DOS DÉCADAS DE LUCHA
Terreno que ocupó la antigua cárcel- debajo el yacimiento olvidado
El tesoro de Carabanchel: un yacimiento del siglo IV bajo escombros y trapicheo
El Colegio de Arqueólogos de Madrid solicita a la Comunidad madrileña que declare BIC unos restos que ocupa más de 100 campos de fútbol en el distrito madrileño
Este yacimiento ha traído cola desde hace décadas. Ahora vuelve a estar en boca del vecindario porque el Colegio de Arqueólogos de Madrid solicitó el pasado 14 de abril a la Dirección General de Patrimonio de la Comunidad que lo declarase Bien de Interés Cultural (BIC) con el fin de musealizar los restos encontrados. Pero no es la primera vez que piden protección para esta zona que ocupa unas 100 hectáreas. En términos de campos de fútbol, unos 100-120. Como cuenta a El Confidencial su presidente, Carlos Caballero, mientras paseamos por la zona, todo empezó en 1998 cuando escribieron un artículo a partir de unos restos que aparecieron en el cementerio de San Sebastián, que está junto a la ermita. Ahí fue cuando se inició una rocambolesca historia -también de dimes y diretes administrativos- que llega hasta este 2021.
Un mosaico del siglo II
No obstante, el principio de toda la historia no está a finales del siglo XX sino del siglo XVIII. Fue entonces cuando durante unas obras en la quinta de la marquesa Eugenia de Montijo, que se encontraba en esa zona -el palacete, como tantos otros de la burguesía y aristocracia que había en Carabanchel, desapareció en 1969 y en su lugar ahora hay torres de pisos y otras dotaciones- tuvo lugar un descubrimiento inesperado: un mosaico romano del siglo II que debía haber pertenecido al salón de una lujosa casa. Ahí comenzó a pergeñarse que debajo de todo aquello posiblemente había un yacimiento romano sobresaliente. De hecho, a día de hoy el mosaico se puede ver en el Museo de San Isidro y es el documento romano más importante de toda la región.
Se sucedieron otras obras y otras excavaciones y un siglo más tarde, para 1907, se hizo un plano, que hoy está en la Real Academia de la Historia, que detalla que debajo de los terrenos que ocupan la ermita, el cementerio y lo que después sería la cárcel, había un yacimiento que no solo era romano sino que había tenido otro tipo de habitantes siglos antes: los carpetanos, un poblado celtíbero que habitaba la zona en el siglo IV (de hecho, llegaban hasta Alcalá de Henares por el este, Collado Mediano por el norte, Consuegra por el sur y Talavera de la Reina por el oeste), que luchó contra los cartagineses y que, finalmente, se integró con los romanos.
“Este yacimiento es una ciudad con villas alrededor. En la zona de Pan Bendito y en la Casa de Campo se han encontrado también monedillas. Es decir, es una zona que estuvo habitada durante muchísimo tiempo. Hay muy pocas de estas en España”, afirma Caballero, quien pone como ejemplo la ciudad de Tarraco.
La anexión a Madrid
La zona ocupa la divisoria que existía a principios del siglo XX entre los pueblos de Carabanchel Alto y Carabanchel Bajo. De hecho, por eso se cree que está ahí esa ermita del XIII, la más antigua que queda en Madrid, ya que las solían construir en este tipo de enclaves. El yacimiento, sin embargo, no salió a la luz. En gran parte porque, sobre todo después de la Guerra Civil, que había dejado bastante destrozados ambos pueblos, preocupaban otras cosas. Principalmente a partir de 1948 cuando estos dos municipios se anexionan a la capital y pasan a convertirse en distritos. Fueron años en los que también se sumaron otros pueblos como Canillejas, Vicálvaro o Vallecas.
“Todos estos municipios sufrieron el mismo proceso: urbanizar y crear dotaciones. Es verdad que en ese momento todo eso se necesitaba, pero al hacerlo se cargaron todo lo que había”, comenta Caballero. Sonia Dorado Martín, vecina del barrio y conocedora bien de su historia -tiene un gran archivo fotográfico- sobre la que da charlas, apostilla que con Carabanchel hubo operaciones realmente desastrosas, como también cuenta Antonio Jesús de Antequera en ‘Patrimonio histórico en la periferia’. Por ejemplo, no solo con el asunto del yacimiento, sino también con las numerosas quintas de la burguesía y la aristocracia que había antes del siglo XX. De ellas habla Miguel Laso de la Vega en ‘Quintas de recreo de los carabancheles’. Caballero y Dorado recuerdan la frase del historiador José María Sánchez Molledo: ‘“Carabanchel, antes de la cárcel, fue reino”. Efectivamente, mientras desaparecían la quinta de los Montijo, la de Vistalegre -hoy no existen ni los templetes de la entrada ni el salón árabe- se erigía en 1940 la cárcel, que se inauguró en 1944. Cárcel de triste recuerdo para muchos opositores al régimen franquista.
