In memoriam Pedro Morales Cuenca.


En la localidad conquense de Torrejoncillo del Rey, fue descubierta en el año 1955, por D. Pedro Morales, una cavidad revelada en sueños, como un lugar donde encontraría un singular tesoro escondido en un palacio de cristal.

Tres meses de intensos trabajos dieron como resultado el hallazgo de una cavidad subterránea que resultó ser una mina romana de lapis specularis, de la que no quedaba ni el recuerdo.

En la actualidad, gracias a la intervención de la asociación arqueológica: Cien mil pasos alrededor de Segóbriga y la diputación provincial de Cuenca, se ha convertido en lugar de obligada visita tanto por su interés histórico como cultural.

Si deseas saber más sobre esta historia, accede mediante este link

https://moraencantada.blogspot.com/2011/04/historia-de-un-sueno.html


sábado, 16 de octubre de 2021

CAEMENTUM ROMANO

 

Mientras los hormigones modernos se agrietan a las pocas décadas, el Panteón de Agripa lleva 2.000 años en pie: mitos y realidades del hormigón romano





Cada año, justo después de la misa de Pentecostés y mientras el coro entona el Veni Creator Spiritus, un puñado de monagillos suben los quince pisos que hay hasta la linterna de la cúpula y lanzan miles de pétalos de rosas rojas. Y mientras esos suspiros colorados hacen almocárabes en el aire y el Sol se cuela trinchando con sus rayos la bóveda, entiendes perfectamente la descripción del Panteón que dio una vez Pedro Torrijos: 2.000 años de hormigón sostenidos por una columna de luz.

Es solo una muestra, quizás la más intensa y radical, de lo que el Imperio Romano fue capaz de alzar hace dos milenios. Pero no es la única. Basta con viajar un poco más al oriente, hasta el norte de la región de Samaria en lo que hoy es Israel para encontrarse con Cesárea Marítima y, sobre todo, con los restos del puerto de Sebastos: el que, con sus 100.000 m2, fue durante siglos el mayor puerto artificial construido en mar abierto.


Allí, pero también en las decenas de puertos, monumentos y obras civiles que aún persisten en torno al Mediterráneo, es imposible preguntarse qué hemos hecho mal. Sobre todo, porque estamos hartos de ver estructuras de hormigón agrietadas, comprometidas o completamente desmoronadas a las pocas décadas de ser construidos, ¿cómo es posible que Roma fuera capaz de levantar esos prodigios de hormigón? Es más, ¿cómo es que han llegado hasta nosotros?


Puerto de Sebastos (Cesárea marítima)


Aún hoy, los números del puerto de Sebastos resultan impresionantes. Para construir los dos espolones que conforman el puerto, Herodes (sí, ese Herodes) necesitó emplear 44 barcos y reunir 12.000 m3 de kukar (arena marina litificada) para usarlo como relleno, 12.000 de cal y 24.000 de puzolanas, un tipo de ceniza volcánica. Y todo ello casi a ciegas: no existían precedentes de empleo de hormigón bajo el agua a esa escala técnica, económica y logística.


Roma era mucha Roma. Y, por eso mismo, es lógico que estas estructuras cimentaran el mito del cemento romano. Sobre todo, porque con la caída del Imperio el hormigón desapareció de la construcción civil y se extendió la idea de que la receta secreta había caído con la ciudad eterna. El mito no hizo sino crecer. Sin embargo, en la misma lista de la compra del rey Herodes está buena parte de la explicación.

Hace unos meses hablábamos con Manuel F. Herrador, profesor de Hormigón Estructural de la Escuela de Caminos de la Universidade da Coruña y nos explicaba que, pese a la extendido idea de que los hormigones romanos son un gran misterio, lo cierto es que conocemos perfectamente cómo funcionaban. 'Puzolana' viene de la ciudad de Pozzuoli, cerca de Nápoles. Allí se extrae una ceniza volcánica similar a la piedra pómez y con un color que oscila entre el marrón amarillento y gris. Un material de altísima calidad que permite fabricar hormigón.

