Grandes obras hidráulicas romanas en Hispania. Los acueductos
Acueducto Albarracín Cella Los acueductos no solo consisten en altas construcciones de piedras con arcos sino en un conjunto de canales que permiten llevar el agua a las ciudades. Vamos a ver varios ejemplos en la Hispania romana. TIERMES Y SUS OBRAS HIDRÁULICAS Tiermes fue una ciudad celtíbera aliada de Numancia, que está ubicada en la actual localidad soriana de Montejo de Tiermes. Las obras hidráulicas romanas conservadas en el yacimiento arqueológico de Tiermes, presenta una extensa red de acueductos que conducían el agua desde el extremo oeste a la parte este del cerro. Constituyen restos de gran valor arqueológico y de importancia fundamental para la compresión de la estructura de la ciudad romana en Hispania. Siguiendo los escritos del historiador romano Apiano, vemos como la historia de Tiermes se remonta a las guerras celtibéricas de los año 154 al 133 a. C. El cónsul romano, Tito Didio sometió la ciudad de Tiermes y obliga a la tribu celtibérica de los arévacos que la ocupaban a rendirse a las tropas romanas. Después de la caída del Imperio Romano, Tiermes pierde toda su importancia quedando reducida a una aldea hasta su completa despoblación en el siglo XVI. Durante cuatro siglos, la ocupación romana ha dejado numerosos restos de las obras hidráulicas llevadas a cabo en Tiermes y su entorno. Nos encontramos con un acueducto excavado en la roca entre los años 14 y 37 d. C. que servía para abastecer de agua corriente a la ciudad o municipium. El manto freático de la paramera calcárea de la Sierra de Pela ha constituido un referente geográfico atractivo debido a sus manantiales. Destaca la construcción de un canal subterráneo de 140 metros de longitud que permitía abastecer de agua a cerca de 20.000 personas. El Manadero de Pedro representa el hito geográfico e hidrográfico en este sector nororiental del Sistema Central. Este paisaje ha ofrecido numerosas posibilidades para los primeros asentamientos de los grupos humanos dedicados a la agricultura y la ganadería, como atestiguan los restos geoarqueológicos hallados desde el Pleistoceno superior. El emplazamiento aislado de Tiermes, junto a la fertilidad de las tierras circundantes, condicionó el asentamiento de los celtíberos en un interfluvio de las cuencas del Duero y Tajo. Las construcciones y aprovechamientos de los recursos naturales llevadas a cabo por los romanos determinaron una estructura espacial y definieron la asimilación paisajística de las obras realizadas en dicho enclave estratégico.
En el siglo XVIII, fue Loperráez quien habla de la existencia de un acueducto con mina clara y espaciosa de cerca de media legua, muy bien conservado, construido todo de sillares y argamasa. Nicolás Rabal, en el siglo XIX nos dice de la existencia de “un grandioso acueducto que partiendo de las fuentes del inmediato arroyo Pedro y viniendo por un canal descubierto hasta la población toma al llegar al cerro la forma de un ancho corredor y después entra en una galería o pequeño túnel que atravesando el cerro en una extensión de 300 /400 metros de largo desemboca en la falda a una altura desde la cual sin duda alguna corrían las aguas en todas las direcciones y se abastecía a la población…”. Ya en el siglo XX, el conde de Romanones, Ignacio Calvo o Sentenach certifican que las canalizaciones forman parte del sistema de aguas de la ciudad. Sin embargo, otros autores como Schulter y Obermaier consideran que las galerías tenían solamente una finalidad militar. Taracena nos habla de que eran unas cloacas. El sistema de abastecimiento de agua existente se complementa con un castellum aquae, que es un depósito de agua terminal. Para algunos investigadores, éste tenía la función de castro de defensa y también para almacenar víveres. La conducción del agua desde el nacimiento en el Manadero de Pedro, que se encuentra a una altitud de 1.266 metros, tiene que salvar un desnivel de 43 metros, y su longitud es de 3.300 metros.
