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martes, 15 de noviembre de 2022
ARISTÓTELES Y EL SENTIDO COMUN
El sentido común en palabras de Aristóteles
Considerado el padre de no pocos saberes,
Aristóteles reflexionó sobre todo, y, al hacerlo, estableció unas bases
que hoy en día diríamos que son de sentido común
Es un buen ejercicio pensar cuánto de lo que consideramos “de sentido común” es en realidad una herencia de Aristóteles
(384-322 a. C.). Polímata, el griego transformó casi todas las áreas
del conocimiento a las que se acercó, ya fueran la ciencia política, la
ley natural, el método científico o la teleología, estableciendo unos
principios que hoy en día damos por sentados.
¿Y
qué sería el sentido común? Quizá la definición que más familiar nos
puede resultar es la del ilustrado escocés Thomas Reid (1710-1796), que
los consideró unos principios universales, fijos y no sometidos a
crítica. Cosas que, sin necesidad de estudio o investigación, podemos
distinguir como verdaderas o falsas.
Por
tratarse de afirmaciones que aceptamos como naturales sin apenas pensar
en ellas, podríamos decir que son la antítesis del pensamiento crítico.
Pero también una herramienta muy práctica. Como lo definió el francés
Henri Bergson (1859-1941), el sentido común es un modo rápido, útil y
poco perfeccionista de orientarnos en la vida.
Aunque
distintas entre ellas, estas propuestas parten de una misma tradición:
el pensamiento aristotélico. En su formato clásico, esta corriente lo
entendía como la unión de los sentidos externos (olfato, tacto, gusto,
audición y vista) y los internos (la facultad de pensar, la memoria y la
imaginación). Son estos sentidos –comunes a todos los seres humanos–
los que ayudarían a distinguir lo bueno de lo malo.
Ahí
está la clave: ¿por qué el adjetivo “comunes”? Porque, según decía
Aristóteles, las personas tenemos una forma idéntica de percibir el
entorno. Desde luego, este discípulo de Platón
no inventó el sentido común, pero lo que sí hizo fue asentar algunas
máximas sobre ética, ciencias naturales o metafísica que hoy diríamos
que son “de lógica”.
Un
buen ejemplo es el principio de no contradicción, que establece que una
proposición y su negación no pueden ser verdaderas al mismo tiempo. O su
teleología, que entendía al hombre como un ser constituido por alma y
cuerpo, cuyo fin último sería la actividad intelectual. Incluso su idea
de virtud, explicada como un término medio entre dos vicios que debe
mantenerse mediante el hábito, parece hoy muy razonable.
Alguno
apuntará que Aristóteles no inauguró la mayoría de los saberes que
hemos mencionado, y acertará. Al fin y al cabo, Parménides de Elea
(siglo V a. C.) ya planteó el principio de no contradicción al
determinar que “lo que es no puede no ser”.
El
mérito del insigne estagirita fue transformar todo aquello sobre lo que
reflexionó y estudiarlo sistemáticamente. Tanto, que buena parte de los
fundamentos de la ciencia aún vigentes se los debemos a él. Han pasado
más de dos milenios, pero sus citas sobre el conocimiento, la ética o la
naturaleza todavía rebosan sentido común.
“Solo hay felicidad donde hay virtud y esfuerzo serio, pues la vida no es un juego”.
“Adquirir desde jóvenes tales o cuales hábitos no tiene poca importancia: tiene una importancia absoluta”
“Debemos dar por sentado que las cosas que existen por naturaleza están, todas o algunas de ellas, en movimiento”.
“La filosofía es la ciencia que desarrolla la verdad”.
“El hombre solitario es una bestia o un dios”.
“La virtud es una disposición voluntaria adquirida, que
consiste en un término medio entre dos extremos malos, el uno por exceso
y el otro por defecto”.
“La única verdad es la realidad”.
“No se puede ser y no ser algo al mismo tiempo y bajo el mismo aspecto”
“En su mejor momento el hombre es el más noble de todos los animales; separado de la ley y la justicia es el peor”.
“Tiempo es la medida del movimiento entre dos instantes”.
“Nunca se alcanza la verdad total, ni nunca se está totalmente alejado de ella”.
“El ignorante afirma, el sabio duda y reflexiona”.
“El hombre nada puede aprender sino en virtud de lo que sabe”.
“Lo mejor es salir de la vida como de una fiesta, ni sediento ni bebido”.
“No basta con decir la verdad, más conviene mostrar la causa de la falsedad”.
“Todos los animales, ya sea que vuelen, naden o caminen
sobre tierra firme, ya sea que den a luz a sus crías, vivas o en el
huevo, se desarrollan de la misma manera”.
“Cuento como más valiente al que supera sus deseos que al que supera a sus enemigos”.
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