Esa es la clave de bóveda del hormigón romano. Vitruvio, en el año 25 a. C. ya dejó explicado todo el proceso en su tratado 'De architectura' y no es, precisamente, un conocimiento que se perdiera del todo. Lo que ocurre es que durante el Imperio se podían mover 24.000 m3 de ceniza para construir un puerto; pero en los años posteriores eso se volvió mucho más complicado. Los arquitectos e ingenieros sabían cómo hacer hormigón: sencillamente no tenían con qué hacerlo.

No es que solo haya cenizas volcánicas (o materiales que permitan la construcción de hormigones) a los pies del Vesubio. El mismo Vitruvio recomienda una arena color marrón rojizo de la propia Roma. El problema es que la búsqueda, extracción y procesamiento de estos materiales requiere una estructura organizativa y técnica considerable. Y, por supuesto, un mercado en el que venderlas (y alguien con los recursos necesarios para plantearse edificios y obras de ingeniería de ese calibre). Todo eso es lo que cayó con el Imperio Romano.

Ingenio y suerte




La falta de materias primas y organizaciones políticas con suficientes recursos como para embarcarse en obras civiles de ese tamaño pueden explicar por qué se dejaron de hacer grandes estructuras de hormigón. Pero no por qué es tan bueno si lo comparamos con los hormigones modernos. ¿Por qué esas estructuras han aguantado tanto y las nuestras se desmoronan a los pocos años?


La respuesta a esto está en el "sesgo del superviviente". La idea de la calidad del hormigón romano viene de nuestro contacto con las mejores estructuras que hicieron, las que mejor se han conservado. Por ser claros: buena parte de todo lo que construyeron los romanos ha desaparecido durante los últimos 2.000 años. El Panteón ha sido uno de los pocos edificios clásicos que ha perdurado hasta nuestros días en perfectas condiciones porque el emperador bizantino Focas se lo donó al papa Bonifacio IV en el año 608 y este lo transformó en la iglesia de Santa María de los Mártires.

Evidentemente, el edificio es un maravilla. El gran terremoto de 1349 que dañó severamente la estructura del Coliseo, podía haber destrozado también el Panteón y no lo hizo. Pero, precisamente, no parece que tenga sentido hablar del hormigón romano en sentido genérico; sino del hormigón romano que sobrevivió.

En los últimos años, muchos grupos de investigación han examinado distintos hormigones repartidos por todo el mediterráneo y han descubierto que su supervivencia se debe, en parte, a la suerte. Hace unos años, los investigadores del Laboratorio Nacional Lawrence Berkeley de EEUU analizaron varias muestras de hormigón del golfo de Nápoles. Así descubrieron que la mezcla que se usó en esas estructuras en contacto con el agua marina generó "tobermorita aluminosa", un mineral que fortaleció la piedra.

De la misma manera, hace unos días, un análisis del Mausoleo de Cecilia Metela, en la vía Apia, mostraba que se usó leucita rica en potasio. Eso también reforzó la estructura. Lo interesante de todo esto es que es algo que no podían saber los constructores: por eso hablo de suerte. Suerte para los edificios y suerte también para nosotros porque todas esos edificios han sido laboratorios vivos que hoy nos van a enseñar a construir mejor y de forma más sostenible.


Fuente:  https://www.xataka.com/



desvelado el secreto

 de la gran resistencia del hormigón romano

Un equipo de investigadores ha analizado la estructura del hormigón usado en el mausoleo de Cecilia Metela, en Roma y los resultados han permitido descubrir el secreto de la gran resistencia de este material al paso de los siglos.





Mausoleo de Cecilia metela



El hormigón romano es famoso por su resistencia, capaz de mantener monumentos en pie tras más de 2.000 años. Ahora, un grupo de investigadores del Instituto de Tecnología de Massachusetts (MIT) ha analizado la composición química de una muestra extraída del mausoleo de Cecilia Metela, en la Vía Apia (Roma): los resultados, publicados en el Journal of the American Ceramic Society, revelan el secreto de esta resistencia excepcional; secreto que, de hecho, se debe en parte a la fortuna.