La carretera que nunca se hizo
Ya en la era democrática, en 1999, la zona del yacimiento llegó de nuevo a los periódicos con la construcción de la nueva estación de metro Eugenia de Montijo (línea 5). Se hizo cerca de donde había estado el palacete de la marquesa y en la parte que había ocupado el antiguo ferrocarril que iba desde la estación de Goya (se llamaba así porque estaba cerca de la Quinta del Sordo en la que vivía Goya y donde concibió las pinturas negras. No hace falta que la busquen en Google Maps. Estaba cerca del puente de Segovia, pero también se ha perdido), hasta el pueblo toledano de Almorox. Durante esas obras se encontraron restos del pueblo romano, muros, restos de cerámica, un pozo… pero se siguió adelante y no se hizo nada más.
En 2005 comenzaron unas obras de prolongación de Vía carpetana hasta las Vía de los poblados. Entró la excavadora y ahí sí aparecieron los restos en todo su esplendor. Muros romanos del siglo I, además de diversos objetos. Y sí se hizo un control arqueológico. Es más, la Comunidad de Madrid encargó una propuesta de Bien de Interés Cultural para todo el área del yacimiento, que ocuparía esas cien hectáreas (incluyendo la cárcel, que estaba a punto de ser demolida). A la empresa de arqueología TAR se le encargó el “Informe preliminar de la limpieza, control arqueológico de los movimiento de tierra y documentación en la obra civil Prolongación Vía Carpetana. Tramo Ntra. Sra. de la Luz - C/ Pingüino. (Distrito de Carabanchel, Madrid), elaborado entre el 24 de Octubre del 2005 y 4 de Enero del 2006. Pero entonces llegó la sorpresa. “Nunca se tramitó. Pero es que la carretera tampoco se hizo y aún no sabemos por qué se paró todo eso”, se pregunta todavía hoy Caballero. Quien estaba al frente de la Dirección General de Patrimonio encargada de tramitar este informe y el BIC era José Luis Martínez Almeida, actual alcalde de Madrid.
A día hoy los restos que salieron a la luz con esa obra no se pueden ver, pero sí se atisba por dónde iba a ir esa prolongación -de seis carriles como mínimo-, convertida en ese pseudoparque/descampado por el que pasean los vecinos. “Y de noche es mejor no pasar”, apuntan tanto Dorado como Caballero.
Los restos están actualmente enterrados |
¿Pisos o yacimiento?
Porque a la zona tampoco le fue demasiado bien años después con el equipo de Manuela Carmena. En 2019 el consistorio decidió construir en el descampado unos huertos urbanos y volvió a entrar con la excavadora dando lugar a que aparecieran de nuevo los restos. Pero lo hizo en terrenos que pertenecían al cementerio (aunque estuvieran fuera) y la Iglesia llamó para quejarse y parar las obras, a lo cual también se sumaron los vecinos. Aquello se volvió a tapar y hoy es un sitio vallado que, como reza un cartel, sirve para que los perros evacúen. Un lugar precioso. Y un sainete muy madrileño.
“Por eso es necesario que se haga ya algo. También hay vecinos que dicen que si se tienen que construir casas, pues que se hagan. Lo que la gente no quiere es tener esto”, afirma Dorado. De momento, los planes reales que hay son los de construir viviendas y un hospital en la antigua zona de la cárcel, de la que solo queda la entrada, un trozo de muro y una garita. Lo demás son hierbajos. Así está trazado en el Plan General de Urbanismo de 1997. Sin embargo, es un terreno que, aparte de a la Comunidad y a Pryconsa, también pertenece a Instituciones Penitenciarias y desde el Gobierno ya les han confirmado a los arqueólogos que tienen voluntad de llevar a cabo excavaciones para sacar los restos. Como si hubiera habido pocos, se avecina otro conflicto entre la Comunidad y el Gobierno. Por este motivo, Dorado pide un poco de consenso: “Los vecinos necesitamos el yacimiento abierto y Pryconsa y la Comunidad también pueden construir los pisos… Todo se puede hacer, porque se pueden musealizar los restos y después construir”.
Más de dos décadas de luchas por un yacimiento que sigue a varios metros de malas hierbas, cacas de perro y viviendas. Caballero asiente con un poso de resignación: “Es el modelo urbanístico de Madrid. La arqueología siempre ha ido detrás de la construcción”.
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