Su recorrido sería el de tomar en curva la pendiente del canal desde el manantial por la margen derecha del río Pedro con dirección norte en 2.500 metros, dando la vuelta por el Cerro de la Mata. Posteriormente, toma dirección sureste por El Estepar, hasta las proximidades de Sotillo de Caracena y siguiendo nuevamente hacia el norte por los escarpados de la Resorilla hasta el Hornillo, donde se encuentra la trinchera excavada, que da paso a la calzada romana que comunicaba Tiermes con Segovia. Se perforaría en el collado del Hornillo un túnel de pequeña longitud de unos cien metros y una profundidad de ocho metros. Iría en este trozo paralelo a la calzada romana y conectaría con el trozo descubierto en el exterior de la ciudad. La totalidad de la canalización tendría un recorrido de 8.800 metros con una pendiente media del 0,49% que era muy normal para su función hidráulica y coherente con lo que exponía Vitrubio en su obra “Architectura”. Vitrubio en sus estudios recomendaba lo siguiente: “Si se ejecuta en canales, hágase su estructura sumamente sólida, dando al lecho por donde recorre, no menos de medio pié de caída en cada ciento de viaje, cubriendo el canal con bóveda para que nunca pudiera penetrar el sol sobre el agua”. El tramo correspondiente a los cortados de roca arenisca por la ladera Oeste entre Sotillo y el Hornillo, se supone que han desaparecido casi en su totalidad por la gran erosión que presentan y que han sufrido en estos dos mil años de existencia. El sistema constructivo que utilizaban para perforar una montaña de roca, se realiza abriendo una mina en anchura comprendía entre los 0,70 metros y los 0,90 metros y entre 1,70 y 2 metros de altura para que se pudiera excavar con cierta comodidad. A distancia variable se construían pozos, con su boca de entrada en el exterior, que tenían la finalidad:
Por lo general, las profundidades de los pozos no eran excesivas, salvo en el caso de Boquerón que se encontraba ya en el interior de la ciudad que tenía cuatro pozos de trece metros el más profundo. Para este tipo de obras se solía emplear el opus cuadrata, que es la conocida sillería, también el opus incertum, que es la mampostería, el opus cimenticiae, el hormigón o de opus lateritiae que es el uso del ladrillo. Los huecos de las canalizaciones solían tener unas dimensiones entre 0,5 metros y 1,50 metros. El fondo y las partes mojadas de los cajeros se enlucían con mortero de cal con áridos de ladrillos machacados para así mejorar la impermeabilización y el coeficiente de rugosidad. De la misma manera que en las minas excavadas en roca se excavaban pozos a espacios similares, también en los cajeros se construían estos pozos para conseguir una buena limpieza, su mantenimiento y la ventilación de la canalización. LA ARTERIA INTERIOR SEPTENTRIONAL Tiene su origen en el extremo Oeste de la ciudad con una altitud de 1.209 metros. Su longitud total debió ser de 600 metros, con una pendiente inferior al 0,5 % y servía para alimentar el castellum aquae. Su recorrido se da por los escarpes naturales rocosos del Norte de la ciudad, adaptándose a la curva de pendiente, y consiste en una trinchera labrada sobre la piedra natural con cota roja variable de entre dos y seis metros, y sin revestimiento alguno de opus signinum. Para reforzar la estabilidad de esta zanja se construyeron en la misma roca natural unos tímpanos transversales perforados con arcos de medio punto para el paso del agua y de un hombre de pie, distribuidos en las zonas más débiles, como curvas o tramos de mayor profundidad. En el interior y al final de esta arteria se descubrieron dos enterramientos humanos bajo imperiales. Esto significa que el acueducto fue abandonado antes del final de la dominación romana en Tiermes.