El descubrimiento ha sido posible gracias al uso de dos tecnologías: en primer lugar un microscopio electrónico de barrido, que muestra la microestructura de los bloques a escala de micras (la milésima parte de un milímetro); y en segundo lugar la espectrometría de rayos X, que permite identificar y cuantificar los elementos que componen una muestra. Y ha sido este último análisis el que puede revelar el “ingrediente mágico” -científico, en realidad- del excelente hormigón romano. Los autores destacan la importancia que tiene el descubrimiento en cuanto a aplicación práctica, puesto que los hormigones modernos tienen mucho que envidiar al que usaban los romanos.


EL SECRETO DEL HORMIGÓN MILAGROSO


El hormigón que usaban los antiguos romanos incluía una mezcla de cal y rocas volcánicas que daba como resultado una masa muy compacta. Esto ya se sabía, pero el nuevo estudio ha aportado un dato nuevo y de vital importancia: los materiales volcánicos usados en la construcción del mausoleo de Cecilia Metela son abundantes en leucita, un mineral rico en potasio que se descompone fácilmente por la acción de la lluvia y de las infiltraciones de agua subterránea a través de las paredes. Según los autores, a consecuencia de esto la leucita habría liberado el potasio en el conjunto de la mezcla, provocando cambios en su composición química que la habrían hecho más resistente.

Este último factor es un golpe de fortuna que los romanos no habrían podido prever. El hormigón presente en otras estructuras, como el Mercado de Trajano en el centro de Roma, también contiene materiales volcánicos pero de distinta composición química, que no tienen el mismo efecto que en el mausoleo de Cecilia Metela. Este monumento funerario es uno de los edificios romanos mejor conservados en la antigua Via Apia, pero no se sabe apenas nada de la mujer a la que está dedicado aparte de que era la mujer de un tal Craso: por la fecha de construcción podría tratarse de uno de los hijos de Marco Licino Craso, que compartió triunvirato con Julio César y Pompeyo el Grande.


Fuente:   https://historia.nationalgeographic.com.es/ 






martes, 12 de octubre de 2021

LA CIUDAD DEL AGUA

 

Vicus Caprarius, el sitio arqueológico oculto bajo el área de la Fontana di Trevi


A poca distancia de la Fontana di Trevi, el sitio arqueológico Vicus Caprarius pone en valor la trama urbana de la Roma antigua. ¡Y puede visitarse!




Apenas se divisa el aeropuerto de Roma por la ventanilla del avión, afloran las ansías de perderse en una ciudad que ofrece vestigios extraordinarios de la historia de la humanidad. Pero a veces, entre maravillas como el Coliseo, el Panteón de Agripa, el castillo de Sant' Angelo o el monumento del Ara Pacis de Augusto, otros sitios quedan relegados a un segundo plano, como es el caso de Vicus Caprarius, el sitio arqueológico oculto en el área de la Fontana di Trevi.

El camino subterráneo que se extiende por debajo del Rione de Trevi encierra múltiples secretos de las estructuras de una domus de la época imperial, el Acueducto Virgo que proveía a la antigua ciudad de Roma y hallazgos como el célebre busto de Alessandro Helios. 

“Las estructuras se descubrieron durante la renovación del antiguo cine Trevi, uno de los primeros cines de la ciudad, cerrado y abandonado en la década de 1980.

Nada más comenzar las obras, se encontraron partes de los antiguos muros, lo que convenció al propietario, el Grupo Cremonini, de cambiar el proyecto, y financiar íntegramente la excavación”, cuenta Lorenzo Dell'Aquila, director del área arqueológica de Vicus Caprarius, en una entrevista vía email con Condé Nast Traveler.


Comúnmente conocida como “La Ciudad del Agua” (por ser el elemento omnipresente del sitio), la estratificación arqueológica que yace a más de nueve metros de profundidad respecto al nivel de la calle actual, y a poca distancia de la Fontana di Trevi, fue descubierta entre 1999 y 2001 durante las obras para la renovación del Cine Trevi, primando la recuperación completa y la revalorización del yacimiento arqueológico, en lugar del complejo de entretenimiento. 

