In memoriam Pedro Morales Cuenca.


En la localidad conquense de Torrejoncillo del Rey, fue descubierta en el año 1955, por D. Pedro Morales, una cavidad revelada en sueños, como un lugar donde encontraría un singular tesoro escondido en un palacio de cristal.

Tres meses de intensos trabajos dieron como resultado el hallazgo de una cavidad subterránea que resultó ser una mina romana de lapis specularis, de la que no quedaba ni el recuerdo.

En la actualidad, gracias a la intervención de la asociación arqueológica: Cien mil pasos alrededor de Segóbriga y la diputación provincial de Cuenca, se ha convertido en lugar de obligada visita tanto por su interés histórico como cultural.

Si deseas saber más sobre esta historia, accede mediante este link

https://moraencantada.blogspot.com/2011/04/historia-de-un-sueno.html


martes, 15 de noviembre de 2022

ARISTÓTELES Y EL SENTIDO COMUN

El sentido común en palabras de Aristóteles

Considerado el padre de no pocos saberes, Aristóteles reflexionó sobre todo, y, al hacerlo, estableció unas bases que hoy en día diríamos que son de sentido común

 

 Es un buen ejercicio pensar cuánto de lo que consideramos “de sentido común” es en realidad una herencia de Aristóteles (384-322 a. C.). Polímata, el griego transformó casi todas las áreas del conocimiento a las que se acercó, ya fueran la ciencia política, la ley natural, el método científico o la teleología, estableciendo unos principios que hoy en día damos por sentados.

¿Y qué sería el sentido común? Quizá la definición que más familiar nos puede resultar es la del ilustrado escocés Thomas Reid (1710-1796), que los consideró unos principios universales, fijos y no sometidos a crítica. Cosas que, sin necesidad de estudio o investigación, podemos distinguir como verdaderas o falsas.

Por tratarse de afirmaciones que aceptamos como naturales sin apenas pensar en ellas, podríamos decir que son la antítesis del pensamiento crítico. Pero también una herramienta muy práctica. Como lo definió el francés Henri Bergson (1859-1941), el sentido común es un modo rápido, útil y poco perfeccionista de orientarnos en la vida.

Aunque distintas entre ellas, estas propuestas parten de una misma tradición: el pensamiento aristotélico. En su formato clásico, esta corriente lo entendía como la unión de los sentidos externos (olfato, tacto, gusto, audición y vista) y los internos (la facultad de pensar, la memoria y la imaginación). Son estos sentidos –comunes a todos los seres humanos– los que ayudarían a distinguir lo bueno de lo malo.

Ahí está la clave: ¿por qué el adjetivo “comunes”? Porque, según decía Aristóteles, las personas tenemos una forma idéntica de percibir el entorno. Desde luego, este discípulo de Platón no inventó el sentido común, pero lo que sí hizo fue asentar algunas máximas sobre ética, ciencias naturales o metafísica que hoy diríamos que son “de lógica”.

Un buen ejemplo es el principio de no contradicción, que establece que una proposición y su negación no pueden ser verdaderas al mismo tiempo. O su teleología, que entendía al hombre como un ser constituido por alma y cuerpo, cuyo fin último sería la actividad intelectual. Incluso su idea de virtud, explicada como un término medio entre dos vicios que debe mantenerse mediante el hábito, parece hoy muy razonable.

Alguno apuntará que Aristóteles no inauguró la mayoría de los saberes que hemos mencionado, y acertará. Al fin y al cabo, Parménides de Elea (siglo V a. C.) ya planteó el principio de no contradicción al determinar que “lo que es no puede no ser”.

El mérito del insigne estagirita fue transformar todo aquello sobre lo que reflexionó y estudiarlo sistemáticamente. Tanto, que buena parte de los fundamentos de la ciencia aún vigentes se los debemos a él. Han pasado más de dos milenios, pero sus citas sobre el conocimiento, la ética o la naturaleza todavía rebosan sentido común.

 

“Solo hay felicidad donde hay virtud y esfuerzo serio, pues la vida no es un juego”.

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