Se inicia con una zanja a cielo abierto de unos sesenta metros y cuyo trazado se sitúa en el borde de los escarpes meridionales del cerro y alcanza una profundidad máxima de seis metros. Con la finalidad de reforzar la estabilidad de los taludes aparecen también un tímpano transversal perforado. El tramo final debía tener una longitud de 110 metros pero se encuentra desaparecido debido a la erosión, solamente se conserva un trozo del paramento izquierdo. Hay un túnel conocido como el Cañón o Boquerón, que tiene una longitud de 140 metros. La sección media es de 0,90 metros de anchura y una altura en la clave de 1,90 metros. Es este espacio hay intercalados cuatro putei equidistante de 1,20 metros aproximadamente de diámetro. Sus bocas se cubrían con losas cuadradas de 1,40 metros de lado encajadas dentro de los rebordes. Para iluminar el interior de la galería se construyeron a distancias regulares unas pequeñas hornacinas triangulares, donde se alojaban las lucernas. EL CASTELLUM AQUAE Se halla situado en la zona final de la arteria septentrional y su altura nos hace ver que el agua se vierte sobre el castellum. El edificio tiene planta rectangular de 46 metros de longitud en dirección norte a sur y una anchura de 32 metros y está delimitado por muros de 3,50 metros de espesor y construido con sillarejo pero se encuentra muy deteriorado en el lado este, especialmente en sus esquinas. Su construcción está formado por piedras toscas de caliza con dimensiones variables, que están entre los 20 / 40 cm de longitud, unidas con argamasa, pero que actualmente los paramentos se presentan muy deslavazado por la acción del tiempo. La parte superior de los muros tiene una canalización que circunda todo el perímetro, con una sección transversal máxima de 1,10 metros de luz, abovedada en los lados este y sur y adintelada en lo parte norte y oeste. La parte más alta de esta canalización se localiza en la zona media del lado oeste, ya que la acometida de entrada del agua estaría en esta parte. La solera y la parte inferior de los cajeros están revestidas de una capa de opus signium, que tiene un espesor de 15 cm. Su acusada pendiente hace que dicha canalización sea muy brusca lo que está en el origen de que pudiera tener frecuentes averías. El tramo que continúa por el lado sur, serviría de aliviadero hasta finalizar destruido el ángulo sureste. A este mismo ángulo iría a parar también la rama norte que bordea los muros norte y sur del depósito. Este serviría de paso alternativo de agua hacia la salida para no interrumpir el suministro en las labores de limpieza y mantenimiento del interior del depósito, momento que dejaría de dar el servicio de agua. Los cajeros están hechos de enormes y toscos sillares de piedra caliza y toba de aspecto ciclópeo. Este material provenía de las canteras cercanas de Pedro. El techo está adintelado con grandes losas irregulares unidas con argamasa, que es coherente con su posición en el conjunto de la obra, donde tendría que soportar grandes empujes verticales y especialmente horizontales por la presión del agua por lo que la disposición del techo en dintel supera en funcionalidad a la bóveda. El agua de alimentación del castellum caería por la escalinata suroeste, y para decantarla a lo largo del mayor recorrido posible, circularía primero hacia el norte por la primera cámara contigua al lado oeste, siguiendo después hacia el sur por la siguiente, y así alternativamente hasta llegar al lado sureste, donde se encontraría la cámara de distribución que daría paso a la galería interior al lado este donde la final estaría el emisarium. Para ello las cámaras estarían comunicadas alternativamente en sus extremos por medio de huecos practicados en los muros de separación. El acceso a las cámaras para la limpieza de los sedimentos se realizaría a través de perforaciones situadas en las claves de las bóvedas. Esta exposición está basada en el trabajo de Manuel Hernando en su estudio sobre “El abastecimiento de aguas romano a Tiermes”.