Las excavaciones realizadas por la Superintendencia Arqueológica de Roma –bajo la dirección científica de Claudio Moccheggiani Carpano– y financiadas por el Grupo Cremonini, son lideradas, tanto en lo que se refiere a gestión como puesta en valor desde aquel momento hasta el día de hoy, por Lorenzo Dell'Aquila, quien vela por un complejo de edificios de la época imperial que denota con vigor la trama urbana de la Roma antigua




“Es uno de los mejores ejemplos donde se puede ver con los propios ojos la estratificación milenaria de Roma. En esta única manzana, los edificios públicos (el depósito de distribución del Acueducto Virgo) y los privados (una casa) se han desarrollado juntos de forma continuada desde el siglo I hasta la actualidad”, añade.

Entre la Via San Vincenzo y Viccolo del Puttarello, una superficie de unos 350 metros cuadrados aguarda a ser descubierta. “Para los visitantes creo que es una experiencia inolvidable, ver el agua que aún fluye en la parte antigua del Acueducto Virgo, y darse cuenta de que este sistema ha estado funcionando continuamente desde el siglo I a.C. hasta ahora, puesto que se utiliza para alimentar las fuentes más importantes de la ciudad, como la Fontana di Trevi”.





Aun así, no solo las estructuras del Acueducto Virgo y de los ambientes residenciales convierten la experiencia en una de los imprescindibles de Roma, también existen tres secciones del lugar que enseñan artefactos encontrados durante las excavaciones, como por ejemplo los revestimientos de mármoles policromos, las refinadas decoraciones (entre las cuales se encuentra el busto de Alessandro Helios), y los objetos spatheia, una ánfora africana para el transporte del aceite.

Vicus Caprarius“La Ciudad del Agua”, puede visitarte de martes a domingo de 11:00 a 17:00 horas. El precio de la entrada es de 8 euros en el caso de las visitas individuales y también pueden concretarse tours para grupos. Puedes reservar las entradas aquí



Fuente:  https://www.traveler.es/



viernes, 8 de octubre de 2021

EL MOSAICO DE LAS TERMAS DE VALERIA

 

Las excavaciones del mosaico confirman la monumentalidad de las termas de Valeria








La finalización de las excavaciones del mosaico pavimental de las Termas Valeria confirma que se trata de un edificio monumental único en el panorama arqueológico de la Hispania Romana, tanto por sus dimensiones como por la riqueza de sus materiales y motivos ornamentales, que además presentan un grado de conservación que “como único paralelo tendría las ciudades de Pompeya y Herculano”. Una circunstancia que ha permitido avanzar en el estudio científico y verificar las hipótesis que se barajaba en la recreación virtual que se ha desarrollado en la investigación para recomponer la distribución de estancias, usos y ornamentación de este establecimiento termal del Alto Imperio que comienza la cuenta atrás para su musealización.

Así lo ponen de manifiesto los directores de las excavaciones que, con el apoyo de la Junta de Comunidades y la Diputación de Cuenca, promueve la EATIM de Valeria. La campaña de este año, que se prolongara hasta diciembre, tiene como objetivo seguir avanzando en las excavaciones de la Palestra e iniciar la descarga de la zona caliente descubierta en la pasada campaña. Si bien, según destaca el arqueólogo y director científico de las excavaciones de las termas, Santiago David Domínguez Solera, los esfuerzos se han centrado en finalizar las excavaciones del mosaico de mármol policromado hallado en la estancia del Apodyterium, o vestuario de las termas, para poder iniciar los trabajos de protección de las estructuras originales con la instalación de una carpa que, además, permitirá que se pueda visitar el yacimiento mientras se sigue avanzando en la descarga de este edificio de cronología imperial  que se presupone como el más grande de la provincia. “Sabemos que las termas son muy extensas. Hemos excavado varias estancias, sobre todo la palestra, pero aun no conocemos la planta que tiene”, señala Domínguez.

 

APERTURA, ENTRE NOVIEMBRE Y DICIEMBRE

La previsión, según confirma el alcalde de la EATIM, Juan Pedro Martínez, es que los trabajos para la cubrición del mosaico –que financia la Diputación Provincial con una inversión de 170.000 euros– comiencen este mes de septiembre,  de tal forma que entre noviembre y diciembre se puedan abrir al público mientras se sigue trabajando en la recuperación y restitución del mosaico y las piezas marmóreas a su estructura original. Una actuación que a su juicio aportará un plus al gran atractivo turístico que tiene la ciudad romana de Valeria, al tiempo que  ayudará a conocer mejor el funcionamiento y el papel social de estas instalaciones que “del siglo I al IV d.C. estuvieron en uso como termas”, según se ha podido datar en el proyecto que se lleva a cabo desde que en 2017 se descubriera el mosaico pavimental. 




