicos hubieran tenido que hacer nada. En ese sentido, éstos liberaron a Régulo en el 250 a.C. para que llevase a Roma una oferta de paz. Después, él cumplió su palabra de retornar a Cartago como prisionero, donde el Senado, al enterarse de las desgracias sufridas por su gente y el rechazo romano a su propuesta de negociar, fue ejecutado: le cortaron los párpados y fue expuesto así al sol, sin protección para los ojos, para luego ser introducido en un féretro con clavos en el interior. Al saberse en Roma, se entregaron a sus familiares dos generales cartagineses cautivos para que se vengaran con ellos.

Al menos eso cuentan los historiadores romanos -excepto Polibio-, lo que quizá no sea más que una de esas historias para ensalzar la virtus a las que tan aficionados eran. Lo que sí es cierto es que se puso en marcha una febril política de construcción naval que le permitiría disponer de doscientas nuevas naves. Pero llevó siete largos años, en los que Cartago pudo imponerse en las batallas de Drepanum y Phyntias, en el 249 a.C. Los romanos tuvieron que volver a empezar de cero y al final consumaron la conquista total de Sicilia precisamente en la mar, venciendo en las islas Egadas en el 241 a.C. Era el fin de la contienda, aunque las duras condiciones impuestas a Cartago llevarían a la Segunda Guerra Púnica.

Fuente:  https://www.labrujulaverde.com/

lunes, 1 de noviembre de 2021

CARA A CARA CON CESAR

 

Está usted mirando cara a cara a Julio César

La historiadora superstar británica Mary Beard se ocupa del poder en su nuevo libro 'Doce césares: la representación del poder desde el mundo antiguo hasta la actualidad'







Corría el mes de octubre de 2007 cuando unos arqueólogos franceses que inspeccionaban el lecho del Ródano en Arlés se toparon con una cabeza de mármol sumergida en el río. Nada más sacarla, chorreando aún, el director del equipo la miró perplejo y exclamó: "¡Joder, pero si es César!" (Putain, mais c'est César!). Si tenemos en cuenta que se cuentan al menos 150 retratos diferentes de Julio César y que la polémica acerca de cuál fue su verdadero rostro es una de las más antiguas y enconadas de la historiografía del mundo antiguo, ¿qué razones tenía aquel arqueólogo para reconocer con tal velocidad los rasgos del gran conquistador de las Galias? Y más allá, ¿por qué las imágenes de los emperadores romanos siguen siendo tan importantes hoy, dos milenios después, para la historia del arte y la cultura de Occidente? De todo ello se ocupa la historiadora superstar británica Mary Beard en su nuevo libro 'Doce césares: la representación del poder desde el mundo antiguo hasta la actualidad'. (Crítica).

 

"He vivido más íntimamente con estos antiguos gobernantes que la mayoría de las personas. Durante cuarenta años han sido parte sustancial de mi trabajo. He examinado sus palabras, desde sus razonamientos legales hasta sus bromas. He analizado los fundamentos de su poder, he desmontado sus leyes de sucesión y, muy a menudo, lamentado su dominio. He escrutado sus imágenes en camafeos y monedas. Y he enseñado a los estudiantes a disfrutar de lo que los escritores romanos decidieron contar de ellos y preguntarles al respecto. Las escabrosas historias de las excentricidades del emperador Tiberio en su piscina de la isla de Capri, los rumores de la lujuria que sentía Nerón por su madre o lo que Domiciano les hacía a las moscas -las torturaba con la punta del cálamo- siempre han calado bien en la imaginación moderna y, sin duda, nos cuentan mucho sobre los miedos y las fantasías de los antiguos romanos. No obstante, como ya he dicho en repetidas ocasiones a aquellos a quienes les gustaría tomárselas al pie de la letra, estas historias no son necesariamente 'ciertas' en el sentido estricto de la palabra. Soy, por profesión, historiadora, profesora escéptica y, en ocasiones, aguafiestas".


La arqueóloga Mary Beard


En 'Doce Césares', Beard despliega su poder narrativo, su capacidad para dotar de irresistible seducción todo lo que toca, sus vastos conocimientos y, también su espíritu iconoclasta y juguetón para hablar del poder. Y, en este asunto, ningún sistema político ha ofrecido una imagen tan influyente y determinante a lo largo de la historia que Roma. Como demuestra, por cierto, el caso del busto de Julio César de Arlés. ¿Era él?

Historia de un rostro

Según indicaban los datos recogidos in situ y su probable datación, aquella cabeza de César era "uno de los griales más sagrados del estudio de la retratística romana: una imagen esculpida en vida del gobernante por un escultor que lo había tenido frente a frente. Según la teoría establecida entonces, el busto fue colocado en su momento en la ciudad romana de Arlés que había remodelado el propio César en el 46 a.C. hasta que, tras su asesinato en los idus de marzo del 44 a.C., los lugareños decidieron desembarazarse de aquella efigie de pronto problemática echándola al río. Y bajo el agua permaneció dos milenios.

La arqueología no es una ciencia exacta y rápidamente surgieron detractores y defensores. Los primeros señalaban que la cabeza del Ródano no se parecía en nada a los retratos presentes en tantas monedas o estatuas póstumas. Los segundos aducían que precisamente esa singularidad y la presencia de rasgos unívocos como la nuez pronunciada o las arrugas del cuello confirmaban la autenticidad de la imagen. Beard se muestra escéptica también, como en todo lo demás, pero no duda sin embargo que este es el rostro de Julio César para el siglo XXI y le interesa más bien lo siguiente: ¿cuál era el propósito, y la política, de esta exaltación del poder y cómo ejerció su influencia en la historia europea posterior?

Concluye Beard: "Después del Renacimiento europeo, las imágenes de los emperadores romanos despertaron intensas pasiones a lo largo de varios siglos. Recreados en mármol y en bronce, en pintura y en papel, convertidos en figuras de cera, plata y tapices, reproducidos en los respaldos de sillas, en tazas de té de porcelana o en vitrales pintados, los emperadores importaban. En el diálogo entre presente y pasado, los rostros imperiales y las vidas imperiales se exhibieron alternativamente, e incluso de forma simultánea, como legitimadores del poder dinástico moderno, se cuestionaron como dudosos modelos o se condenaron como emblemas de corrupción. Igual que las imágenes controvertidas de nuestras modernas 'guerras de esculturas', fueron objeto de debates sobre el poder y su descontento -y son un recordatorio útil de que la función de los retratos conmemorativos no es simplemente una celebración. Pero sobre todo se convirtieron en modelos para representar a los reyes y aristócratas y a cualquiera que tuviese suficiente dinero para ser objeto de pintura o escultura. De hecho, el género de la retratística europea hunde sus raíces en aquellas diminutas cabezas de emperadores romanos de las monedas, igual que en los bustos y estatuas de gran tamaño. No se trata de una mera extravagancia de la moda que, por lo menos hasta el siglo XIX, tantas estatuas de aristócratas, políticos, filósofos, soldados y escritores luzcan togas o vestimenta militar romana".

Busto de Arlés de Julio Cesar

Fuente: https://www.elconfidencial.com/




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