Desde el actual molino de Santa Croche, el agua era conducida por la margen derecha del río exactamente por donde hoy circula la acequia, que sirve para el riego de las huertas que rodean el molino y que a la vez han movido hasta no hace mucho las muelas del molino. La curva de nivel que siguen las aguas por la citada acequia enlaza con los primeros restos que hay del acueducto. El trazado de este tramo, conocido como azud del Albergue de Albarracín, corre en paralelo al cauce del Guadalaviar, introduciéndose en galerías que se excavaron en la roca. Su trazado en toda esta parte ha desaparecido pues el río erosiona fuertemente este cabezo de rocas poco compactas. Solo la curva de nivel que marcan la actual acequia del molino y la topografía del área de huertas aseguran cual fue el trazado que siguió el acueducto. Se han hallado restos de la cimentación de los dos machones, que a ambos lados del río debieron sostener sendos pilares sobre los que se asentaría un canal volado de unos quince metros de luz. Estos restos de los machones o pilares están muy erosionados por el río. Además, entre el machón de la orilla izquierda hasta las rocas que aparecen enfrente y sobre las cuales se asienta el castillo de Santa Croche, a unos tres metros de la carretera actual, aparecieron los cimientos de otro machón construido con piedras irregulares y mortero a modo de un conglomerado de opus caementicium concretum. Del total del trazado de unos 25 kilómetros, alrededor de nueve kilómetros son de excavaciones en la roca en diferentes lugares y utilizando al tiempo canales sin cobertura. Se pueden apreciar en los tramos las obras que se realizaban pozos para dar ventilación e iluminación a las galerías, así como para entrada de los trabajadores o para el desescombro de residuos. Estas galerías excavadas en la roca fueron utilizadas por pastores, agricultores y animales, tras su desuso como acueducto. Galerías de Los Espejos y del túnel carretero Constituiría técnicamente el primer tramo construido y conservado del acueducto. El canal que llevaba las aguas fue trazado por la margen derecha del río desde el azud de Santa Croce, hasta el estrecho que ofrece el cauce del río al pie del castillo. Debemos considerar el obstáculo que representaba el cruce del ancho barranco que forma la rambla de Monteagudo. Resulta evidente que si hubiera seguido el canal de acueducto la margen izquierda, en el corto trecho desde al azud de Santa Croche hasta la rambla de Monteagudo, no habría alcanzado la altura conveniente para poder cruzarla sin verse amenazado por las fuertes avenidas de aquella rambla. Discurre junto a la carretera y constituye la parte más conocida del mismo. Su recorrido alterna los tramos del canal al descubierto, con galerías excavadas en la roca, que presentan varios orificios laterales o pozos para la extracción de la tierra, aunque parte de estos fueron destruidos con la ampliación de la carretera a Albarracín, efectuada en los años 80. Las dimensiones de esta galería son considerables, con dos metros de altura y una anchura que oscila entre 1 y 1,5 metros. El límite probable de este tramo se encontraría en las ramblas del Barranco Serón, que impediría la continuación de la galería, forzando a bordear o a construir el canal de obra. Galería encima del azud de Gea de Albarracín Se trata de un túnel de unos 300 metros de longitud, perfectamente conservado. Sus dimensiones máximas son de 2,25 metros de altura por 1,25 metros de anchura. Sus orificios laterales están separados entre sí por unos once metros. Pasando dicho túnel, el acueducto tiene que atravesar el barranco de El Serón y otro barranco anterior de menor entidad. Hasta llegar a dichos barrancos se ve el canal a cielo abierto. Se conservan bastante bien algunos trozos, sin embargo, otros están totalmente destruidos. El canal sigue por una ladera muy erosionada cerca da la carretera. El acueducto sigue por las faldas de las rocas que bordean la carretera con canal al aire libre, del que la erosión lo ha destruido en gran parte aunque quedan visibles otros trozos seguros. Después de un largo recorrido en que se le pierde el rastro al discurrir por laderas con pocos afloramientos rocosos, vuelve a reaparecer de nuevo construido a base de una larga mina abierta a fuerza de pico en las rocas, que bordean la carretera poco