El proyecto de investigación que se desarrolla en esta nueva campaña de excavación que junto a Santiago David Domínguez dirige el arqueólogo conquense y experto en mármoles, Javier Atienza, y la experta en mosaicos, Greta Bruno, deja importantes resultados que ayudarán a recomponer la estructura del edificio.

 

MOSAICOS

En lo que respecta al mosaico de mármol policromado con motivos geométricos y figurativos  que ocupa una superficie de 50 metros cuadrados del pavimento del Apodyterium, Greta Bruno destaca que se han encontrado cinco tonalidades diferentes y 11 motivos decorativos con marco de espirales vegetales acantiformes. Por sus caraterísticas y los motivos que lo componen esta experta destaca que se puede datar al final del siglo I d.C. “aunque estamos a la espera de que la muestra de Carbono 14 que hemos enviado  pueda decirnos exactamente su fecha”.

Lo que sí se puede asegurar ya es que se trata de una decoración pavimental “única” en el panorama arqueológico de Valeria, al menos. dice que hasta el momento no se ha encontrado un mosaico de estas características y fechado en el periodo Alto Imperial. Pero, además, Greta Brumo afirma que, en general, “hay poquísimos ejemplos con una datación tan alta.

La campaña de excavaciones de este año han permitido además aportar nuevos datos  sobre el revestimiento de mosaico parietal hallado en 2019 tras el derrumbe  de uno de los estratos de los ambientes fríos de las termas.  Por su fragilidad en la conservación son muy difíciles de encontrar, sin embargo, en las termas de Valeria la conservación es tan buena como la del mosaico pavimental, lo que ha permitido realizar un exhaustivo estudio que  aporta nuevas claves para conocer este tipo de ornamentación que, en este caso se realizó con teselas de piedra caliza, mármol y pasta de vidrio.

Greta Bruno señala que por sus características técnicas y por el estado fragmentario que presenta es difícil poder reconocer todos los motivos decorativos que podía haber en este mosaico que se ha encontrado en todas las estancias interiores del edificio.

Si bien, se han podido identificar algunas figuras, como por ejemplo un yelmo con cresta que interpretan como un casco Ático-Tracio,  lo que les lleva a pensar que las armas podrían formar parte de la decoración, pero también apunta que junto a este yelmo se han encontrado fragmentos en los que se pueden ver motivos vegetales.

 Con todo, la riqueza ornamental que representa este mosaico parietal se refleja en el multicromatismo y motivos que se han identificado. En total “hemos encontrado 22 cromatismos y catalogado 21 motivos decorativos diferentes”.

 Según apunta, se trata de un hallazgo muy interesante por cuanto, reitera, que hay pocos ejemplos en toda la península ibérica. “Aunque se han encontrado fragmentos que algunos arqueólogos relatan que pueden ser decoraciones parietales , hasta que no se tocan o se estudian no se puede decir que lo sean”.






Además, señala que junto a estas teselas se han encontrado conchas marina de la especie Cardium edule, que es una de las características de la decoración parietal. Y así, por ejemplo, dice que  “se puede ver en las  fuentes que se conservan en Ponpeya y  Herculano”.

Toda esta información junto con la aportada por las miles de piezas marmóreas que se han encontrado en las Termas romanas  corroboran la enorme riqueza de este edificio y permiten una reconstrucción muy fiel a lo que fueron en su día, además de aportar importantes claves a la  investigación científica.