antes de llegar al azud de Gea. Este es el trozo más largo de los conservados pero por su situación geográfica resulta muy inaccesible. Se observan las ventanas de ventilación y la propia sección de la galería en algún sitio en que la erosión ha destruido parte de ella. En esa zona ha alcanzado una gran altura respecto a la carretera y al cauce del río. Debido a la altura alcanzada, atraviesa mediante una mina o túnel por debajo del Barranco de los Pasos cercano ya al azud de Gea y continúa por el cerro que hay antes de llegar al caserío del pueblo de Gea de Albarracín. Al final del acantilado, coincidiendo con el límite entre los términos de Gea y Albarracín, desaparecen de nuevo los vestigios del acueducto, que posiblemente atravesaría la loma para desembocar en el llamado Barranco de los Burros Barranco de los Burros Este barranco lo atravesó el canal del acueducto con una larga mina excavada a ambos lados y por debajo del lecho, aprovechando un fuerte escalón rocoso dispuesto perpendicular al cauce por el que se precipitan las aguas del barranco. Subiendo desde el pueblo de Gea a unos seiscientos metros nos encontraremos la traza del acueducto en un gran tramo a la izquierda y derecha del cauce en donde se ha conservado de forma menos destruida. Las rocas se ven horadadas a ambos lados del barranco rocoso y a bastante altura. El acueducto se localiza siguiendo el trazado de la rambla o Barranco de los Burros, justo al terminar las últimas casas de la localidad de Gea, dirección Albarracín, presentando unas características constructivas similares al tramo anterior que rodea el barranco. La obra continúa a cielo abierto hasta adentrarse en las primeras casas de Gea, donde desaparece. Lo curioso del trazado es que en vez de utilizar arcos para salvar el barranco, los constructores mantuvieron la cota de nivel e inclinación y continuaron la curva del barranco excavando en la roca. El tramo del Barranco de los Burros es la zona más espectacular y uno de los más adecuados para analizar los detalles de esta costosa construcción hidráulica. Cañada de monteverde y las hoyas Más allá del final de Gea de Albarracín, el acueducto sigue por las laderas hasta la extensa hoya que existe pasado el pueblo. Esta gran depresión de terreno se le conoce con el nombre de la Cañada. Es más ancha hacia el sur cuando se abre cerca de la vega, por donde la atraviesa la actual carretera que une Albarracín con Teruel, Los restos del acueducto aparecen en la zona norte de esta hondonada de La Cañada, precisamente donde el acueducto iniciaba su trazado subterráneo para atravesar las lomas que separan las cuencas fluviales entre el río Guadaliviar y el río Jiloca, afluente del Jalón y que ya pertenece a la cuenca del río Ebro. Estando las aguas en el lado norte de La Cañada de Gea, solo podían pasar las aguas de una cuenca a otra perforando aquellas lomas con una mina o túnel que las llevaría hasta Cella, ya en la cuenca del Jiloca, pues dicha vega queda más baja que las alturas alcanzadas por el acueducto en este lugar. En esa parte se localizan unos muros arrasados de mampostería, que se ofrecían a ambos lados de un barranquillo que baja de las lomas que limitan por el Norte de la citada Hoya, en la dirección de Cella. Se han limpiado unos cincuenta metros del trazado subterráneo de la mina o túnel por la que iban las aguas del acueducto. Esta mina sigue bordeando la ladera sin iniciar propiamente la perforación de la loma en dirección a Cella. En ella se han encontrado dos pozos o tragaluces abiertos al exterior parejos a los que ofrece en todo el trazado. Posteriormente, la mina se introduce ya hacia el interior de la montaña desde una boca que servía también de aliviadero. En la ladera de la loma que separa La Cañada de la Hoya del Moro aparecen hasta cinco grandes huecos o putei situados a una distancia de 45 metros unos de otros y todos perfectamente alineados. Estos putei de unos 15 x 8 en la boca, con pequeñas diferencias unos de otros y están perforados a una distancia de entre 30 a 35 metros unos de otros. Estos pozos aseguran que por debajo de la alineación que ofrecen va el acueducto. El acueducto subterráneo bordea probablemente las lomas ocupadas hoy por la actual población de Gea hasta penetrar en el barranco de gran anchura llamado La Cañada, donde se identificaron zonas con restos del canal a cielo abierto, construido con mampuesto y argamasa de cal y cantos rodados muy finos. Su anchura aproximada es de 80 cm. Siguiendo este tramo del canal construido se pudo localizar la boca del gran túnel excavado en la roca, que abandona ya el cauce del río y toma dirección a Cella, atravesando una loma de unos cuatro kilómetros. El descubrimiento del interior del túnel de Las Hoyas permite explicar la presencia de unos grandes pozos excavados en lo alto de las lomas que separan Gea de Cella, conocidas en la zona con el significativo nombre de Las Hoyas. Fueron identificados 13 pozos, con un separación bastante regular de 30 o 35 metros. Tiene forma cuadrangular o rectangular y dimensiones variables de 8 a 40 metros cuadrados. Su perfecta alineación hace suponer que servirían como pozos de aireación a la vez que permitían la extracción de tierras procedentes de la excavación del acueducto. Las Hoyas indican la dirección final del acueducto y su estudio permitirá resolver el trazado referente al desagüe del canal y su distribución en Los Llanos de Cella. Siguiendo hacía Cella, tras los putei y pasadas las labores de la Hoya de la Tejería hay un canal subterráneo que seguía hacia Cella por la ladera de la loma del Rubiol. No se ha podido encontrar al boca de salida de la mina, sin embargo, si se ha podido situar el canal del acueducto discurriendo en aquella loma entre la Rambla del Rubiol y la Hoya de la Balsa del tío Gómez. La Tejería de Cella Se localizan dos pozos de aireación a cuatro kilómetros del pueblo de Cella, similares a Las Hoyas del tramo anterior, que corresponden al sector final del gran túnel del acueducto, aunque la boca de salida no se ha logrado descubrir todavía. El acueducto es a partir de aquí a cielo abierto siguiendo el barranco de Rubiol y el canal tiene unos muros hechos con mampuesto y argamasa. Las Eras de Cella El último tramo del acueducto, descubierto en gran parte, está formado por un canal en abierto excavado en la roca, con mayor pendiente, con una profundidad de un metro y una anchura de 0,60 metros. Casco urbano de Cella El final del acueducto debería estar en el castellum aquae, es decir, el depósito de distribución de agua por la ciudad, pero se desconoce su situación, pese a que se han encontrado los restos de una gran cisterna recubierta con mortero hidráulico de 15 x 13 x 2,3 metros y una capacidad de 487,5 m³ de agua cerca de la plaza Mayor. CARACTERÍSTICAS DEL ACUEDUCTO El acueducto en sus dos kilómetros y medio iniciales, el canal tiene una pendiente apreciable de alrededor del tres y medio por mil. Posteriormente, se reduce a lo largo de la mayor parte de su recorrido manteniéndose en torno al 1% hasta llegar a la boca del túnel, que permite el paso desde la cuenca del Guadaliviar a la del río Jiloca en la cuenca del río Ebro. La pendiente aumenta hasta casi el tres por mil en este túnel, seguramente para evitar la formación de sedimentos, mucho más difícil de eliminar en la galería. La pendiente se reduce en el último tramo hasta llegar a las proximidades de Cella. A partir de ese punto, en menos de un kilómetro se produce en desnivel de más de 45 metros. La pendiente media del acueducto, sin contar este brusco descenso final es de 1,57 por mil. El establecimiento de estas pendientes supuso un proyecto sumamente preciso, sobre todo porque es necesario suponer que la obra se acometería de forma simultánea en todo su recorrido, único modo de hacerlo viable en un tiempo razonable, ya que por la sección que presenta es imposible que trabajaran más de dos hombres simultáneamente en la perforación de los túneles. Los diecisiete primeros kilómetros se construyeron a veces como canal abierto en unos casos excavado en la roca y en otros construidos con mampostería aunque en muchos tramos se recurrió a excavarlo en galerías paralelas a las laderas del valle. A continuación se perforó el largo túnel de casi 4,5 km de longitud que discurre a una profundidad media de más de treinta metros aunque llegue a situarse por debajo de sesenta metros en la cresta de separación de las cuencas. En el tramo final, el canal esta principalmente tallado en piedra al aire libre en un recorrido de unos dos kilómetros. El último kilómetro debió estar construido con obra de fábrica. El criterio utilizado por los ingenieros romanos fue