 Por ejemplo, Javier Atienza destaca que el  hallazgo de la gran cantidad  y variedad de mármoles que han aparecido en las excavaciones habla también de las redes comerciales que operaban en ciudades del interior en tiempos muy primerizos. “En el siglo I ya había unas redes comerciales que eran capaces de transportar mármol desde Asia Menor al centro peninsular y a una ciudad de escasa relevancia, como es Valeria en el ámbito del Imperio, pero llevar los mismos tipos que llegaban a Roma, y eso nos habla de que las redes comerciales no eran tan básicas y arcaicas como se pensaba sino que estaban muy desarrolladas. El comercio de materiales era una constante y eso tenía que ver también con las vías de comunicación, con las calzadas, con las comunicaciones marítimas. Al tirar del hilo te das cuenta de que el panorama que se dibuja es muy diferente al que se podía tener. Estaba todo muy bien organizado en esas épocas iniciales”.

Según cuenta, la nueva campaña de excavaciones que se desarrolla a través de un taller de empleo ha dejado al descubierto  2.000 piezas marmóreas de estudio más. “Estamos ya en unos 9.000 fragmentos”. Además han aparecido nuevas tipologías que suman ya 22 variedades diferentes de mármol que abarcan todo el Arco Mediterráneo, incluido Asia Menor y el Norte de África, mármoles itálicos, lusitanos, y también locales… En definitiva, una amplia representación que también nos habla de la riqueza que tenían las Termas y que demuestra, por un lado,  que se trata de una promoción pública enmarcada en la fase de monumentalización urbana de la ciudad romana de Valeria y  por otro que “tiene un patrocinio directo o muy cercano a la casa imperial para utilizar el mármol de sus canteras. Un privilegio que junto a personajes muy influyentes solo lo tenían las entidades públicas”.

 Todo este discurso, además de su valor en la divulgación científica, se traduce en una enorme riqueza patrimonial al poder ofrecerlo como “experiencia única” a la ciudadanía  que es lo que ocurrirá una vez que  concluya la musealización  y el yacimiento pueda ser visitable. “Un elemento más para seguir trabajando por el desarrollo del municipio, donde la cultura y el turismo es nuestra única alternativa”, añade el alcalde valeriense. 




martes, 5 de octubre de 2021

INFOGRAFÍAS DE LA ANTIGUA ROMA

 


La historia de la Antigua Roma, como nunca se había contado: el libro gráfico para saberlo todo

La editorial Crítica publica un espectacular volumen de infografías que dibujan cómo eran la organización de la República y el Imperio, la sociedad romana o su poderosa maquinaria militar.


La trayectoria de Tito Valerio Marciano es la prototípica de un legionario romano. Nacido en 125 d.C. de un padre veterano y en un pueblo a unos 30 kilómetros de la fortaleza de Troesmis, en Mesia, en la orilla del Danubio, se enroló a los veinte años en la Legio V Macedonica y durante casi dos décadas desempeñó labores de control fronterizo con los territorios bárbaros del norte. Sin embargo, en 162, su relativa tranquilidad se interrumpió: su unidad fue enviada a Antioquía junto a otras cinco legiones para conquistar Armenia y someter a los rebeldes partos. El soldado participó en al menos seis batallas y asedios.

En 166, la V Macedonica mudó su campamento a Potaissa —la actual ciudad rumana de Turda—, en Dacia, donde había estallado un nuevo conflicto entre Roma y las tribus germánicas. Tito Valerio, ascendido a beneficiario consular, título que le libraría de las labores pesadas y le otorgó funciones administrativas o logísticas, participó también en la contienda, esta vez desde la retaguardia. Con cuarenta y cinco años de edad y tras veinticinco de servicio, decidió abandonar la legión en 170, renunciar a la parcela de tierra en una colonia itálica que le correspondería como antiguo combatiente y se decantó por cobrar la prima de honesta missio (un retiro honorable, sin faltas graves), para regresar a Troesmis y casarse con Marcia Basilisa.

La historia de este legionario no es en absoluto fascinante, heroica, ni terrible, resulta ordinaria, vertebrada por los largos viajes, la guerra y el instinto de supervivencia. Pero se puede convertir en una biografía de enorme interés si se muestra desde un punto de vista novedoso, apostando por los elementos visuales. No se trata de convertir el periplo de Tito Valerio en una película, sino de alumbrar con mapas, ilustraciones, esquemas y dibujos, sobre el papel de un libro, cómo fue su vida como legionario, desde los dos tipos de marcha que entrenó durante su reclutamiento —a paso ligero, plenus gradus, 7,6 km/h; y a paso reglamentario, gradus militaris, 6,4 km/h— hasta los numerosos pertrechos que componían su equipaje de 57,3kg.



Eso es lo que se encuentra al pasar las páginas de Infografías de la Antigua Roma (Crítica), un espectacular volumen ilustrado que resume la historia de la Urbs a través de una catarata de datos y un despliegue gráfico realmente ambiciosos. Los autores son John Scheid, que ocupa la cátedra de Religión, Instituciones y Sociedad de la Antigua Roma en el Collège de France; Milan Melocco, doctorando en Historia Antigua en la Universidad de la Sorbona; y el grafista Nicolas Guillerart, especializado en el campo de la visualización de datos y coautor de Historia visual de la Segunda Guerra Mundial, también en Crítica. 

Desbordadas las estanterías de libros sobre la República y el Imperio romano —biografías de los emperadores, manuales de historia militar de sus ejércitos, ensayos sobre aspectos concretos como la crueldad o el mundo de las creencias, etcétera—, la industria editorial demuestra una vez más que este tema es infinito y sorprende con un volumen que recrea la estructura, administración, arquitectura, expansión o economía de Roma con muy poco texto y muchas imágenes e infografías. La obra rememora la propuesta y los fabulosos dibujos del arqueólogo y arquitecto Jean-Claude Golvin incluidos en sus libros ilustrados sobre las obras de ingeniería de los legionarios o los palacios imperiales, editadas por Desperta Ferro, pero una historia gráfica de Roma que trata tantos aspectos, y de alta calidad divulgativa, no encuentra paralelos.

Infografías de la Antigua Roma está dividida en tres partes. La primera se centra en los territorios y las poblaciones del Imperio, y se incluyen coloridas cronologías de la construcción de los principales edificios, la evolución demográfica según los estatutos personales vinculados a los orígenes sociales o un ilustrativo esquema sobre las etapas de la vida de una mujer romana. En el segundo capítulo se describe el funcionamiento de la gran potencia a través, por ejemplo, de cuadros sobre la pirámide de magistrados, una detallada línea del tiempo con todos los emperadores —y sus tipos de muerte, por supuesto—, una recreación del techo del Panteón en el que se ubican todas las divinidades y su fecha de aparición o un croquis sobre el poder adquisitivo del siglo I d.C. —un artesano ganaba doce ases diarios mientras que un conejo costaba 32—.



La tercera y última parte se centra en el poderío militar romano. Las ilustraciones de estas páginas son probablemente las más asombrosas: la composición teórica de una legión, las etapas en la construcción de un campamento, la formación de las líneas de cara a la batalla, las figuras de los distintos tipos de auxiliares, mapas con las principales batallas navales o de las guerras púnicas, los movimientos de tropas en el célebre asedio que encumbró a Julio César (Alesia, 52 a.C.) y hasta una crónica visual de la revuelta de los esclavos liderada por Espartaco en el siglo I a.C.

El laborioso trabajo conjunto de Guillerat, Scheid y Melocco ha desembocado en una obra singular, estupenda a pesar de los errores —obvios y perdonables— en los que pueda incurrir, de esas a las que se vuelve cada poco tiempo. Pero lo cierto es que uno no sabe qué resulta más complejo: si recopilar toda la información sobre Roma que ofrecen las fuentes clásicas y los estudios modernos y convertirlos en datos puros, o resumir la historia de más de cuatro decenas de legiones en dos páginas rebosantes de símbolos, colores y números. Una labor de cirugía y precisión histórica.




Fuente:  https://www.elespanol.com/

domingo, 3 de octubre de 2021

LOS FALOS DE POMPEYA

 

No se yo, si como decían los galos de Axteris, estos romanos estaban locos; pero lo cierto es que no dejan de sorprender con caracteristicas culturales y algunas de sus constumbres.

Como ejemplo valga este artículo que podeis leer a continuación.


¿Por qué los muros de Pompeya están llenos de penes?