el de excavar en roca la mayor parte del recorrido y siempre que sea factible lo hicieron en galería como forma de garantizar su durabilidad y su menor costo de mantenimiento, al evitar con ello la colmatación por arrastres de la erosión de la parte superior de las laderas. Las escasas obras de fábrica que han pervivido se reducen en su mayoría a muros de conformación del canal realizados con mampostería. El canal encontrado en la parte norte de La Cañada de La Hoya del Moro anterior a la entrada de la conducción en la galería y posterior túnel que atraviesa de una cuenca a otra. Sus paredes están construidas con muros de mampostería de piedras irregulares de buen tamaño formando una doble pared de opus incertum bastante regular. Las piedras que lo forman están unidas con un mortero de muy buena calidad que empleó como árido una arena muy gruesa con algunos guijarros. Los tramos excavados en galería son todos de características muy semejantes, pudiéndose servir de modelo el comienzo del túnel que permite el paso entre cuencas. El túnel o mina por la que circuló el agua mide en general 1,95 metros de altura por 1,25 metros de ancho, alcanzando veces hasta 2,25 metros de alto. En algunos tramos puede ofrecer una mayor estrechez o amplitud. Los tramos del acueducto realizados a base de mina excavada en la roca de las paredes del valle ofrecen ventanas u orificios en el lado externo, o sea, aquél más próximo a la superficie. Se abren hacia el exterior cada once metros. Su función debió se doble:
Cuando el acueducto estuviera en funcionamiento servirían de ventilación e iluminación y permitirían limpiar el specus de los sedimentos que el agua arrastrara. En el proceso constructivo lo primero que se hizo es excavar estas ventanas o putei laterales. Sólo después se penetraba por ellos a la mina, trabajándose en las dos direcciones hasta unirse con los tramos intermedios realizados de forma independiente. De este modo, era posible trabajar de forma simultánea en varios sectores, lo que permitió realizar la obra en un plazo relativamente breve. Teniendo en cuenta el recorrido del acueducto, más de un tercio por galería, unos ocho o nueve kilómetros, calculando el volumen de roca que fue preciso excavar, éste ronda los 20.000 m3. Otros diez kilómetros discurrían a cielo abierto excavados en la roca, lo que supone otros 5.000 m3. Los pozos de ventilación del túnel que habría sobre unos cien y con una profundidad media de cada uno de treinta metros y de unos ocho m2 de sección, su excavación supondría otros 25.000 m3. En total la excavación en roca supone unos 50.000m3 y unos 7.500 m2 de mampostería. La mano de obra supondría unas 200.000 jornadas de trabajo, lo que equivale a doscientos trabajadores haciéndolo durante tres años. ¿Qué finalidad tenía este acueducto? El abastecimiento de una gran población justifica este tipo de obras hidráulicas, pero en este caso no parece ser la causa pues no existía en la zona ninguna ciudad de relieve. Una colonización agrícola tampoco parece ser la causa. Los actuales regadíos de Cella aprovechan la zona antigua lagunar y zonas limítrofes por debajo de la cuota del acueducto en su tramo final y no parecen haber sido nunca zonas cultivadas de regadío. Si como vemos, no tenía un uso urbano ni agrícola, solo cabe pensar en un uso industrial. Son bien conocidas las obras hidráulicas relacionadas con las explotaciones mineras, pero en esta zona tampoco existen estas. La única posibilidad que nos queda fuera que se usara como fuerza motriz con la finalidad de liberar de uno de los trabajos más necesario pero al mismo tiempo más penosos de los que tenían que realizar la población. Se piensa que esta fuerza hidráulica era para el uso de molinos para moler el grano. La inclinación del acueducto en su parte final presenta un fuerte desnivel de unos diecisiete de caída, más que suficiente para mover varios molinos harineros. En Barbegal cerca de la ciudad francesa de Arles el acueducto era tres veces menor el agua que llevaba que el que lleva el de Albarracín. En el Barbegal existían dieciséis molinos y solo con caídas de dos metros y medio. Así que nos podemos hacer una idea de que este acueducto de Albarracín tenía una potente función industrial con molinos harineros. Fuente: https://www.nuevatribuna.es/ |
No hay comentarios:
Publicar un comentario