Uno de los aspectos que más sorprenden al visitante cuando llega a la ciudad engullida por el Vesubio es la multitud de atributos masculinos que llenan sus calles






No existe viaje planificado por el sur de Italia en el que no esté la parada de Pompeya. Cualquier manual del buen “guiri” (y no tan guiri) incluye la visita a la ciudad de las faldas del Vesubio. Con más o menos tiempo, el pack viene con un rato en Nápoles y otro en las ruinas de esta urbe arrasada por un volcán, tan de moda en estos tiempos, para continuar hacia Roma o en busca de la costa Amalfitana. Todo depende del itinerario elegido.

Aunque Pompeya bien necesitaría toda una jornada para sí misma o quizá más si eres de los apasionados por la arqueología o del Imperio romano. Sea como sea, la verdad es que el lugar bien lo merece. La velocidad a la que la lava se comió a sus calles y a sus gentes, algunas de ellas inmortalizadas para siempre en la misma postura que tenían hace casi 2.000 años, ha convertido este punto de la región de Campania en un documento único de cómo era la vida entonces, antes de ese fatídico 24 de agosto del año 79.




Tal es la importancia del lugar, que cada cierto tiempo, no mucho, en alguna de las campañas arqueológicas que se mantienen por norma, se descubre un nuevo hito. Como ese “thermopolium” (termopolio; del griego “thermopolion”: “Comida caliente para vender”) descubierto en 2020, una suerte de “fast food”, restaurante de comida rápida, en plena calle. Ya había sido desenterrado, en parte, un año antes, pero no fue hasta meses después cuando la investigación confirmó que aquel mostrador era un McDonald’s de la época.

El “local” se encontraba en algo así como uno de los barrios de moda y más poblados de Pompeya, en el cruce entre las calles de las Bodas de Plata y la de los Balcones, y, además, el hallazgo vino con más premios: un fresco de la ninfa marina, Nereida, montada sobre un caballo y pinturas de varios animales, sobre todo aves de corral, pintados en colores brillantes.




Todo ello es consecuencia de una colada de lava que, de una forma fugaz, paró el tiempo en Pompeya: “El termopolio da la impresión de haber sido cerrado y abandonado apresuradamente por sus propietarios, aunque es posible que alguien, quizá el hombre más viejo, se haya quedado y falleciera durante la primera etapa de la erupción, al derrumbarse el desván”, reconocía entonces Massimo Osanna, director general del Parque arqueológico.

Pero al margen de los descubrimientos que van surgiendo a medida que se rasca en la tierra/lava/cenizas, hay un aspecto concreto de la ciudad que llama la atención, y mucho, a los visitantes que se dejan caer por el lugar: los penes. Penes por todas partes. El pene como un emblema ligado a una sociedad que lo tenía mucho más presente, al menos de forma visible, de lo que lo tenemos ahora. Paredes, puertas, hornos de pan, carreteras... El miembro viril masculino por antonomasia lo llena todo.

¿Por qué? Dependiendo del guía que te toque ese día puede que te cuenten una historia u otra: de simples flechas para llegar hasta un lupanar a amuletos al estilo del “eguzkilore” vasco que se pone encima de las puertas para espantar a las malas vibraciones. Pero conviene acudir a voces autorizadas para entender un poco el panorama de la ciudad. Así, Mary Beard, experta en el mundo clásico y Premio Princesa de Asturias de Ciencias Sociales (2016), habla del común “pene alado” como una mezcla entre el chiste y la veneración en su obra “Pompeya. Historia y leyenda de una ciudad romana” (Crítica).




Y es que el pene solo viene a confirmar lo erotizada que estaba la sociedad romana, que convirtió el placer sexual en su rutina. Se puede hablar de ciudad falocéntrica en la que las representaciones que ahora vemos como “subidas de tono” eran de lo más normal. Si no, expliquen, cómo es posible que un fresco del dios de la mitología griega Príapo, bien dotado, por supuesto, estuviese allí como uno más e, incluso, pesándose sus atributos en una balanza. Un personaje menor en el imaginario heleno que estuvo muy presente en el mundo romano que surgió de la relación entre Afrodita y Dionisio: Hera, celosa por la relación adúltera entre Zeus y Afrodita, se vengó de Príapo otorgándole un aspecto grotesco y unos órganos genitales de tamaño descomunal, cuenta la leyenda.


Fuente: https://www.larazon.es/



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